El Evangelio no es siempre fácil
No, no todo es fácil. Aunque hay partes más fáciles que otras. El texto a que me refiero, trascrito más abajo, es de las partes que me parecen más difíciles, por nuestra manera de ser. Veamos.
”Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo que no opongáis resistencia al que os hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en tu mejilla derecha, ofrécele también la otra. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. Da a quien te pide y al que te solicite dinero prestado no lo esquives”. (Mt.5,38-42).
¡Cómo debieron resonar estas palabras en aquellas gentes, que tenían tan metida en el alma la necesidad de la venganza!; ¡y cómo resuenan todavía hoy! No es fácil seguir el ejemplo de Jesús; no lo es, pero no deja de ser el camino de la perfección a que nos invita, el camino del verdadero amor: “porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?”
Es un texto aparentemente duro y difícil de cumplir. La “ley del talión” judía, era una norma que trataba de que el castigo o la venganza no sobrepasasen en dureza al mal recibido; debía ser proporcionado a la ofensa recibida. El término “talión” deriva de la palabra latina “talis” o “tale” que significa “idéntica o semejante”. La expresión más conocida de la ley del talión es “ojo por ojo, diente por diente” que aparece ya en el libro del Éxodo. Constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre daño recibido en un crimen y daño producido en el castigo. Se trataba de evita una venganza mayor al daño recibido.
Sin embargo, Jesús desestima esta norma, sustituyéndola por el perdón. Y pone una serie de ejemplos prácticos a la hora de reaccionar contra el mal recibido.
Naturalmente, no hay que tomar estas expresiones al pie de la letra, sino lo que quieren decir: nada de venganza, sino perdón. Jesús lo puso en práctica durante toda su vida, y más descaradamente en su crucifixión:”Perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Cuando algunas veces he explicado estas palabras de Jesús, u otras parecidas, siempre he encontrado personas que me han dicho que son incapaces de ponerlo en práctica.
Mi respuesta, siempre ha sido: El evangelio es para todos, porque es una invitación a seguir a Jesús (que eso es ser cristiano). Hay que reconocer humildemente la limitación, la impotencia, de momento, para vivir plenamente el evangelio. Por eso hay que reconocerlo, pedir perdón, y rogar a Dios las fuerzas y generosidad suficientes para ir superando nuestra humana impotencia para la puesta en marcha de algunos rasgos del evangelio. Pero nunca está uno exento de vivir todo el evangelio.
Félix González
Nos pasamos la vida ‘buscando su Rostro’.
Su Rostro es el propio. Todo lo que hagamos ¿’de más’? será nuestra experiencia de Cristo.
Susana: El rostro de Cristo hay que buscarlo en el rostro de nuestros hermanos, de los más marginados, de los más débiles, de los “sin rostro”.