La locura, instalada en la venganza
Hay un hecho que se va repitiendo con bastante frecuencia: el crimen de género. El marido o pareja, ofuscado por la separación, lleno de odio o de desesperado por alguna situación familiar, o por celos, mata a su pareja. Unas veces se suicida a continuación, y otras veces es condenado por su delito. Todo eso va siendo cada vez más frecuente y cruel.
Pero hay otra circunstancia que envilece aún más el crimen: el asesinato, también, de los hijos, que hace mayor y más repugnante la venganza..
Aceptemos que en algunos casos haya podido haber desavenencias en la pareja, y que la venganza por parte del más fuerte y violento, comete el crimen. Pero ¿cómo se puede llegar a matar, dentro de esa venganza, a los hijos, muchos de ellos pequeños e inocentes? Creo que esa actuación no sólo entra en el género de la locura, sino que indica una gran de falta de entrañas, de sensibilidad. ¿Por qué la venganza contra la persona adulta, tiene que ir acompañada de la muerte del hijo inocente? Tiene difícil explicación. Por eso digo que la locura está instalada dentro de la venganza.
¿Qué se ha instalado en las entrañas de ese padre o padrastro, para actuar de ese modo antinatural? La locura. Pero una locura que no afecta solamente a la psiquis, sino también, y sobre todo, a lo más íntimo del corazón humano.
Quien debiera ser el protector más interesado en la vida un hijo, se convierte, por no sé qué obcecación y maldad, en el enemigo más perverso de protegido.
Se quita la vida quien empieza a vivirla, para hacer más daño a la persona odiada. Se desnaturaliza la naturaleza.
Siempre es deleznable el crimen de género. Siempre. Pero si va acompañado de parricidio, entonces el crimen se multiplica, no tanto numéricamente, que también, sino, sobre todo, emocionalmente.
Alguien dijo (creo que fue el filósofo Hobbes) que “el hombre es un lobo para el hombre”. Un lobo puede matar a otro lobo enemigo, pero no podemos pensar que un lobo pueda matar a sus lobeznos. Los animales nos dan lecciones de comportamiento, y ponen en ridículo la supuesta racionalidad del ser humano.
Cuando los sentimientos más naturales desaparecen, aparecen como fantasmas los errores más horrendos.
Y esto que lo aplico a la venganza de género, es aún menos explicable y más terrible, cuando una madre mata a sus hijos. ¿Qué falla en el cerebro de esas madres, o en su corazón?
Félix González
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