¿Herejes del botellón?

botellon-introEl fenómeno del “Botellón” sigue siendo punto de encuentro de una reflexión sobre la realidad juvenil a la que se van apuntando colectivos e instituciones de todo tipo dando su juicio y queriendo buscar soluciones. El último botellón aquí en Badajoz fue el jueves pasado y había más de siete mil jóvenes, ocho mil en cáceres,porque celebraban el día del novato en la universidad.

Yo que no soy joven – en edad ¡claro¡- y sin embargo me muevo y vivo entre ellos por motivo de oficio y vocación – ¡soy un afortunado¡ – quisiera colarme en este diálogo, pero dejándome llevar en la reflexión por los mensajes y toques de atención que voy recibiendo de ellos; hoy en este post me gustaría sólo ser testigo y aprendiz de lo que estoy viendo.
Antonio, Inés, Sonia, Gema, Capita, Alejandro, Fermín, Antonia, Paco, Nazaret, Jesús, Jofe, Rosa, Nacho, María, Elena – bastantes más- … son universitarios de Badajoz, de distintos pueblos y en carreras distintas. Uno de ellos, conversando hace unos días, me mostraba su preocupación, admiración y extrañeza de lo que les estaba pasando con respecto al botellón. De ser algunos de ellos de los más “fieles devotos” de este “culto juvenil asambleario y anónimo” se están convirtiendo en “herejes” del mismo casi “sin darse cuenta”: ¡no les queda tiempo¡ Los propios amigos y compañeros del piso, que no están en sus historias, se quejan de que es dificilísimo encontrar un viernes o un sábado para salir con ellos y tomar unas copas; hasta sus propias familias les recriminan que van poco por el pueblo y que siempre están liados con unas cosas o con otras. Ellos mismos reconocen que es verdad y que habrá que plantearse como “recuperar y abrir” en sus vidas espacios para esa relación y diversión que no quieren dejar atrás aunque sea un ambiente más a transformar.
¿Qué es lo que ha pasado en estos jóvenes y en sus vidas? La cosa empezó hace dos, tres, cuatro, cinco años… -porque en la vida todo es proceso y no se cambia de la noche a la mañana- cuando en el propio ámbito universitario por “carambolas” de la vida estos jóvenes se encontraron con otros jóvenes como ellos, estudiantes como ellos, divertidos como ellos, que aprobaban y a veces suspendían como ellos, y que por otra parte – por qué callarlo – eran cristianos como ellos, aunque no en todos los casos. Hasta ahora nada extraño excepto que comenzaron a verse y reunirse para plantearse cosas de su vida y sus personas con un objetivo, quizás implícito, de ser verdaderos protagonistas de sus historias. Al principio nada cambió externamente, sólo que la cabeza empezó a integrar entre sus hervideros y comecocos cotidianos cuestiones que antes no entraban de modo directo: ¿qué sentido y motivaciones tiene mi estudio? ¿qué decisiones son verdaderamente propias en mi vida de estudiante, familiar, social, juvenil, creyente? ¿qué papel estoy haciendo en la universidad y qué tipo de universitario estoy siendo? ¿qué causas y qué consecuencias está teniendo todo lo que vivo y viven mis compañeros? ¿dónde y en qué soy usuario de la vida y de la sociedad y en qué soy accionista? ¿qué persona quiero ser? ¿por qué el compañero de al lado no habla nunca con nadie y se le ve solo? ¿ por qué este profesor nos trata con cercanía y se preocupa por nosotros? ¿quiero ser de verdad cristiano? ¿se puede hacer algo por cambiar la sociedad? ¿merece la pena?… Millones de preguntas que aun estando dentro, a flor de piel. nunca habían tenido espacio, ni tiempo, ni comunidad y que ahora se llamaban unas a otras y no paraban de mover la cabeza en su interior y poco a poco, de un modo casi imperceptible, también el corazón. La vida se empezaba a ver de otro modo, con cierta profundidad, con mejor juicio, con más sensibilidad; se estaba pasando de lo superficial a lo profundo – ¡no hay paso más importante¡.

Las preguntas y la primeras respuestas, bien regadas todavía por el tumulto, la cerveza y el combinado del precepto de san Jueves y  san Viernes, empujaron a intentar entrar en la misma vida por una puerta distinta: “la participación”; había que buscar la vida en los propios lugares: en la clase con los compañeros favoreciendo el encuentro frente a los grupos cerrados, en los ámbitos de servicio y organización de la universidad (delegados, consejos de alumnos, deportes…), en las asociaciones estudiantiles, en el Consejo de la Juventud, en las parroquias, en las plataformas de reivindicación como el 0,7%, y en su propio movimiento de Juventud Estudiante Católica. Inmediatamente conectaron con gente, espacios, pensamientos y experiencias nuevas que tras ser analizadas, compartidas y revisadas, siempre se reconocían como lugares de vida y de realización personal: ¡Merecía la pena complicarse la vida y participar¡
Ahora un sábado pueden estar en Valencia de Alcántara con otros jóvenes de distintas asociaciones, convocados por el Consejo de la Juventud de Extremadura, para plantear temas de organización y participación juvenil; otro fin de Semana pueden estar en Madrid con compañeros de otras universidades que están en el último curso preguntándose por lo vivido en la universidad y por los retos que como personas y creyentes tienen de cara al futuro y a su profesión, para no llegar sin proyecto de vida y no perder lo que aquí se ha conquistado por un mercado inmisericorde; hoy te los puedes encontrar organizando un acto sobre el proceso de Bolonia,cuando todo el mundo se ha callado, porque la cuestión no es la manifestación – a la que también si hay que ir, se va – sino el proyecto y el futuro de la universidad del que forman parte y eso sigue, ahora con los implantación de los nuevos planes, aunque no haya movida, ni primeras páginas en los periódicos; o quizás estén este Domingo en algún cortijo planteándose los retos que desde una visión de Iglesia actual y comprometida tienen que vivir en sus ambientes y cuestionando qué tienen que aportar y transformar ellos mismos en esa Iglesia; a lo mejor ahora toca estar encerrados y estudiar a tope, porque esto de querer crecer como persona en distintas dimensiones exige una organización de narices para no olvidar algo fundamental como que son “estudiantes” y ahí no hay que ceder; o tal vez estén organizando unas jornadas de formación para Julio – que es cuando más tiempo se puede dedicar a uno mismo – en la sierra de Gredos acerca de cómo saber discernir y tomar decisiones en la vida dejándose conducir por un buen espíritu; o quizás ahorrando y programando para poder asistir a un encuentro estatal universitarios cristianos en Zaragoza; y así podría seguir y seguir…soy testigo de todo ello.
Confieso que me alegra profundamente oírles decir que lo malo no es el “botellón” sino ir sin tener nada auténtico que celebrar y compartir . Ellos tienen mucho que celebrar, y yo que soy testigo y acompañante en muchas de sus andanzas y que lo celebro con ellos en la fe – y no sólo ahí – no tengo ningún miedo de “su botellón”. No creo que la cuestión de este fenómeno juvenil nos esté llamando a un cambio de actividades de divertimento y entretenimiento para jóvenes, la cuestión considero que es más profunda: ¿cómo favorecer y apostar por procesos y proyectos que conduzcan a un verdadero protagonismo y participación del joven en todos los ámbitos que le son propios como la familia, el estudio, la universidad, la economía, la política, la diversión, la cultura, la Iglesia…? A esta pregunta me apunto radicalmente y a todo lo que realmente busque una respuesta positiva y eficaz a la misma . No me puedo apuntar a nuevos entretenimientos y alternativas superficiales vengan de donde vengan , ni comulgo con análisis catastróficos, ni juicios historiados e institucionales que no aterrizan en verdaderos compromisos, porque ellos, jóvenes tan reales y vivos como sus compañeros, me han convencido. ¡Y es que no hay nada mejor que darle la palabra a la vida y dejarnos conducir por ella!
José MorenoLosada. Capellán Universitario de la Universidad de Extremadura.