Ecología integral y cristología cósmica

Ecología integral y cristología cósmica: “A tu nombre da la gloria”

El momento actual donde la tierra grita, el ser humano enferma y nos sentimos llamados a un cambio profundo, hemos de redescubrir nuestra vocación para la alianza para la ecología integral, la que unifica y nos redime en nuestro verdadero origen y en la verdadera glorificación de nuestro Dios. Es el momento de recobrarnos como criaturas en la alianza de la creación. Es el momento de la fraternidad universal.

“Glorifica tu nombre”

La gloria de Dios y del hombre

El hombre y Dios

El ser humano es un buscador nato, cuando se rinde y se acomoda en el camino, pierde su esencia e identidad, se rompe a sí mismo, desconecta de la realidad y no ve a Dios.  Pero no es ese nuestro destino. Hemos sido creados para la Gloria.

Nacemos a la vida en un espacio por hacer, venimos de la gratuidad y buscamos la realización en el quehacer de nuestra existencia. Necesitamos ser amados y amar, o mejor, tomar conciencia de lo amados que somos y de la capacidad que tenemos para amar. Somos seres para la alianza, porque nos podemos mover en el ámbito del amor.

El momento actual donde la tierra grita, el ser humano enferma y nos sentimos llamados a un cambio profundo, hemos de redescubrir nuestra vocación para la alianza para la ecología integral, la que unifica y nos redime en nuestro verdadero origen y en la verdadera glorificación de nuestro Dios. Es el momento de recobrarnos como criaturas en la alianza de la creación. Es el momento de la fraternidad universal.

Vinimos a la historia en el marco de una creación paradisiaca, en la que la esencia de todo lo que era se fundamentaba en la corriente de amor que nacía del Padre y, pasando por todas las criaturas, se glorificaba en su imagen amada, la humanidad. Todo estaba llamado a la armonía, a la alianza en la fuente de la vida donada. Y a lo largo de la historia Dios nos ha manifestado su ser, su nombre, su gloria, en el deseo permanente de alianza y salvación: “Así será la alianza que haga con ellos…meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones…seré su Dios y ellos mi pueblo”. No hay otra clave de glorificación de Dios que la gloria del hombre, entendida en el marco amoroso del perdón y de la alegría de una verdadera alianza.

El hombre creyente que confía en Dios se abre a esta gloria y deja que Dios cree en él un corazón puro. Es la meta de la verdadera alianza, no hay otro horizonte para el ser humano que ser limpio de corazón para poder entrar en la visión de Dios, en su gloria. Ver a Dios es entrar en su casa, vivir en familiaridad total, comer con él, participar en su amor y su vida diaria. Hemos sido creados para la gloria de Dios y esta es llegar a sentir en nuestro corazón que él es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo, que nos conocemos en el verdadero amor.

En Cristo, en su humanidad glorificada por el Padre, encontramos el camino que sacia nuestra búsqueda interior y profunda. Él es el camino, quien lo ve a él, ve al Padre. Su modo de pensar, sentir, actuar, marca el horizonte de un proyecto de vida que sacia la sed con la que caminamos en la existencia.

Encontrarnos con Cristo y entrar en sus sentimientos es el modo de glorificar a Dios y de sentirnos nosotros glorificados. Dichosos nosotros si ya vamos sintiendo la atracción de Jesús de Nazaret, si nos sentimos seguidores suyos en el vivir de cada día: en la casa, en la calle, en el trabajo, en la comunidad… Ahí es donde podemos dar gloria a Dios.

La clave de la gloria está a mano: “Si cae en tierra, muere, da mucho fruto”. La eucaristía es el sacramento de la gloria, de la vida que se entrega, en la que Dios, renueva esa alianza eterna y amorosa. Dichosos los que estamos llamados a esta mesa, Él nos dará un corazón puro y nosotros le veremos tal cual es.

Nuestra oración se une al grito del cosmos y de lo humano en la proximidad de la pascua:

 – La humanidad grita con la tierra, estamos rotos y necesitamos la sanación, la armonía, la alianza. Oremos a Dios Padre para que nos abra la fuente del agua de la vida en la que podamos purificarnos, adquirir un corazón puro que nos saque de todo nuestro egoísmo, consumo desorbitado, prisas y nos ayuda a entendernos en la alianza de un mundo fraterno y justo.

 – El mundo necesita una política de acuerdo y alianza. Te pedimos Señor, que ilumines a la clase política de nuestro mundo para que anteponiendo el bien común a los propios intereses, den mucho fruto a favor de un nuevo orden social.

 – Andamos desorientados y perdidos, a veces, con angustia y tristeza. Ayúdanos, Señor a descubrir tu atracción, a dejarnos seducir por tu palabra y alimento. Que sepamos caminar por la oración y el compromiso, en un seguimiento sincero a tu persona, que veamos el corazón del Padre bueno.

 – Son muchos los seres humanos que hoy, en sus vidas mortales, gritan y lloran con lágrimas de sufrimiento injusto. Que la Iglesia, cada uno de nosotros, sepamos ponernos a la escucha de los pobres y los últimos para saber entregarnos y aprendamos a ser generosos y justos con ellos.