Pastores de lo humano y de lo común -del nosotros-

La humanidad necesita pastores de lo sencillo y de la entrega. En esta situación se nos está revelando que es lo esencial e importante, lo necesario. Hoy como nunca se nos desvela que no hay otro camino que el “nosotros”, fundado en la armonía del amor creador y creativo, lleno de ternura. Lo que se centra en el “ego”, personal o patriótico, en poder y en riqueza, lleva a la muerte y la destrucción. ¿Dónde están y quienes son los pastores de la humanidad que conducen al nosotros de una ecología integral, de una armonía total y global?

Habrá un solo rebaño y un solo pastor…

“Os daré pastores según mi corazón”

Pastor

La realidad nos ha hecho evidente la verdad del amor y del acompañamiento. El descubrimiento del nosotros se hace a marchas forzadas, ha sido el mal que desvela nuestra vulnerabilidad quien nos ha despertado a la comunión, a la red de lo humano, a la necesidad del otro, a la construcción del nosotros, sin el cual no hay salvación. ¿Pero dónde está el fundamento que lo sostiene, la verdad que lo ilumina, el amor que lo dinamiza?

Nosotros creemos en el amor fundante y primero, que dio vida y razón a toda la creación, lo hico como un todo para la armonía. Ahí está el paraíso en la paz, serenidad y alegría de la armonía. La naturaleza, el hombre y Dios, con una corriente de donación y voluntad sin medida. Lo hizo de la nada y porque su amor lo conducía. Cuando la realidad se abre al amor de la armonía en lo comunitarios, entonces, se despliega la vida sin límites, amanece la justicia y nos alimenta lo digno y lo bello. Cuando la corriente de donación y de amor, se rompe por la separación de un ego idolatrado llega la desgracia, la mentira, la injusticia y la muerte. Es entonces cuando queremos volver a la fuente, a por el agua de la vida, a por los pastos que nos reúnen de nuevo en el verdadero rebaño de una humanidad que se hace nueva y vuelve por los caminos de la reconciliación y de la verdadera fraternidad.

Hoy necesitamos volver a esa corriente de la armonía, de la ecología integral, del nosotros universal y amado, del rebaño reunido y sanada. Necesitamos un pastor que nos de la vida, que nos alimente, sane, anime, conduzca, pastor de lo natural, lo humano y con amor divino. Y nosotros lo hemos encontrado en Jesucristo, en su humanidad, en su cuerpo entregado, en su agua llena de vida que quita la sed para siempre, en su evangelio lleno de alegría para la historia. Hoy toca contemplarlo y seguirlo.

Past

Da la vida por sus ovejas, no hay otro Dios más cercano. En la persona de Jesús hemos descubierto la ternura y la vinculación extrema en el amor, Él es el buen pastor. No hay nada en nosotros que le sea ajeno o indiferente, vive por nosotros y para nosotros. Resucitado está entre nosotros y lo hace como el que sirve, para que tengamos vida abundante.

 La aventura digna para nosotros es estar en su rebaño, seguirle, comer sus pastos, descansar en su redil y entrar y salir por El, que es la única puerta válida. La puerta de la verdadera comunidad que genera salvación e integra a todos para que nadie se pierda.

 El amor integra y cura, el buen pastor genera una red de encuentros y vida entre nosotros, vínculos sagrados y eternos. Abrir nuestros corazones a su voz es romper límites y hacerse universales, sobrepasar el individualismo con la fuerza de la generosidad y de la comunión.

Un solo rebaño porque uno sólo es el pastor, una sola es la vida que se nos da gratuita y que pertenece a todos. Cómo no bendecir hoy a ese buen pastor por toda la humanidad que, en esta briega de noche pandémica, conducidos por los silbos amorosos de este Cristo, se han hecho pan de vida, agua sanadora, luz y consuelo de los sufrientes. Dios, en Jesús, sigue dando pastores de humanidad a la tierra y a la calle, al campo y a la ciudad, los hay en todas partes, allí donde una persona cualquiera, en lo más anónimo y oculto, hace un gesto de entrega y de construcción del nosotros más allá de su propio interés y propio ego, allí está el buen pastor.