Navidad, silencio por favor

En mis últimas lecturas he sido tocado de un modo especial por un pequeño libro de Pablo d´Ors titulado ‘Biografía del silencio’, lo sigo releyendo desde mi propio ser y vivir, no tanto por lo que dice sino por lo que me evoca y sugiere desde la realidad de cada día, sobre todo desde lo que se mueve y noto en mi interior. Él trabaja con una clave fundamental que podemos compartir todos y que está cercana a la de Nietzsche cuando afirma «que quien tiene un por qué para vivir resiste cualquier cómo», o a la de Saint-Exupery, en el Principito, cuando sostiene que «lo esencial es invisible a los ojos porque sólo se ve bien con los ojos del corazón». La clave de la biografía del silencio está precisamente en eso, en desnudarse ante la realidad y adentrarse en la intemperie de lo que es, para ser realmente cada uno lo que somos en lo profundo. Se trata de no deformar, con nuestros ruidos y exterioridades, lo más profundo y lo más auténtico, ni dejarnos avasallar por el ruido ensordecedor que provoca tanta insatisfacción y que radica en el fracaso y en el sinsentido de una apariencia revestida del hacer, el tener, el poder e, incluso, del placer inseguro y pasajero.

Recientemente fallecía el sociólogo Bauman, que analizaba nuestra sociedad actual y su cultura, calificándola como «líquida», término que en principio puede parecer hasta ambiguo o ambivalente, porque si por un lado nos habla de ausencia de solidez y firmeza, para posible fundamentación segura, por otro nos abre al mundo de las posibilidades y de la flexibilidad, de poder dar formas y modos que sean nuevos y respondan a nuevos tiempos. Pero su interpretación era profética en el análisis, demandando una buena revisión. Según él, vivimos en una sociedad líquida, es decir inestable y fugaz. La globalización y el consumismo deshumanizan al hombre. El mundo está en constante cambio, todo está regido por el dinero, el individualismo y la búsqueda de poder.

La sociedad del compra y tira ha impregnado también las relaciones humanas. Se trataría como una revitalización, agigantada, del principio filosófico de Heráclito cuando afirmaba que «nadie se puede bañar dos veces en el mismo río», porque el agua del río está constantemente cambiando. Siglos después, Bauman, avisa del peligro que supone llevar esta corriente cambiante al ser, al vivir, al sentir, y hasta el mismo amor de los humanos, donde puede llegar a ser tan normal cambiar de móvil como de pareja. Se trata de los efectos de la insoportable levedad del ser, hasta en el amor. Por ese camino la Navidad está agotada, la divinidad se escapa de lo humano mucho más que lo humano de lo divino, porque aterrizan divinidades que ocupan todo el pensar, sentir y el hacer de la humanidad y de la historia. Se mueven hilos, aparentemente solos, que están dirigidos desde claves y valores muy concretos y dualistas, anverso y reverso de la moneda-valor en curso, como: el consumo-placer, la riqueza-eficacia, el poder-desigualdad, rapidez-inseguridad, hipercomunicación-soledad. Los intereses, organizados planetariamente, se divinizan y someten la historia mundial: mercados, políticas, ideologías, fuerzas; todo con halo de misterio insondable para los humanos, con una realidad que envuelve y determina en el desconocimiento de nosotros mismos, sin poder hacer nada.

Avisa Pablo d´Ors, en ‘Biografía del silencio’, cómo el ser humano de a pie, que busca vivir y que su vida tenga sentido, huye adentrándose en su propio yo por caminos que le despojan de su ser y su verdadero sentir. Ante el miedo de divinidades tan impuestas, nos centramos en un yo con armaduras férreas para conseguir ser fuertes en la realidad y aliarnos con ejércitos ganadores, buscando la excelencia en los caminos del éxito, el triunfo, el consumo, el poder, el placer. Y entendiendo que todo lo que obstaculiza alguno de estos objetivos es destructivo y acaba con la vida, con nuestra seguridad y nuestra felicidad. Cuando esto ocurre el dogma de lo externo se impone como la dosis necesaria de la vida. Entregamos el alma y salir de este enredo vital no es fácil, es todo un reto.

En esta sociedad líquida para evitar el ahogo, el primer paso, con necesidad farmacéutica de urgencia, ha de ser el camino del silencio, o lo que es lo mismo, dejar a la realidad que sea y propiciar que ante la realidad también aparezca lo que realmente nosotros mismos somos ante ella. El silencio como camino de autenticidad –búsqueda de nuestro yo–, no se trata de huir y alejarse de lo real, sino adentrarse en ello sin armadura ni seguridades falsas, abiertos a la intemperie para ser en el mundo, estar en él, dejarnos hacer y vivir desde lo más auténtico y verdadero que existe en nuestro interior. Pasar de ser desalmados a almados, desarmarnos para armarnos con la verdad de la vida. En cristiano es lo que se propone en el misterio de la Navidad, cuando celebramos la encarnación de lo divino, la aceptación de que Dios se da en lo más humano, sin más caretas ni disfraz que lo cubra, no puedes estar más claro el Evangelio lucano, lo proclama el ángel en la noche de la Navidad, en la noche de la humanidad-divina: «Ésta será la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». La humanidad hoy tiene que volver a ella misma, convertirse, y adentrase en su interior por el camino de la desnudez y la intemperie, estamos llamados a ser, en hacernos por dentro está la verdadera felicidad, porque ésta es una tarea interior. No hay otro camino o verdad, o nos abrimos al ser, al espíritu de la vida, o sucumbiremos ahogados en lo falsedad de una liquidez que está ahogando a la historia actual en la patera de este siglo. No hagamos ruido en la Navidad, silencio divino por favor.

One Response to “Navidad, silencio por favor”

  1. Querido Pepe, aunque hace mucho que no escribo comentarios, te sigo igualmente.
    Quiero recomendar, a ti y a todos, un libro inspirado que me llevó hacia el silencio y el interior, de un modo, que podría decir: fue una conversión.
    “El Cristo interior” de Javier Melloni; 12 euros, impagable.
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    Te felicito esta Navidad y todos tus días.