Corazones en red

(Jesús subió a una montaña para orar)

Aunque Jesús llevaba una vida muy ocupada, de un sitio para otro, atendiendo a los necesitados, dando ejemplo de vida, y predicando su enseñanza, sin embargo sacaba tiempo para dedicarlo a la oración. No se contentaba con hablar de Dios como nuestro Padre, sino que necesitaba estar en contacto directo con ese Padre, por medio de la oración.

Con frecuencia nos dice el evangelio que Jesús se retiraba a orar, a rezar, a hablar con Dios Padre. Y así comienza el evangelio de hoy: ”subió a lo alto de una montaña para orar”. Huía del ruido, y en el silencio de una montaña entraba en comunicación con Dios. Es significativo que eligiese la altura de una montaña. La altura de una montaña significa que estaba más ceca del cielo. Con Dios se puede hablar desde cualquier sitio, ciertamente. Pero de vez en cuando conviene ponerse en soledad, fuera de las preocupaciones y distracciones de la vida cotidiana.

Y después de rezar, va a dar lugar a una escena con gran significado. Se presenta resplandeciente, como un adelanto, para sus discípulos, de la gloria que le espera tras su muerte y resurrección. Y aparecen junto a él los más significativos personajes del Antiguo Testamento: Moisés y Elías. Moisés, el gran legislador y conductor del pueblo hacia la libertad, y Elías, considerado por el pueblo de Israel como el mayor de los profetas, Con ello significaba que el Nuevo Testamento, que empieza con Jesús, está en continuación con el Antiguo. Todo es “historia de salvación”.

Los apóstoles estaban admirados ante tal espectáculo, pero se encontraban a gusto. Por eso Pedro sugiere a Jesús que se pueden construir unas tiendas de campaña para quedarse allí.

Pero entonces, se oye una voz del cielo, la voz del Padre, que dice:”Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. Ese Jesús resplandeciente de gloria es el mismo que algún tiempo más tarde, será crucificado en la cruz, morirá y resucitará. Es el que viene en nombre del Padre para enseñarnos a vivir según su voluntad. Y por eso añade la voz:”Escuchadle”.

Ese es el mandato de Dios Padre, que escuchemos a Jesús. Hay muchas palabras, muchas voces en el mundo que nos hablan. Basta abrir la Televisión, para que inunden nuestros oídos una serie incansable de anuncios, ofreciéndonos cantidad de cosas que pueden hacernos felices, y sn las cuales seríamos unos desgraciados. La publicidad, por todas partes, nos invade y come el coco. Pero escuchar esos mensajes comerciales no es lo que nos puede hacer felices.  Tenemos que escuchar a Jesús para saber qué es lo que nos puede llevar a la felicidad, aquí en la tierra y más tarde en el cielo.

Dos consejos importantes nos da hoy el pasaje del evangelio: que necesitamos rezar más y mejor, y que tenemos que estar atentos a escuchar lo que Dios, a través de Jesús, nos dice. Buen programa para continuar esta Cuaresma.

Félix González

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