Corazones en red

Al  lado de mi casa, existe un gallinero, bastante bullanguero, por cierto, y que, de vez en cuando, nos envía cierto olorcillo, no siempre agradable.  Pero son los inconvenientes de cierta vecindad.

Digo esto, porque durante el día, y no digamos de madrugada, las gallináceas, arman una orquesta, nada sinfónica, con sus ca, cara, ca.., bullicioso y a porfía. Los gallos hacen el contrapunto, con su ki, kiri, ki.

Supongo que los gallos cantan para imponer su autoridad en el gallinero. Es como decir: aquí estoy yo. Pero el canto monocorde y continuo de las gallinas no tiene ese motivo. Su razón de ser es decir a los cuatro vientos, para que todos se enteren, que “han puesto un huevo”. Y no se contentan con liberarse de ese peso, y proporcionar el elemento principal de una tortilla, sino que necesitan (no sé si sicológicamente) manifestarlo en público, y a voces; dar, como se dice, tres cuartos al pregonero.

Y estas gallinitas, nunca sabrán que su canto (a veces molesto, por su constancia) me ha ayudado a reflexionar, a pensar en la actitud de algunas (tal vez muchas) personas, que necesita “cacarear” todo lo bueno que hacen.

Hay unas palabras del Evangelio que dicen: “Que no se entere tu mano derecha, de lo que hace la izquierda”. Pero hay quien no ha leído esa parte del evangelio. Y te cuentan, y pregonan, por todas partes (y no en voz baja), como las gallinas, que han puesto un huevo.

Personas que no saben hacer cosa buena, sin irlo contando. Como dice el evangelio, “ya han recibido su paga”.

También dice el evangelio: “…para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos”. Pero no se trata de irlas publicando; lo que dice es que tampoco hay que esconderse cuando hagas algo bueno. Si los demás lo ven, y el buen ejemplo les ayuda a obrar de igual forma, bendito sea Dios. Pero no busquemos el aplauso de los hombres. Jesús tampoco buscaba el aplauso, por eso cuando curaba a un enfermo, le encomendaba: “no se lo digas a nadie”.

                                                                              Félix González

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