Las tres “semanas-santas”
Hace tiempo escribí sobre las dos “semana-santas”; hoy tengo que añadir una más. Es decir otra manera más de celebrar esa “semana”. La primera y más importante, sin duda alguna, es la que se celebra en el templo. La semana santa de la liturgia, en la que revivimos sacramentalmente la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Es la que todo cristiano debería celebrar, y la que menos celebran desgraciadamente.
La segunda es la representación “callejera”, la que se celebra en la calle, con los desfiles procesionales. Grandes multitudes se congregan para contemplar los “pasos” que representan los momentos más importantes de los acontecimientos vividos por Jesús en aquellos días. Esta celebración es una mezcla de religiosidad popular, de folclore y de entusiasmo estético. Es una fiesta. Las gentes necesitan salir a la calle, convivir, salir de la rutina cotidiana. Podría ser un complemento vistoso, artístico y bullanguero de la verdadera celebración.
La tercera es una semana de vacaciones. Mucha gente, cada vez más, sale de su lugar de residencia, camino de las playas, o aprovechando esos días de asueto, en que no hay colegio y pocos días laborables, para hacer turismo. La semana santa se convierte en unas cortas vacaciones, independientemente de las celebraciones propias de esos días. No voy a juzgar ninguna de las tres opciones. Cada uno tiene que ser responsable de su elección. Pero no cabe duda de que se ha desvirtuado la “semana santa”, sobre todo en la tercera opción. Cosa no fácilmente comprensible para un creyente. Una creciente secularización va minando la importancia del hecho cristiano. La cultura del bienestar va desdibujando lo que son las prácticas y celebraciones cristianas. La pérdida de fe y compromiso cristiano, van relativizando las manifestaciones de la vivencia cristiana, haciendo poco significativa su práctica.
A mi modo de ver, entre las causas principales, aunque son muy diversas, estarían las siguientes:
- La creciente secularización que ya hemos citado.
- El tratamiento del aparato legislativo del Gobierno, que no facilita, y más bien entorpece o anula los principios religiosos de la sociedad, con leyes que poco a poco se van asimilando con el trascurrir del tiempo.
- La falta de una adecuada formación; y una fe inmadura poco personalizada, expuesta al vaivén de los vientos que soplan.
- El hedonismo creciente de una sociedad sin grandes y serios valores.
Todo ello facilita y empuja a subvertir los valores cristianos, y la práctica de su vivencia.
Félix González
La cuarta, podría ser, la Semana Santa interior:
aceptando nuestros sufrimientos;
reconociendo que somos hostigadores pasivos y activos de los demás;
aprendiendo a callar cuando es inútil;
viendo en Judas que vendemos la vida de los hambrientos;
dejándonos conducir por el Padre que perdona siempre;
muriendo a nuestros pequeños horizonte porque Dios nos sostiene para un horizonte mayor.
En realidad, Susana, podríamos decir que hay tantas Semanas Santas como personas. Porque cada uno las vive de forma distinta. Esa “cuarta”, que describes tan acertadamente, es también una de ellas.¡Felices días santos!