“Nadie nos podrá quitar la esperanza…”

20070211En estos tiempos de crisis, la mayor amenza es la desesperanza; aquí los creyentes estamos llamados a ser testigos de la esperanza desde el compromiso en la existencia. La reflexión teológica sobre esta virtud hoy es más necesaria que nunca.

Existen dos modos de esperar, uno se refiere al futuro como realidad determinada de antemano a la vez que incierta, conduciendo al temor y a la inseguridad o a la indiferencia burguesa de lo seguro; otro mira el futuro en cuanto realidad abierta, desde una comprensión de la historia como espacio novedoso en el que se encuentran dos libertades, la humana y la divina.

El cristiano, que camina por la segunda versión de la espera, vive el futuro como esperanza, desde una serenidad y certeza que inquieta lo más profundo del ser humano para amar la historia y hacerla capaz de eternidad en el corazón de Dios , viviéndola como gracia a la luz de la promesa divina.

De este modo el creyente recoge la antorcha del Pueblo de Israel, que siempre reconoció en Yahvé al Dios de la promesa, provocador de la confianza, desde la fidelidad, y por ello mismo de la esperanza.

Todo comenzó con Abrahán, quien “creyó contra toda esperanza” la promesa del Señor que le desinstalaba para el encuentro con la vida ansiada; hijos de esta fe, aquellos harapientos hebreos “creyeron contra todo poder” que la compasión de Yahvé era más fuerte que Egipto y “amanecieron” en la tierra prometida, tras la difícil conquista de la libertad en el desierto; serían estos mismos, los exiliados que, a la voz de los profetas, “creyeron frente a la ruina de su propio pecado” que Él, que gratuitamente creaba, amorosamente los rehabilitaría en la dignidad de elegidos y de plenitud futura. El mismo pueblo, dolido por el misterio de la muerte y la iniquidad, experimentada en la persecución y el martirio, y avalado por la experiencia continua del Dios que siempre les había acompañado, “creyó contra toda muerte”, que el amor de Dios no les dejaría en las garras del “sheol”, y habló de resurrección como actuación definitiva.

Qué gran marco de comprensión para entender que el Señor que promete quiera hacerse contenido de la promesa: Dios Padre Todopoderoso y creador, “creyendo en cada hombre y en la creación entera”, se hace criatura en Jesucristo, y toda criatura -por Él, con Él y en Él- estalla de un modo definitivo en el corazón del Creador, en una efusión que no tiene retroceso porque la Alianza es eterna y ha sido sellada con su sangre, que es nuestra sangre, y con su vida -divina y gloriosa- que se nos da como primicia y como cuerpo resucitado del que formamos parte por su Espíritu.

Somos hijos en el Hijo y estamos llamados a la vida eterna, al gozo de ser con Cristo, en la fraternidad plena de la comunión de los santos, cobrada en la justicia y en la libertad total y definitiva, junto con toda la creación.

Nunca podrán quitarnos nuestra esperanza porque “nadie ni nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo-Jesús”. La esperanza cristiana es la virtud que nos dinamiza, nos libera del miedo a la muerte, y nos hace adentrarnos en el corazón de la historia sabiendo que el único discurso creíble sobre la resurrección y la vida eterna es aquel que se articula en el lenguaje de las esperas humanas -como hizo Dios en Jesús de Nazaret-, en el compromiso serio y real de la Iglesia, y en ella, de cada cristiano, a favor de los hombres en la búsqueda de la justicia, la libertad y la paz verdadera que anuncian y anticipan lo que creemos y esperamos, a veces sellado por el martirio.

A los creyentes nos queda la misión y el gozo de dar razón de nuestra esperanza, en la transparencia de una vida que camina ya desde lo que espera como definitivo: un reino de libertad, de justicia y de paz en el amor absoluto.

JOSÉ Moreno Losada

3 Responses to ““Nadie nos podrá quitar la esperanza…””

  1. Comparto contigo la reflexión. me llama la atención la sorpresa que en muchos causa la esperanza y confianza en el Padre.
    Cuando uno sabe de quién se ha fiado, y se cree el Evangelio, que por otro lado se manifiesta en tantas facetas de la vida, no puede sino dejarse en manos del Padre, confiado y esperando que acabe en nosotros la obra que él ha comenzado.

  2. A algunos les ha gustado tanto este artículo que lo plagian descaradamente: http://infocatolica.com/blog/elolivo.php/0910090756-fuerte-racion-de-esperanza

  3. Pues qué bien si sirve para algo a alguien…. Un abrazo: Pepe