Corazones en red

(Guardaos de toda clase de codicia)

A Jesús acudía mucha gente para que les ayudase en sus problemas. Generalmente eran enfermos que esperaban la curación. Seguramente acudirían a él, también, en otras necesidades. Y unas veces podía resolverlas y otras no, porque no dependían de él. Muchas cosas eran fruto de mala convivencia entre ellos; y eran ellos los que debían solucionarlo. No podemos esperar que Jesús (que Dos) nos solucione los problemas. El caso que hoy nos presenta el evangelio pertenece a este tipo de cosas que cada uno debe resolver, sin esperar milagros. Se le acerca uno pidiendo a Jesús que le diga a su hermano que comparta la herencia con él. Se ve que no había buen entendimiento entre los hermanos a la hora de la herencia (como suele ocurrir muchas veces entre hermanos, a la hora de repartir o recibir las herencias). ¡Cuántas enemistades se producen en las familias por causa de las herencias!

Jesús le contesta:”Hombre ¿quién me ha nombrado a mí juez o árbitro entre vosotros?” Poneos de acuerdo. Y a continuación añade Jesús:”Guardaos de de toda clase de codicia. Pues, aunque uno tenga muchas cosas, su vida no depende de sus bienes”.

Y por si acaso no han entendido bien sus palabras, les pone una parábola, un ejemplo. “Un señor que hace una gran fortuna, y se dice a sí mismo: Hombre”, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe, y date buena vida. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te vas a morir. ¿Para qué te sirve todo lo que has acumulado? Así será el que amasa riquezas para sí mismo, y no es rico ante Dios”

Todos sabemos que estamos viviendo en el terreno político y social, una cultura de la codicia, del aprovechamiento injusto de los bienes de toda la sociedad. Mucha gente se está enriqueciendo a costa de los demás. Y eso crea una situación de desconfianza en los que tienen poder en la sociedad.  Jesús, nos ha dicho en el evangelio: “guardaos de toda clase de codicia”.

En otras partes de los Evangelios dice Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?”.

Una de las virtudes más importantes para un cristiano, es saber compartir. No se trata de mucho ni poco, sino cada uno, lo que pueda, olvidando el egoísmo de pensar sólo en nosotros mismos. Y si es importante siempre, lo es más en nuestros días, en que tanta gente necesita de nuestra ayuda. Hoy, creo, que el evangelio nos lanza el reto, a todos, de salir de nosotros mismos para pensar un poco más en los demás. Son muy válidas las palabras del evangelio:”guardaos de toda clase de codicia”.

                                                                                                                  Félix González

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