“Última lección: SABER MORIR”

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ULTIMA LECCIÓN

 Hace treinta años llegué de cura, recién estrenado con veintitrés años, a Cheles; un punto central  de conexión con la población fue el colegio público, donde había un  claustro de profesores magnífico. Casi todos vivíamos en el pueblo, junto a los profesionales sanitarios, guardias civiles, etc…hoy casi nadie. Entre los maestros había gente del pueblo, de origen y de raza. Uno de ellos  era Antonio López Torrado y de él quiero hablar. Hace unos días, me llamaba un compañero y me solicitaba si podía ir a asistir a un enfermo al hospital Clideba, pues el capellán estaba ausente  y  él también estaba lejos. Fui a atenderlo y pregunté en recepción el nombre  de esta persona, y coincidió que era este maestro del pueblo. No soy persona que confunda el azar con la providencia,  soy racionalista, pero en este caso tengo que confesar que la causalidad estuvo tan cargada de ternura  y cercanía que sentí la providencia en ese momento y me alegré tremendamente de ser yo el que hubiera ido a atender a este paciente. 

La familia me indicó su gravedad  y su ultimidad, entré en la habitación y me recibió con una alegría inusitada, con una sorpresa agradecida,  y me refirió que esto lo había hecho el Cristo de la Paz. El ha sido el hermano mayor de esta cofradía popular muchísimos años. Hablamos de la vida, de sus procesos, quería reconciliarse con Dios y con todos en estos momentos últimos de su vida. Me habló de que estábamos en Agosto y que este mes era de despedida en su familia, su madre y su hermano murieron por estas fechas y él estaba ya llegando a su fin. Recordamos momentos vividos… pasó su vida por su corazón para dar gracias  y pedir perdón, lo hizo con una lucidez y una paz admirable; posteriormente llamamos a su seres queridos: esposa, hijos, hermana; quería que rezáramos juntos y recibir la unción. Sólo pedía a Dios, a su Cristo de la Paz, morir en paz y sereno. Hasta ahora se lo estaba concediendo, él sabía que siempre le había asistido y ahora  no lo iba a dejar solo. Rezamos y lo ungimos, y tras la unción, todos lo besamos, agradecidos a él y a la vida. En estos momentos hasta nos presentó deseos últimos, en su entierro  quería sencillez y  oración  por su persona y por los suyos, sin parafernalia de flores, etc.

Pocos días después  moría y celebrábamos su despedida en Cheles, donde él había sido maestro de casi todos. Al volver no podía por menos de hacer mi reflexión de la vida.

Antonio, había sabido vivir, él como el maestro de Nazaret, sabía que sólo era bueno Dios y que  a nadie debíamos llamar maestro en la tierra, porque todos debíamos ser discípulos de la vida. El ha sido un discípulo  y ha acompañado a casi todos los cheleros  en esas aulas de colegio  Virgen de la Luz; sus lecciones han sido de vida, era maestro las veinticuatros  horas del día,  esposo y padre de cuatro hijos. Pero hoy quiero homenajearlo por la última lección vivida por él y que nos ha dado a todos, a mí el primero, porque si importante es saber vivir, lo es más saber morir. Él lo  ha sabido hacer,  ha muerto en Paz y nos lo ha transmitido a todos. Gracias hermano y maestro por la última lección ¡Vivan los maestros de la vida y del pueblo¡

José Moreno Losada. Sacerdote.

6 Responses to ““Última lección: SABER MORIR””

  1. A la mayoría de las personas les dá miedo la muerte…tanto, que normalmente no se habla de ella, pues así dá la impresión que no existe.
    Se intenta ocultar la enfermedad, el dolor, la muerte, aunque es imposible separarlos de nuestra condición humana, como seres limitados y caducos.
    Por mi trabajo, estoy en contacto directo o indirecto con personas aquejadas de procesos terminales, lo que quizás haga (no sé si como medida frente al sufrimiento) que me separe un poco de lo emocional, para mirarlo desde un punto de vista más racional. De todas formas cuando recuerdo que tengo que morir siempre pido poder ser consciente de mi muerte, aceptarla con paz serenidad, sabiedo como creyente que no caigo en el vacío, sino en las manos amorosas del Padre Dios.

  2. Hola, Pepe.
    Felices EEEE. Soy yo ahora quien, desde Menton, tras lleagr ayear de mi travesia alpina y poco antes de volar de vuelta a la piel de toro, te agradece tu comentario, que me ha conmovido en lo profundo y recordadado muchas cosas, sobre todo dos:
    Una de David Werner, algun dia escribire de el: “Quien ha vivido plenamente, por lo general no teme morir; al fin y al cabo la muerte es la manera natural de terminar la vida”. Parece ser el bello caso de la bella persona de quien nos hablas.

    Otra de alguien cuyo nombre no recuerdo: “como he vivido; asi quiero morir”. Como medico he visto morir cientos de pacientes, y estoy convencido de que se suele morir como se ha vivido: quien ha pasado por la vida haciendo el bien, muere haciendolo a quienes le acompanan en ese ultimo transito; quien ha hecho el mal, asi tambien muere, haciendolo aun despues de muerto/a. Seguro que todos conocemos casos de ambos.

    Que el carpintero de Nazaret y su Padre, el Dios cristiano, te sean guia en tus dias de retiro, te ruego reces por quienes volvemos a nuestra vida cotidiana, con sus luces y sombras.

  3. Querido Pepe: Este ha sido el primer artículo que leo de tu blog y me ha gustado mucho. Gracias por estar ahí cuando se te necesita. Salu2

  4. Pepe, resulta gratificante y tonificante el testimonio de personas que acogen la muerte con sencillez. Normalmente son personas que, como afirma otro blogero (¿), vivieron a su vez una vida sencilla. La vida complicada de nuestro siglo no facilita precisamente ni la simplicidad de de la vida ni la vivencia de la propia muerte. Algún día todo esto acabará y saldrá a la luz la vacuidad muchas de las cosas en las que hemos puesto excesivas esperanzas. Por eso la muerte ha de ser ocultada para que funcione el “sistema”, porque con ella presente pierde sentido la acumulación de bienes, el crédito a largo plazo, los desvelos por mantener la estética, las ansias de medrar… Confesarla sería negar las excelencias del neoliberalismo político y económico. Pero resulta evidente que negar la muerte es negar la realidad, una traición al positivismo. Pero ¿cómo hablar de la muerte? ¿Cómo decir la muerte al hombre de hoy con palabras que sean más que palabras sabias? Me ha sorprendido y emocionado el artículo, pero a la vez me ha ayudado a entender que el lenguaje narrativo sigue siendo clave para la transmisión de la experiencia Pascual. Gracias por recordarme que los tratados de escatología, por muy elaborados que estén, se quedan vacíos sin los sencillos relatos pascuales de los evangelios, y sin relatos como este que nos haces. Nos vemos.

  5. Hola tito como siempre me dejas sin palabras eres capaz de ver todo desde la sencillez, la cercania y hasta los momentos más difíciles los enfocas desde la perspectiva positiva ya que todo tiene un poco de bueno y un poco de malo. Eres muy bueno tito y siempre has mirado por toda la familia, y no sólo por la familia sino también por todo aquel que te rodea, llegando a viajar a Perú para seguir haciendo más.Sin más decir que tus artículos son luz en el camino difícil de la vida y que eres buen pastor, gracias por ser tan de ayuda siempre.TE QUIERO MUCHO Y MUCHAS GRACIAS POR SER COMO ERES!!!Tu sobrina

  6. Acabo de leer por tercera vez consecutiva tu carta y cuanto más la leo, más me
    gusta. Empiezas diciendo que llegaste a un pueblo donde había “un claustro de
    profesores magnífico” donde, naturalmente me incluyo yo. Gracias.
    Haciendo un repaso en la vida de Antonio dices que “sus lecciones han sido de vida”.
    Gracias de nuevo porque eso intentamos los maestros ,donde especialmente incluimos a
    Antonio.
    Leyendo tu carta, ha pasado por mi mente en pocos minutos, la secuencia del tiempo
    que pasé al lado de Antonio y del que tanto aprendí. La frase que siempre recuerdo
    de él y que repetía casi continuamente cuando estaba “alborotado el gallinero” era:
    “Una buena armonía, como dice Marzo”
    ( me imagino que sabrás quién era Marzo).
    El relato de los últimos momentos vividos por Antonio y del que tú fuiste testigo,
    me ha servido para reforzar mi fe y desear que ojalá seamos tan valientes como fue
    él en ese trance por el que todos tenemos que pasar.
    Decirte también que a Toya le ha gustado mucho tu carta.
    Hemos comentado las dos que nos prometiste que te tomarías un “cafetito” con
    nosotras o que irías a vernos al cole. Recuerda la promesa y cúmplela.
    Te deseo lo mejor para este curso que acaba de empezar y ¡que no cojas la gripe A
    que está tan de moda!
    Un beso muy fuerte de tu amiga y colega Maribel