Un importante sector de Iglesia sigue siendo clerical y endógamo
Al hablar de “un importante sector de Iglesia” me estoy refiriendo a todos aquellos (personas o instituciones) que en su mente y en su corazón, desean, y luchan por conseguir, una iglesia con poder, con prestigio humano, con capacidad para juzgar lo divino y lo humano; una iglesia con intereses creados, dominadora y llena de prejuicios contra el mundo y sus realidades; una Iglesia alejada del ideal evangélico, que rechaza el riesgo, porque desconfía del Espíritu, y no quiere contar con otros posibles criterios, por sentirse autosuficiente. Y esta iglesia existe en los de “arriba” y en los de “abajo”, en los que mandan y ordenan, y en los que tratan de mandar y ordenar, aunque no tenga directamente esa responsabilidad. Esa iglesia es muy “clerical” o muy cercana al clero; sobre todo al clero alto y con poder.
La parte de iglesia descrita, además de muy clerical, es también “endógama”. Es decir, se alimenta a sí misma, piensa en ella misma, vive para su auto-crecimiento, se mira constantemente al ombligo, y es miope para los problemas serios, urgentes y actuales del mundo.
Pero para ser justos y realistas, tenemos que convenir que hay otra parte de la iglesia conformada por personas más de “a pie de calle” (sin que falten también algunos de los que están en la altura con un espíritu evangélico. Que también se encuentran en la viña del Señor). Esta iglesia, pueblo de Dios, comunidad de elegidos, trabaja por el Reino de Dios; vive en el mundo y para el mundo; forma parte de la iglesia universal, pero cumple su misión en el mundo, ese mundo que debe ser evangelizado, al mismo tiempo que se evangeliza a sí misma.
Esta iglesia, menos ruidosa, que no escandaliza, sino que agrada y sirve de contrapeso a la otra, es la que debemos engrosar para ser coherentes con nuestra fe. Hay personas, familias, comunidades, grupos, que están en esa dirección, en la del evangelio, en la del Reino. Por eso, es motivo de dar gracias a Dios porque suscita seguidores al estilo de Jesús y de los santos que en el mundo han sido (y son).
Creo que vale estar esperanzados, porque los brotes verdes de una primavera eclesial, siguen despertando. Es verdad que hay ramas secas, ramas que no dan ni hojas ni frutos. Llegará un día en que el Señor haga que se corten como la higuera seca del evangelio. Entre tanto, tengamos paciencia y esperanza: las fuerzas del infierno no prevalecerán.
Tengamos paciencia con la cizaña que crece al mismo tiempo (y mezclada) con las espigas sanas; no sea que al querer arrancarla deprisa, dañemos el buen fruto. Pero seamos clarividentes para saber detectar lo bueno y lo malo; lo que es de Jesús y lo que es fruto del error humano, buscado o no. Y ojalá que nadie pretenda ser de Cefas, de Pablo o de Apolo, sino sólo de Jesús, único Salvador.
¿Cuáles son algunos de los objetivos-retos importantes para una pastoral eficaz y urgente? Una evangelización de corte misionero “descarado”, que tenga presente a los alejados, los indiferentes o no practicantes y la necesidad de un laicado adulto, formado y comprometido con la Iglesia y con las realidades terrenas. Para este primer objetivo es necesario, agentes de pastoral preparados, y nuevas estructuras parroquiales y diocesanas: nuevo estilo, nuevas formas de catequesis, liturgia renovada y viva, etc…
Hay un buen número de laicos que están pidiendo a gritos encontrar su papel en la Iglesia y en el mundo. Pero se les va “concediendo” con cuentagotas. ¿Hay miedo en la Iglesia que manda, a perder su poder clerical? Si no lo es, al menos lo parece. Los laicos quieren ser, no solo los oídos y las manos de la iglesia, sino también “palabra” en la iglesia.
Necesitamos una Iglesia para todos, pero desde los pobres.
Para crear un clima de evangelización, hay que acercarse al pueblo con entrañas de misericordia y comprensión, sin autoritarismos, con un lenguaje sencillo e inteligible. Y siempre desde la humildad del que ofrece lo que no es suyo.
El mundo, sus gentes en general, están hambrientos, deseosos de algo que les llene el espíritu. Aunque haya mucho materialismo, no deja de haber un anhelo de lo espiritual; el hombre no es sólo cuerpo y materia, es también espíritu, sentimiento, alma. Hay una necesidad sentida de Dios, se le llame como se lo llame, y además, muchas veces sin saberlo. Es una necesidad de trascendencia que no saben expresar.
No se puede ser creyente sin experiencia religiosa; y no se puede ser cristiano, sin experiencia de Dios. Seguramente son proféticas las palabras de Rahner, cuando afirma que “el cristiano del futuro o será un místico, o no será cristiano”. Y aclara diciendo que el “místico” es aquel que “ha experimentado algo”.
En un artículo de Joaquín L. Ortega, director de la BAC, soñaba con una Iglesia del tercer milenio, que fuese:”Hondamente religiosa, que mirase a Dios y sus misterios, contemplativa, adoradora, rendidamente agradecida e intensamente orante; una iglesia samaritana, ventilada… bienhumorada, apacible, serena, bondadosa, amable, alegre y cariñosa”. Porque decía que “durante siglos, la iglesia ha tenido fama de gruñona, distante, triste, pesada y cejijunta”.
Es hora de que el evangelio resuene en el mundo y para el mundo, como “buena noticia”.
Félix González
Las conversaciones, los planes, los deseos que queremos ver cumplidos, las afinidades que buscamos en otros, las lecturas…¡todo debería delatarnos como ‘tocados por algo’!
De la gente se dice: ‘solo piensa en ganar dinero’, ‘en los hijos’, ‘en comer’ o ‘en ligar’. ¿Y de cada uno? ¿Qué podría decirse? ¿No debería ser una condición tan importante como para que no pueda pasar inadvertida?
Cada línea del Nuevo Testamento valdría para vivir convencidos ¿Tenemos que esperar a que la parte institucionalizada de la Iglesia se derrita en caridad?
¿Puede un enamorado esperar al amor si a su padre ya no le interesa?
¿Han pedido permiso a los gobiernos dictatoriales, en Túnez o en Egipto, para gritar democracia y libertad y echarse a las calles?
P. Félix, con todos mis respetos, permítame una palabra disonante. Me parece genial que usted y los lectores de este blog se expresen libremente. Por eso yo, que también soy lector, lo hago ahora.
Me cansa el discurso que mantiene sobre la Iglesia, la crítica constante a la jerarquía, lo que supone de alguna manera, una negación de la acción del Espíritu Santo en ella, no por la crítica, sino por ser constante. Me cansa su insistencia la distinción entre dos iglesias, discurso ya muy manido que deforma la verdadera identidad e imagen de la Iglesia y que, salvo en raras excepciones, es fruto de un pensamiento ideológico que desemboca en una fácil dicotomía maniquea.
Reconozco este estilo en muchos sacerdotes que vivieron sus años de juventud en los 60 y los 70, que hicieron mucho bien a la Iglesia, pero creo que ahora pecan de aquello que critican a la Iglesia. No se han adaptado a los tiempos, y prueba de ello es que el discurso no cambia. No se puede seguir juzgando a la Iglesia desde los mismos dogmas ideológicos que se propugnaron hace 40 años.
De verdad, no entiendo la necesidad de repetir este discurso, ni la clarividencia con la que habla de los problemas ad intra y ad extra de la Iglesia. Imagino que ud dirá que son opiniones, pero repase el lenguaje que utiliza: creo que carece de humildad. Y, disculpe, pero esto último no lo afirmo de usted, sino de su discurso tal y como lo percibo.
Esta noche me voy a la cama triste y enfadado. Perdonen quienes lean este comentario la vehemencia del mismo.
Para Buenomártir:
“Y esta iglesia existe en los de “arriba” y en los de “abajo”, …” No habla Félix solo de la jerarquía.
Para diez obispos que hay en una misa que cargan contra el matrimonio ‘civil’ homosexual hay miles, ellos cuentan hasta el millón, de fieles ultraconvencidos de dónde está el bien y dónde, el mal. Son los herederos de los que comieron del árbol del bien y del mal y están condenados a juzgar entre buenos y malos.
En el Reino, como anticipo del nuevo Paraíso, el amor está por encima de la Ley y no hay más responsabilidad que los hermanos que sufren.
No estés triste, porque todos buscamos el Rostro de Dios y Dios está en los rostros más insospechados, es el Espíritu el que nos concede verlo.
Muy estimado Bueno Mártir: en primer lugar, gracias por leerme, y por manifestar sinceramente tu opinion. Estoy siempre a favor de la libertad de expresión, siempre que se haga con respeto a las personas y sus opiniones. Coincido, también en tu amor a la Iglesia, que es lo que a mí me lleva a hacer una crítica de lo que yo (y muchos) pensamos. Creo que sí hemos sabido adaptarnos a los tiempos, aunque tú piense que no. Y además, pienso que bastante mejor que los más jóvenes. La experiencia de los años, ayuda. Y haber vivido el Concilio, también.Mis críticas no nacen del desprecio, sino del amor. Me gustaría que volvieses a leer mi post, y pudieses darte cuenta de que no hablo de toda la Iglesia, sino de un sector, como dice el mismo título. Y además no hablo exclusivamente de la jerarquía, sino también de “los de “a pie”. ¿No es verdad que un tanto por ciento elevadísimo de cristianos vive de espaldas al mensaje de Jesús, y de su iglesia?. Y eso es lo queme duele. Pero al mismo tiempo hablo de otra parte de la Iglesia (jerarquía y pueblo) que no ayudan a que el Reino de Dios se vaya instalando en este mundo. Y no digo que haya malicia, sino error. ¿Te has preguntado alguna vez por qué la iglesia ocupa el último lugar, junto con los políticos, en estimación de los jóvenes, y de muchos adultos? Basta con leer las últimas encuestas de la Fundación Santa María, para comprobarlo. ¿Todos se equivocan en sus juicios a la Iglesia?
Por otra parte, pienso que sólo haciendo opinión y denunciando los errores es como se avanza. Los mismos apóstoles tuvieron que denunciar ciertas irreguloaridades en los comienzos de la iglesia, Recordemos el caso de Pablo y Pedro.
Amigo Bueno mártir,hubiera preferido tener una conversación sosegada y tranquila contigo. Hablando se entiende la gente. Pero como no es posible, quiero dejar este pequeño escrito (necesariamente incompleto) , no para rebatirte tus opiniones, a las que tienes derecho, sino para puntualizar mi manera de ver el tema. Gracias nuevamente por tu crítica, y no estés triste ni pierdas el sueño. De una manera o de otra, los dos queremos a la Iglesia y la deseamos lo mejor.