Costumbres bárbaras
Bárbaro es sinónimo de brutal, inhumano, salvaje, cruel, etc… Se dice de las personas o pueblos que tienen costumbres bárbaras.
Hay costumbres muy arraigadas en el pueblo, en general, o en ciertos pueblos en particular, que cada vez son más rechazadas por un número creciente de personas con mayor sensibilidad y sentido del respeto, tanto a las personas como a los animales. Y hoy me refiero, sobre todo, al trato dado a los animales. Y esto, creo que es fruto de una mejor educación global. Quiero recordar que en mi niñez no se hablaba tanto del respeto y cariño a los animales, ni a la naturaleza.
Conozco a una persona, y la admiro, que tiene una verdadera sensibilidad para con todos los animales y sus malos tratos (exceptuando las cucarachas, a las que tiene verdadero miedo y odio). Y me ayuda a progresar en esa dirección.
Hay ciertas costumbres, como decía, verdaderamente bárbaras. Por ejemplo: arrojar una cabra desde el campanario de la iglesia, durante las fiestas; el toro de fuego; el abandono de los perros en verano, a causa de las vacaciones de los dueños; incluso, las corridas de toros, con las banderillas, la vara para picarlos, la espada, etc…
Ya sé que para lo de los toros se esgrime el argumento del “arte”. Pero el arte, a costa de un animal noble, no parece de recibo. Por eso van surgiendo grupos y personas que son contrarios a las corridas, tal como se llevan a cabo.
Hay otras muchas maneras de dar malos tratos a los animales. Son seres vivos que sufren.
Pero hay, a veces, cierta incoherencia, en estos defensores a ultranza de los animales. Mientras se preocupan mucho de los animales, poco les importa el sufrimiento de los humanos: los miles de personas que mueren de hambre, que llevan una vida indigna por falta de solidaridad, etc… No todos los protectores de animales son así de incoherente, pero los hay; y es una gran contradicción.
Hace algún tiempo leí que en cierto lugar, una señora, ricachona donde las haya, había dejado en herencia todos sus millones, a favor de su perrito, para que no le faltara de nada, y fuese tratado a cuerpo de rey, cuando ella faltara. Esta persona sabría, seguramente, que en muchos lugares del mundo la gente, los niños, morían de hambre. Tal vez cerca de su propia casa habría personas que luchaban por sobrevivir.
Creo que todo este tema es cuestión de sensibilidad, de sentido común, y de respeto (si no amor) a animales y personas.
Félix González
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