Corazones en red

(Los convidados a la Boda, no quisieron ir)

Jesús sigue hablando a la élite del pueblo, sumos sacerdotes y ancianos, para ver si recapacitan y son capaces de aceptar lo que Jesús trae para todo el pueblo y para todos los pueblos. Y les habla en parábolas. Seguro que entendían bien lo que les decía. En este caso les habla de aquel rey que va a casar a su hijo, y manda emisarios para avisar a los convidados que ya pueden asistir, que todo está preparado. Pero los convidados no solamente no quien ir, sino que matan a los enviados. Entonces el rey, dice a sus criados: salid a los caminos, y a todos los que encontréis les invitáis a la boda. Y así fue.

Los que le escuchaban entendieron perfectamente la parábola: Jesús y su buena noticia, venía primeramente para el pueblo de Israel. Pero sus autoridades religiosas no quisieron aceptarlo; incluso mataron a los enviados por Dios, que eran los profetas del Antiguo Testamento, que les anunciaba la llegada del Salvador.

Entonces el resto del mundo, representado en todos aquellos invitados de los caminos, fueron los que aceptaron a Jesús. La Iglesia que es el nuevo pueblo de Dios. Es decir, todos los que aceptan a Jesús y sus enseñanzas.

Pero la parábola, dice que había en la boda uno que no iba vestido como la etiqueta lo exigía, y entonces le echaron fuera del banquete, por haber tenido la osadía de despreciar de esa manera al que lo invitó y a los convidados. Hay personas en el nuevo pueblo de Dios, en la Iglesia, que, no obstante, viven al margen del evangelio y del espíritu de la Iglesia. Esos están fuera del banquete de la boda, es decir están fuera del Reino de Dios. No hace falta que nadie les expulse, ellos mismos se autoexcluyen con su comportamiento.

No basta con haber nacido en un país de mayoría cristiana, de haber sido bautizado y aceptado en el seno de la Iglesia. Pertenecer al Reino o Reinado de Dios, supone algo más que eso: tratar de vivir el evangelio, siguiendo la invitación de Jesús:”Ven y sígueme”.

Cuando alguien es invitado a formar parte del ´Reino (o reinado) de Dios, es temerario no aceptarlo. Y hay mucha gente, que como los invitados a la boda, encuentran excusas para quedarse fuera. El “reino de Dios” es un reino de amor, de justicia, de paz de solidaridad, de fraternidad. Y solo los que tratan de vivir de esa manera y son creadores de esos valores en su entorno, son los que perteneces y forman parte del reino de Dios. Es bueno que cada uno nos preguntemos: ¿Hasta qué punto, o en qué grado, estoy yo dentro de ese reinado de Dios?

Félix González López, ss.cc.

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