Segundo domingo de Pascua
En este segundo domingo de Pascua, Jesús se aparece a los apóstoles para desearles la Paz, (Paz a vosotros) y para darles su Espíritu (Recibid el Espíritu Santo). Todos los presentes creen que Jesús ha resucitado y está con ellos. Pero falta un discípulo: Tomás. Cuando le cuentan lo ocurrido: “Hemos visto al Señor”. Pero Tomás no se lo cree. Es más, afirma que si no mete su mano en la herida del costado y sus dedos en los orificios de las manos, no lo creerá. Ni cree a sus compañeros, ni cree que Jesús haya podido resucitar. Falta total de fe: de la fe humana y de la fe divina.
Pero Jesús no le va a dejar en la incredulidad. Volverá a aparecérseles, estando, esta vez, todos, incluido Tomas. Y le va a dar la prueba que pide: “mete tu mano en mi costado y tus dedos en mis manos, y no seas incrédulo, sino creyente. Y Tomás cree.
Pero la verdadera fe no se funda en la evidencia, no se cree porque se vea o porque se comprenda; se cree porque uno se fía. Y Jesús ya había dicho con anterioridad que resucitaría.
Nuestra fe, tampoco se funda en la evidencia, en lo que vemos, podemos tocar o demostrar. No. Hay muchas cosas que creemos, sin haberlas visto. Creemos en Dios…¿quién ha visto a Dios? Creemos en Jesús, en su muerte y resurrección, en sus palabras… ¿quién puede tener la seguridad de que todo es como lo creemos. La seguridad sólo nos la da la fe. Y la fe no se basa en la razón, sino en la confianza. Nos fiamos de Dios, nos fiamos de Jesucristo, aunque hay muchas cosas que no podemos demostrar, y hay muchas cosas que pertenecen al misterio de Dios, incomprensible para nuestro limitado entendimiento.
Pero Jesús, como hemos dicho, da la paz. Sabemos que la paz, a cualquier nivel, personal, colectivo, familiar, internacional es un bien muy escaso. Existe mucha violencia, que destruye la felicidad a la que estamos llamados. Y la paz es uno de los frutos del Espíritu Santo. Por eso, también nos da el Espíritu. Lo recibimos en el Bautismo y en la Confirmación. Pero además nos asiste constantemente, siempre que queramos escucharle. El Espíritu Santo asiste a la Iglesia, y a cada persona para que actuemos conforme a la voluntad de Dios. Por eso tenemos que acudir a él, invocarle, no sólo en las decisiones importantes que tenemos que tomar en la vida, sino también con frecuencia, para que nuestra vida no se desvíe del plan de Dios.
Por otra parte, seguimos celebrando la Pascua, la Resurrección del Señor. Esta Pascua que dura cincuenta días. Y que como tiempo litúrgico, llega hasta la fiesta de Pentecostés. Pero además cada domingo, también, los cristianos celebramos la Resurrección. Por eso lo llamamos “domingo”, es decir, “día del Señor”.
La Resurrección es el hecho más importante del cristianismo, y por eso, vale la pena recordarlo con frecuencia.
Félix González
[…] + De la incredulidad a la fe por Félix González, ss.cc, en Corazones en red […]