“Dani Jarque y el misterio de la muerte”

danijarque_228x296.jpgdanijarque_228x296.jpgdanijarque_228x296.jpgDAni Jarque

LA  MUERTE :¿MAESTRA DE LA  VIDA?

(Visión humana y cristiana de la muerte)

Tods estamos  sorprendidos con la noticia de la muerte del jugador de futbol Dani Jarque y continuamente oimos y hacemos comentarios de este hecho de vida/muerte; en otras ocasiones lo es de jóvenes  tras noches de fiestas o en  puentes que nos movemos casi quince millones de ciudadanos en automóviles buscándole gusto a la vida. Una vez más la muerte se ha hecho noticia como algo accidental, extraño y sorprendente, pero ¿no es la muerte algo verdaderamente cotidiano en la humano?  Paso diariamente por el nuevo tanatorio de la ciudad de Badajoz y pienso que desde este tipo de noticias siempre miramos la muerte desde la negatividad, lo imprevisto y también desde el temor, pero no es así como morimos la mayoría de los ciudadanos del mundo. En este sentido  nos perdemos perspectivas que, sin negar el carácter mistérico de la misma,  nos hablan  de esta condición  mortal caracterizándola como la posibilidad seria y única  que nos llena de dignidad y profundidad en nuestro ser y nuestro vivir. La religión en este sentido marca otro modo de verla y asumirla; una ayuda  que seguro puede unirse, al menos en condición de igualdad,  al psicólogo y al psiquiatra, pero que casi siempre se oculta o se silencia en los medios.

LA MUERTE HACE LA VIDA ÚNICA

            Ya Simone de Beauvoir  en 1947 reflexionaba sobre la posibilidad de una existencia  sin muerte y advertía cómo la vida quedaría en un juego en el  que nada sería definitivo y serio; estaríamos en un carrusel continuo que nos haría inmaduros e irresponsables. Es  la muerte la que nos avisa de  la riqueza y el valor único de cada momento, encuentro, actividad  o relación que vivimos. Orientar y vivir el momento es lo propio de lo cotidiano y lo que llena de vida la existencia; la conciencia de que morimos todo lo que vamos viviendo y vivimos todo lo que vamos muriendo es lo que nos sitúa con radicalidad y profundidad ante nosotros mismos y  ante los otros y nos da la posibilidad de ser maduros, responsables y libres. Obviar esta dimensión de lo cotidiano no es sino distraerse y no poder entrar en la densidad de lo real y en lo profundo de nuestras personas y de los otros. Rechazar la presencia y el horizonte de lo mortal en nuestra existencia es arrojarnos en una noria cíclica de destino y de lo pasajero sin posibilidad de profundidad  y verdadera eternidad en lo auténtico.

            Para  los cristianos  la resurrección valida la realidad mortal con toda su seriedad adentrando toda la existencia en una realidad de vida  que hace permanente  y pleno- eterno – lo que de  por sí ya era único  en su propia limitación. Por eso nosotros confesamos que “cada día es único y tiene su afán” y podemos vivirlo-morirlo con la intensidad de los que aman la vida porque saben vivir la muerte en el horizonte de la esperanza. Vivir con estas claves supone aceptar que lo finito y limitado – lo mortal – tiene capacidad de infinitud y eternidad; el pequeño gesto de saludo, caricia, mirada, lágrima, escucha, trabajo, compasión… está cargado de eternidad y posibilidades.

LA MUERTE RECLAMA VIDA FECUNDA

                        La muerte nos alerta de que una vida infecunda quedará sepultada sin dar fruto y sin posibilidades. La misma experiencia nos da que frente a la muerte  el arma más radical que tenemos es fecundar la existencia con signos que sobrepasan a la muerte y estos no son otros sino los que propician el amor fecundo. La fraternidad es la respuesta vitalista y permanente que supone no entregarse a la destrucción; toda vida agotada en la entrega (ágape) ha sido dadora de sentido y permanece en lo fecundado más allá de todo egoísmo encerrado en la  infecundidad del más craso zánatos (muerte). Cómo no recordar aquí las frases evangélicas que nos hablan de que “el que esté dispuesto a perder (entregar) su vida la encontrará y el que pretenda guardarla (egoísmo infecundo) la perderá” o “el grano de trigo si no cae en tierra y muere no pueda dar fruto”.

            Es desde aquí donde los cristianos ven que todo deseo de permanencia desde el puro éxito y prolongación de la sombra del propio yo, no  sobrepasa la muerte haciéndola  gesto de vida, porque aunque la obra permanezca no puede tener vitalidad sino es verdaderamente amada por alguien. Los herederos luchando por las riquezas de los antepasados sabios  o necios nos muestran la muerte de la obra legada y de su autor. Sin embargo, vivir desde la fraternidad en la apuesta por el otro es el modo triunfal de vivir muriendo y morir viviendo. Es en Cristo donde los cristianos ven culminada esta riqueza de la  muerte-vital  en el ser humano: “nadie me quita la vida sino que la entrego libremente”. En el contexto del amor y la fraternidad se puede entender la condición mortal y el hecho definitivo de llegar a la muerte en su totalidad como el ejercicio más radical de libertad y realización del ser humano. No hay mejor modo de llegar a la muerte que con un corazón verdaderamente universal repleto de personas e historias concretas que se han vivido y se han amado.

LA MUERTE PROFETIZA LA IGUALDAD

                        La afirmación de una vida humana asentada sobre el tener, la función social, el saber o la profesión sin la orientación de los otros en la fraternidad y el servicio, como verdadero fundamento de la persona, queda totalmente desenmascarada por la radicalidad de la muerte. Ella se encarga continuamente de poner en crisis todo lo que se ha edificado sobre la desigualdad y la injusticia para declararlo vacío y sin sentido. El “carpe diem” y el “carnaval” del gran teatro del mundo queda lisonjeado y ridiculizado por la muerte. Nuestro ser mortal nos predica en positivo que no hay modo mejor de vivir y llegar a la muerte que creando  las condiciones de justicia y paz que definen el valor de la persona por ser tal y no por sus aderezos. Continuamente nuestro ser mortal esta denunciando todas nuestras injusticias y desigualdades proféticamente y confesando nuestra igualdad radical. En este sentido, en lo que toca a los cristianos, hemos de ser conscientes que nuestro mensaje de resurrección nunca será creíble si no llegamos a la muerte  con un compromiso radical a favor de la justicia y la libertad para todos. Toda predicación de la resurrección en torno a la muerte será pura ideología si  no integra la experiencia del trabajo por la  justicia y la libertad de todos los hombres. Es la muerte vivida en libertad y llena de humanidad, desde el vivir para los otros, la que se abre a la vida en el acontecimiento de la resurrección. José Moreno Losada. Profesor de escatología. 

4 Responses to ““Dani Jarque y el misterio de la muerte””

  1. Estimado Pepe:He comenzado hace poco a leer tus comentarios y quiero decirte que me gustan y sintonizo con los mismos.Gracias por estar ahí.Saludos

  2. Una reflexion densa y profunda. Efectivamente si no se entrega la vida, es como estar ausente, dormido… muerto. Me viene a la memoria la canción de Pablo Milanés: La vida no vale nada, si no es para perecer… etc.

  3. LOS TRES ULTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO MAGNO
    Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:

    1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la època.
    2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y …
    3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

    Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro, cuáles eran sus razones.

    Alejandro le explicó:
    1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
    2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
    3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos cuando se nos termina el màs valioso tesoro, que es el tiempo. Al morir, nada material te llevas. Solo se van contigo, las buenas acciones.

    “EL TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos porque ES limitado. Podemos producir más dinero, pero no, más tiempo”.

    Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porciòn de nuestra vida que nunca podremos recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida.
    EL MEJOR REGALO que le das a alguien es tu tiempo, y, SIEMPRE se le regala a la familia, o, a un buen amigo. Que mi tiempo sea tu tiempo.

  4. Poema a un joven atleta moribundo

    Cuando ganaste la gran carrera
    el pueblo entero salió a aclamarte.
    Jóvenes y ancianos te vitoreaban
    mientras a hombros te llevábamos.

    Sabio aquél que sabe escapar pronto
    allí donde la gloria no perdura.
    Pues aunque pronto crece el laurel
    mucho antes que la rosa se marchita.

    Pero tú no seguirás el camino
    de aquellos que malgastaron su gloria.
    Corredores cuya fama se extendió
    aunque su nombre perduró menos que ellos.

    Ante esa jóven cabeza laureada
    contemplarán tu cuerpo inerte
    y descubrirán entre los rizos de tu pelo
    una guirnalda aún sin marchitar.

    Alfred.E.Housman