Anuncio de dos traiciones
Martes Santo. El cerco se va cerrando. Jesús es cada vez más consciente de su próximo destino. Y quiere dar la última oportunidad a Judas, para que recapacite: “Uno de vosotros me va a entregar”. Es en la última cena; la cena de despedida. Y por si acaso no es suficiente la advertencia, ante la pregunta de Juan interesándose por quién iba a ser el traidos, Jesús lo dice con la mayor claridad:”Aquel a quien yo dé este trozo de pan untado”. Y dirigiéndose a Judas, le dice: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. Imposible decirlo con más claridad y más delicadeza. Pero cuando uno tiene decidido algo, y embotada el alma, no tiene capacidad de reaccionar. Dice el evangelio que Judas , “después de tomar el pan ofrecido por Jesús, salió inmediatamente”. Y añade el evangelista: “Era de noche”. Es posible y probable que se hubiera hecho ya de noche; pero sobre todos era noche oscura en el alma de Judas, estaba cegado por el odio, la venganza y la avaricia.
Después le va a tocar a Pedro, el intrépido, el hombre fiel, el amigo de Jesús. También él va a flaquear, a pesar de su arrogancia y seguridad. Jesús también se lo dice bien claro; de esa manera puede estar más sobreaviso y no caer: “Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces”. Pedro no puede creerlo; se considera demasiado fuerte ante el peligro, confía demasiado en sus propias fuerzas. ¿Negar a Jesús, con el que ha compartido tantos ratos buenos y malos? ¡Imposible!
¡Qué verdad aquello de:”el espíritu es fuerte, pero la carne es débil”. Todos lo sabemos por experiencia propia y ajena. Los buenos propósitos, las buenas intenciones, no faltan; pero constatamos frecuentemente que la debilidad está presente en nuestra vida.
Tal vez no llegamos a ser otro Judas; pero sí que nos podemos identificar con Pedro. ¡El final de uno y otro es tan distinto…! Judas se suicida; Pedro, llora su pecado. Judas desconfía del Maestro (tal vez nunca confió en él), mientras que Pedro no duda del perdón. Y lo encuentra. Y es designado por el mismo Jesús a quien negó un día, comola piedra sobre la que funda su iglesia.
El ejemplo de Pedro es el que tenemos que seguir tantas veces en nuestra vida. Seguro que caeremos, pero que sea, también, seguro, que seguimos confiando en su misericordia y su perdón. Decía hace poco el Papa Francisco, que Dios no se cansa nunca de perdonar.
Martes Santo, camino de la cruz y camino de la Resurrección. Ojalá nuestro corazón se vaya moldeando durante estos días primeros de la Semana Santa, para vivir a tope los grandes misterios del Jueves, Viernes y domingo de Resurrección.
Félix González
No estaré conectada estos días.
¡Feliz Pascua de Resurrección!