Adviento, sin barreras, de dulce.

ENDÚLZATE Y SOLIDARÍZATE

(Dulces que rompen barreras- Parroquia Guadalupe de Badajoz)

La vida no es una noria

La imagen puede contener: 5 personas, personas comiendo, personas sentadas, tabla y comida“Ven, ven, Señor, no tardes…”  El canto de entrada nos anunciará este próximo Domingo que los cristianos comenzamos un nuevo año litúrgico. Volvemos a adentrarnos en el misterio de la humanidad y la divinidad de Jesús de Nazaret, el Cristo, nuestro Señor, en su encarnación, muerte y resurrección. Para nosotros la historia no es el lugar cíclico, no es la noria del tiempo donde todo se repite, sino que en el ciclo de la naturaleza vamos viviendo con una concepción lineal de la historia, ella es para nosotros lugar de promesa y de esperanza. Estamos llamados a vivir cada día como único e irrepetible, con un valor capaz de eternidad si se realiza en el amor fundamentado. Desde lo relativo nos abrimos a lo absoluto, por eso cada tramo, cada paso, cada año nos vamos adentrando más en el misterio de la vida y de la verdad. Vamos descubriendo con la luz de lo trascendente que lo diario es el lugar de lo fecundo, que las relaciones son el espacio de lo vivido, que lo que tenemos, sabemos o podemos sólo tiene sentido en el horizonte de una vida que trasciende el existir en el ser.  Por eso cada día tiene su afán, cada año su historia, y no dejamos de avanzar en proyectos significativos de fraternidad y de cuidado mutuo.

Los dulces  de familia y vida

Por eso volvemos a encontrarnos, al comenzar el Adviento, con la fiesta del “DULCE SOLIDARIO”, una costumbre sencilla que viene arraigando entre nuestra comunidad parroquial de Guadalupe, en el barrio de Valdepasillas en Badajoz. Se trata de algo muy sencillo y familiar, a mí me recuerda a mi pueblo, a mi casa, a mi familia de origen, que al llegar estas fechas se comenzaban a preparar los dulces que nos iban a acompañar en los días de fiesta navideños. Estos eran la base, aunque después se compraran algunos mantecados y algo de turrón. Se juntaban mi madre y mis tías, amasaban juntas, íbamos al horno del pan en el pueblo, freían los roscos… y después se distribuían entre todas las familias, y llevábamos a aquellos que no podían hacerlo o que estaban de luto ese año, y así aliviábamos su pena. Aquello tenía hasta su olor especial. Pues así ocurre el primer fin de semana, al comienzo del Adviento, en nuestra parroquia. Muchas personas se disponen, preparan sus mejores dulces, incluidas familias de Segura de León, Monjas de Talavera y de Gévora, hasta nos llega la dulzura de las mujeres del taller de los Colorines, etc. La sacristía se convierte en un almacén de familiaridad, cariño, generosidad, de alegría y hasta de buen olor, amén del buen sabor, me trae recuerdos de aquella infancia y de aquellos dulces tan familiares, tan compartidos. Y compartimos entre todos: unos traen sus dulces y otros los compran, o hacemos las dos cosas a la vez. Así las ganancias son seguras, que la Parroquia nunca pierde.

Fuera barreras

Ahora bien, como no somos cíclicos sino históricos, vivimos desde promesas y esperanzas, cada año la fiesta del dulce solidario tiene una mirada, una perspectiva. Este año el horizonte está en “romper barreras”. Nuestra parroquia está situada entre centros especiales como son APNABA Y ASPACEBA (Niños con autismo y paralíticos cerebrales). Nosotros queremos ser comunidad con ellos, no queremos que haya barreras, por eso deseamos conocerlos, compartir, celebrar juntos, sentirnos familia, y que ellos sepan que esta parroquia es su casa. Estamos estableciendo relaciones mutuas de enriquecimiento auténtico para todos. Ellos nos enriquecen sobremanera con sus experiencias, su presencia, con sus familias. Es algo maravilloso la oleada de ternura y cuidado que ejercen esas asociaciones, derrumbando barreras para crecer en dignidad e igualdad. Y eso hace que este año nuestro proyecto de concienciación y generosidad tenga como objetivo poder ayudar en objetivos de mejora de estos centros en lo que se refiere a la relación de los usuarios con su entorno. La comunidad se va concienciando de esta realidad y va colaborando, mostrando que no están solos que los consideramos nuestros. Por eso esta venta de dulces tiene una doble dimensión: nos hace más hogar, agranda nuestra familia parroquial, integra más a todos los que la formamos, pero a la vez es taller de igualdad y dignidad. Compartimos desde la alegría para ser más hermanos y más justos.

Por una ciudad compasiva

Por eso nuestro lema evangélico en este primer domingo de Adviento es claro: Despierta, abre los ojos, muévete, ENDÚLZATE Y SOLIDARÍZATE.

N.B.- Estaremos el sábado, día 2,  por la tarde a partir de las seis hasta las ocho y el Domingo, día 3, en la mañana a partir de las once. Parroquia de Guadalupe,  junto al instituto bioclimático.