Corazones en red

(Bienaventurados vosotros…)

La festividad de “Todos los Santos”, es una fiesta simpática, a la vez que una fiesta de familia. Acostumbrados a celebrar, a lo largo del año, la fiesta de los “grandes santos”, resulta simpático acordarse de los otros santos anónimos, que seguramente son muchos más de los que trae el santoral. Simpático porque nos acerca a la normalidad, al seguimiento de Cristo en la cotidianidad, sin milagros, sin llamar la atención, sin beatificaciones ni canonizaciones oficiales, sin para parafernalias eclesiásticas y políticas. Sólo con una gran fidelidad al evangelio en la vida. Sin hacer cosas extraordinarias, pero hecho todo (o casi todo) extraordinariamente bien. Esos son los santos que celebramos junto a los otros, venerados en los altares, procesionados, o llenos de velas artificiales en los numerosos lampadarios al pie de los altares barrocos de muchos de nuestros templos.

Fernando Cordero (ss.cc.) ha escrito un excelente “pliego” para la revista Vida Nueva, en el último número que acaba de aparecer. En él dice que:“Hay santos ocultos, una especie de clase media de la santidad, como decía un escritor francés; esa clase media de la santidad de la que todos podemos formar parte, como señala el Papa”.

Al hablar de estos santos que pertenecen a la “clase media de la santidad”, pienso en mis padres, y en tantas personas, desconocidas para la mayoría, que no son objeto de culto, pero que supieron hacer de sus vidas, un  testimonio para sus hijos y para muchas otras personas que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino. Supieron amar a Dios y al prójimo, y hoy estarán gozando de Dios como los demás santos. Vivieron las Bienaventuranzas, carta magna de la predicación del Maestro; y por eso merecieron oir de la boca de Dios, aquellas palabras, que todos deseamos escuchar:”Venid benditos de mi Padre… recibid la herencia del Reino, preparado para vosotros desde la creación del mundo”.

Decía que es una “fiesta de familia”, de la gran familia humana, que se alegra por estas personas, procedentes de todos los continentes, razas y colores. No sólo de los cristianos, sino de todos los hombres de buena voluntad, sea cual sea su religión y su cultura.

                                                                                        Félix González

Tags: Félix G.L., Reflexiones // 1 Comment »