El Dios de mi vida (1)

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EL DIOS DE MI VIDA

En este año dedicado en la Iglesia a los sacerdotes recuerdo  que los veinticinco años de sacerdocio supusieron en mi vida una mirada cariñosa y creyente a todo lo vivido en mi proceso de vida ministerial. Entonces lo compartí con mucha gente con las que había hecho camino, hoy quiero hacerlo con todos vosotros, en este espacio de comunión y vida que es el blog; Blog que me recuerda al camino que Jesús hizo con los de Emaus, cuando ardía el corazón de aquellos discípulos. Con ese calor  me animo  a ir dando fe del Dios que se ha dejado ver en favor mío.Sirva este credo personal como aportación al año sacerdotal.

Puedo deciros de antemano que en la reflexión que estoy queriendo hacer de mi vida personal y ministerial en estos veinticinco años, cada vez descubro con más claridad que Dios es sorprendente y seductor; su novedad y creatividad en la relación con los hombres, yo lo siento en mí, atrae y va llevando allí donde las personas pueden encontrar el yo realizado, sereno y feliz, que es lo que ansiamos todos en el fondo. Pero vayamos a la celebración de hoy.
Ahora mismo estoy rememorando aquel 21 de Junio de 1981. Recuerdo aquella mañana y aquel despertar inquieto y nervioso, con sed de vida profunda y alegría, en el Seminario Diocesano de San Atón; se culminaba un proceso iniciado once años antes que desembocaba en mi ordenación sacerdotal. Aquel día el sol brillaba sobremanera y yo era un muchacho que tembloroso, con miedo, se postraba en el suelo para escuchar la letanía solemne en el silencio de la debilidad, con un grito interior que clamaba “Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad, débil y limitado, pero dispuesto a trabajar en tu reino con la fuerza del Espíritu…envíalo sobre mí”. Me sentía elegido por Dios y comenzaba una nueva etapa de mi existencia en la que yo quería que me configurara la clave del servicio en el ejercicio del ministerio. Entonces los deseos y aspiraciones angelicales eran: amor al pueblo, servicio a los hombres, fidelidad a Dios, construir la Iglesia con espíritu nuevo, acompañar y compartir; palabra de Dios masticada y digerida para servir la mesa, Eucaristía participada y adulta con la comunidad en medio del mundo, con el cuidado y atención a los más pobres.

andares_(53)Ahora, casi con la rapidez del sueño, me encuentro con que se han cumplido veinticinco años del ministerio y toca hacer balance y celebrar a Dios, a quien si tengo que adjetivarlo desde mi experiencia, a bo de pronto se me ocurre que ha sido “sorprendente”; Dios me ha ido sorprendiendo y así me ha ido seduciendo, hasta llevarme a desear proclamar a los cuatro vientos lo que ha hecho conmigo, como María en el Magníficat. Es esa seducción de Dios la que ha hecho que no pueda callarme y haya llamado como un niño pequeño a gritos en todas vuestras puertas – no me hubiera importado llamar también en la de los extraños – para invitaros a esta asamblea que el Padre ha ido construyendo durantes estos años de mi vida ministerial y que hoy aquí se hace realidad viva y simbólica en todos los que generosamente habéis escuchado este deseo de niño impaciente y caprichoso, que ha querido verse rodeado de la gente a la que estima y quiere, pero sobre todo de la que se siente estimado y querido, y todo ello un mes antes; no he podido esperar al cumpleaños para disfrutar de este grandioso regalo. ¡Gracias por estar aquí! Todos sois únicos y especiales para mí y tenéis lugar propio en mi vida y en mi persona y sé que yo en la vuestra.

Me pregunto ¿Qué ha pasado en todos estos años? Sólo Dios lo sabe, yo balbuciente en mi lectura creyente no puedo nada más que ser relator de anécdotas y visor de agenda, y así de este modo discípulo pequeño del soplo del Espíritu que se manifiesta y lleva donde él quiere sin que nosotros sepamos cómo y , a veces, a pesar nuestro. Por eso me vais a permitir que hable de Dios con pequeños nombres de personas, lugares, acontecimientos en los distintos momentos de mi vida. Pequeñas citas bíblicas entrelazadas con mi existencia y la vuestra, podrán permitirnos este paseo creyente por la vida de este cura diocesano plateado en medio de vosotros.

2 Responses to “El Dios de mi vida (1)”

  1. Tu compartir promete ser muy sugerente. Recuerdo a Jon Sobrino, que decía que la pregunta mas profunda que puede hacerse un hombre es en qué Dios cree. Será estupendo conocer tu imagen de Dios.
    Un abrazo.

  2. Si me permites, acerco el Salmo 65, para que sirva de acompañamiento a tu particular Magnificat : El Dios de mi vida.
    “Fieles de Dios, venid a escuchar,
    os contaré lo que ha hecho conmigo:
    Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
    ni me retiró su favor. “