Domingo XIX del Tiempo Ordinario
(Donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón)
En este domingo, quiero resaltar dos frases o dos ideas del evangelio que acabamos de leer y escuchar.
Las primeras palabras de Jesús, son éstas: “No temas pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”. ¡Preciosas y tiernas palabras! En primer lugar dice: No temas, pequeño rebaño. Jesús es el Buen Pastor que nos ama, que ama a sus ovejas. Y nos dice que no tengamos miedo. ¿Y qué razón esgrime para que no tengamos miedo? Algo tan sencillo como esto:”porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”.
Hay bastante gente que vive preocupada y temerosa por qué será de ella en la otra vida. Personas preocupadas por su salvación. Y ahí está Jesús, diciendo:”No temas. Dios te regala su Reino, el estar junto a él, que es la felicidad final. Es el gran regalo final que Dios nos hace. Y como todo regalo, lo único que se exige es que se quiera recibir. El ser mejores o peores, comportarnos bien o mal, no pertenece a este capítulo. Pertenece al capítulo del agradecimiento a Dios por lo mucho que nos quiere, ya que “amor con amor se paga”. Es una cuestión de correspondencia.
La segunda cosa que nos dice Jesús, hoy, es ésta: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. ¡Qué verdad tan grande! ¿Dónde está nuestro corazón? En aquello que valoramos, en aquello que queremos; en las cosas que valoramos, en las personas que queremos. Unos valoran el ser ricos y poderosos… pues su corazón estará en enriquecerse. Uno ama a unas personas… pues su corazón y su pensamiento estará en esas personas. Donde hay algo que consideramos como un tesoro, allí estará fijo nuestro corazón.
Si amamos de verdad a Dios y las cosas de Dios, nuestro corazón estará ahí. Escribe San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. El domingo pasado escuchábamos que decía Jesús, en el Evangelio:”guardaos de la codicia”. Hoy lo dice en sentido positivo:”Dad limosna”. El que no es codicioso, sabe compartir con el necesitado. No vale la pena acumular cuando otros lo necesitan. Por eso dice Jesús:”Haceos talegas que no se echan a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, a donde no se acercan los ladrones ni roe la polilla”. ¡Cómo cuesta entender estas cosas! Sólo los generosos y los que confían más en Dios que en las riquezas, son capaces de entenderlo y ponerlo en práctica.
Félix González
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