Corazones en red

Cada vez que abro el periódico, “El Diario de Cádiz”, me llama la atención la cantidad de información, diaria, que se nos da sobre las Cofradías. Nos anuncian actividades que nada o poco contribuyen a una revalorización de la evangelización: pregones, renovación de alguna de las partes del complicado y barroco “paso” o “trono”,  bordado en oro de un manto de la Virgen, un nuevo candelero, cultos, etc…

No pretendo criticar el “hacer” de las cofradías; sólo quiero hacer una sugerencia, que supongo que caerá en saco roto. Pero, no obstante, la voy a hacer.  Seguramente mi propuesta  no va a resolver los grandes problemas de la crisis y su interacción en mucha gente afectada por la misma. Pero, eso sí, sería un testimonio cristiano frente a “la que está cayendo”. ¿De qué se trata?

Esta es mi sugerencia o propuesta: que este año se supriman todos los gastos que no sean urgentes y necesarios. Que no salgan los desfiles procesionales callejeros. En su lugar, que a la misma hora de esos desfiles, o en las horas convenientes según la liturgia, cada cofradía, en su parroquia, celebre los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, con la mayor afluencia posible  de gente (que se puede repartir por las distintas parroquias, muchas de ellas casi vacías). En esas celebraciones se destacaría con fuerza el aspecto de solidaridad y del “amaos unos a otros”, con una colecta extraordinaria (dando otro destino al valor de la cervecita y las tapas que suelen acompañar a los asistentes a las procesiones). Todo eso iría destinado, a través de las distintas organizaciones benéficas (Caritas, Cruz Roja, etc..) para paliar las necesidades de los más afectado por la situación actual. Repito que sería, al menos, un testimonio, y un aldabonazo a las conciencias.

Seguro que esa Semana Santa y sus aledaños, serían más evangelizadores que las tradicionales procesiones, y que tanto el Señor (bajo cualquier advocación) y su Madre, María, lo verían con mayor agrado.

Es muy posible que algunos de los que puedan leer estas cortas líneas, me traten, como mínimo,  de iluso. Y puede que lo sea; y si se llevase a cabo mi ilusión, me sentiría más feliz, y empezaría a creer que la “religiosidad popular”, deja de ser mera religiosidad,  para dar paso a más cristiana.

Quiero que quede claro, que no hablo contra las cofradías (ni es el momento), sino a favor de su compromiso evangelizador y solidario.

Y pensemos que no se hunde el mundo por no salir a la calle un año (hay muchos años que no pueden salir por causa de la lluvia); y, sin embargo, sería un buen testimonio de solidaridad, y a más de uno le haría pensar… y, tal vez, actuar.

Lo propongo con tiempo, para dar espacio a irlo pensando

                                                                                                               Félix González

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