Desear la vida, buscar la muerte (El miedo ante el suicidio)

Las noticias nos sorprenden cuando nos dan los datos de las personas que deciden acabar con su existencia porque se les hace insoportable la vida. En España son casi diez personas diarias, en muchos casos personas jóvenes. Traigo a colación este tema en este día en que nos volvemos para mirar la la muerte como condición humana. Una oración por aquellos que sienten la tentación de destruir su existencia porque no encuentran paz y sosiego para vivir. Una interpelación para el cuidado mutuo

Oración con padres angustiados

vida

El día de los difuntos nos hace rememorar nuestra fragilidad y nuestra condición mortal, lo hace desde los seres queridos que ya no están con nosotros, pero que permanecen en nuestro recuerdo amable y querido. Pero hoy mi reflexión en torno a esa muerte, en este contexto de los difuntos, viene dada desde una experiencia de dolor en vida, desde unos padres que sienten la angustia y la impotencia ante una hija querida que en más de una ocasión ha intentado morir, dejar la existencia porque se le hace insoportable.

Tiene nombre de luz y está en tinieblas, el misterio del vivir se le hace angustioso, desea liberarse. Son poco más de veinte años y lleva ya un lustro de mucho sufrimiento.  Los que la quieren y la rodean tratan de ser favorables a ella para que encuentre luz, paz, sosiego. Los profesionales buscan con todos los medios medicinales, tratamientos, hospitalización…responder a esta situación enfermiza y agonizante. No se ve horizonte, pero hay que seguir luchando.

Son padres creyentes, buscan a Dios en esta realidad, oran intensamente y nos piden oración a los que somos cercanos, a los que saben que los sentimos miembros de nuestra comunidad cristiana. Vuelve a nuestra consideración la noticia de los suicidios en España, unos 3,500 al año, casi diez cada día. Muchos de ellos jóvenes. Sentimos mucho temor.

Qué misterio de dolor y oscuridad, cuanta necesidad de reforzarnos en el cuidado mutuo, la atención afectiva, la estima compartida, el horizonte de lo sano y del cuidado de nuestro interior, la aceptación de los límites y de las debilidades. La muerte tan callada, tan ocultada y a la vez tan presente, tan fuerte, y en casos tan deseada por no encontrar vida en la existencia, por querer liberarse de un dolor que impide vivir en paz, aunque aparentemente no tenga razón ni fundamento alguno.

No somos dioses, somos criaturas, necesitamos todos de todos, el misterio nos sobrepasa y necesitamos la luz interior. Imagino la oración ante el Dios de la vida de estos padres entregados, que han recibido la vida como don y que desean cuidarla y protegerla en el ser de su hija querida. Me uno a ella y pido a todos los que creemos en nuestro interior trascendente que hagamos cadena de contemplación, de súplica, de confianza ante el Señor de la vida y de la misericordia, para que nos envíe su espíritu y su luz para esta joven, hija y hermana. Líbrala Señor, de este mal, de esta oscuridad, y enséñanos a amarla y consolarla en su tribulación. Que pueda desear la vida, la del espíritu y el amor, sin buscar desesperadamente la muerte.