Corazones en red

Hermosa frase del filósofo griego Aristóteles, que expresa con claridad su amor a la verdad. Algo que le honra.

Aristóteles había sido discípulo de Platón, a quien guardaba un gran afecto. No obstante, aunque eso era así, la verdad estaba por encima de esa amistad.

No siempre, se pone por encima de todo la verdad. Muchos, para salvar una amistad, para lograr un triunfo, para quedar bien, etc, son capaces de traicionar la verdad, con una mentira. Entonces, el propio interés pasa por encima de la objetividad de la verdad.

Hay, incluso, personas que han luchado por defender la verdad, aún a costa y riesgo de su vida, o se han jugado el puesto de trabajo, o han perdido una amistad, o una posición social. Y, aunque desgraciadamente, no es lo más normal, eso los honra más y merecen mayor admiración.

Todos los mártires, que murieron violentamente por confesar su fe, entran dentro de ese grupo de héroes de la verdad.

Yo no me canso de repetir la frase de Juan, 8, 32: “La verdad os hará libres”. En un mundo donde la mentira campa a sus anchas entre interesados y desaprensivos, necesito afirmar las dos cosas: la verdad y la libertad. Porque la una lleva a la otra.

Quien no es veraz, no es honrado, y quien no es libre, no es persona. Me refiero a la libertad de espíritu, porque puede uno estar esclavizado y sometido en su cuerpo, puede estar privado de la libertad de actuación, de movimientos, Y sin embargo retener la libertad de espíritu para no doblegarse ante el engaño, la mentira, la tortura, la esclavitud.

Hay, por otra parte, personas que tienen esa libertad de movimientos y de acción, pero no tienen libertad de espíritu, porque están dominados por el vicio, la obsesión o el miedo.

Solo la persona adulta, madura, y responsable, es capaz de ser libre. Los animales irracionales, no tienen propiamente libertad, no son libres; se guían por medio de instinto.

Por eso la verdadera libertad, esa que nos hace libres, es un bien tan preciado, y, a veces, tan escaso.

Félix González

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