Primeras Comuniones, en positivo
Hoy no me apetece criticar la parafernalia de las Primeras Comuniones. No. Hoy me toca hablar en positivo; más de los neo-comulgantes, que de otras cosas de las que se ha dicho (he dicho) ya todo lo decible.
Asomado a la ventana de mi habitación, he podido ver y observar, en el patio de la parroquia, a grupos de niños/as, ilusionados, y al mismo tiempo nerviosos, rodeados de sus padres, familiares y amigos.
Las niñas, con sus trajes de organdí, al estilo de pequeñas novias o de imaginarias princesitas. Los niños, soñando ser almirantes o los personajes importantes que nunca fueron. Pero todos felices, entre las aclamaciones de los invitados, que, a veces, multiplican repetidamente sus elogios, delante de los padres, aunque en su interior piensen que no pasan de ser ridiculeces costumbristas, un tanto desfasadas. Pero los niños son felices con tan falsa admiración.
Me alegro por los niños, que tienen todo el derecho a ser admirados, a ser queridos, a sentirse, al menos por un día, protagonistas.
Por otra parte, pienso, también, que hoy es un día privilegiado. Tal vez ellos no sean muy conscientes (dada su corta edad) del prodigio a que van a asistir: Jesús –eucaristía se hace presente en sus vidas infantiles. Ellos no serán tan conscientes como nos gustaría a todos, pero Jesús que es el invitado, que es el verdadero protagonista, sabrá hacer en ellos la parte de su obra.
Es un día de fiesta grande: fiesta para los niños, para los padres, para la parroquia y sus catequistas; pero, sobre todo, fiesta para la Iglesia, que incorpora a nuevos miembros al banquete eucarístico.
Espero que esos dos años de preparación que han tenido esos niños, hagan posible que el nuevo Sacramento, marque sus vidas.
Algunos continuarán frecuentando la Eucaristía (los menos); a otros sólo les quedará, para siempre, el recuerdo de este día, que independientemente de todo el folklore mediático, algo fundamental ocurrió en sus vidas. Todos, de adultos, aunque hayan dejado de ser practicantes, recuerdarán muy bien el día de su Primera Comunión. Y quiero pensar que no es sólo por el traje, los regalos, y el banquete.
Como decía al comienzo, hoy, a la vista de estos pequeños, invitados al banquete de los mayores en la Iglesia, quiero pensar en positivo, aunque tenga que esforzarme un poco.
Félix González
La Alegría es una.
Y la alegría de los niños ensalzados en el día de su Primera Comunión -importantes porque lo Importante toca sus vidas- remite a la Alegría mayor que asoma en estos nuevos invitados.