“Dios es EXCELENTE”

ellasNo se me había ocurrido a mí, a partir de ahora sí: no hay duda de que Dios es y nos hace excelentes. Qué alegría cuando abro el periódico y me encuentro con un artículo de lujo  en el que se respira evangelización de la que hablabla la Evangelii Nuntiandi, y más alegría todavía cuando observo que es de Jesús Sánchez, un laico cristiano, de un joven profesor de la universidad, de un militante comprometido con el que llevo caminando codo a codo  muchos años de vida y de proyectos personales, “un muchacho excelente”. Comparto con vosotros el artículo que no tiene desperdicio y que  lo sumo a los del “Dios de la vida”.

“Porque es un chico excelente”

Escucho con fatigosa esperanza -son ya muchos los intentos previos- que se va a abrir otra vez el debate en torno a la Educación, sus leyes y sus pactos de Estado. La cultura del esfuerzo y la excelencia vuelven a ser conceptos muy ligados a lo que se quiere transmitir a los jóvenes, supuestos sufridores o beneficiarios de lo que se gesta en los despachos políticos. Y yo, que vengo de Cáceres y voy a Badajoz, de campus a campus, rodeado de universitarios que estudian (o no) y sueñan con ser veterinarios o ingenieros, pienso en lo mal que estamos tratando los conceptos del esfuerzo o de la excelencia cuando los usamos desde el triunfo, el éxito individual o la superación personal. Sólo personal.

El excelente, según el DRAE, es el mejor; “aquel que sobresale en bondad, mérito o estimación”. Excelentes son las personas que nos deben servir de ejemplo para caminar por el sendero de la virtud, de la “areté” que decían los griegos. La excelencia es el fruto deseado del esfuerzo y del trabajo, e imagino que en esto están de acuerdo todos nuestros políticos.

ellosLo que yo echo en falta en el discurso de quienes hacen las leyes es la pregunta del para qué. Seamos excelentes, favorezcamos la excelencia… pero ¿para qué? Y me preocupa ciertamente porque de esta pregunta depende, en gran medida, la autenticidad de la excelencia. No existe el profesional, el estudiante, el científico o el artista excelente que no integra la dimensión de los otros en su ejercicio. No se puede alcanzar la excelencia real y genuina si las bases de mi actividad no se extienden más allá de mi realización, de mi bienestar (por supuesto) o de mi propia salvación, ya sea esta intelectual, económica o social.

Deberíamos pensar sobre los parámetros de excelencia que tenemos considerados como tales, y más allá de toda discusión, en el contexto social en el que vivimos. Y someterlos al filtro de la (siento el palabro) alteridad, es decir, de cuánto se deben a los otros.

  1. ¿Quién es el médico excelente: el que cura un caso imposible o el que atiende con calidad y calidez, ternura y seriedad a todos los posibles (y acompaña, y escucha, y alivia…)?
  2. ¿Quién es el artista excelente: el que cotiza más en las galerías y museos o el que provoca el pensamiento y la reflexión, la denuncia y la sorpresa en todos los que reciben su obra?
  3. ¿Quién es el empresario excelente: el que maximiza los beneficios o el que maximiza la vida y la justicia en su empresa y en su entorno?
  4. ¿Quién es el científico excelente: aquel cuyos trabajos están en boca de más colegas o aquel que encuentra en la sociedad el motivo de seguir trabajando?
  5. ¿Quién es el educador excelente: aquel que es capaz de llevar a un alumno de ocho al diez o aquel que propicia que alumnos de dos alcancen el cinco?

Cartel_PX_para_mandarEstos conceptos habrán de tenerse en cuenta cuando hablemos de esfuerzo y excelencia. Tenemos que convencernos de que vale más el sentido de servicio y la orientación hacia los otros que el valor burgués del “sueño americano” del hombre hecho a sí mismo. La alternativa a la apatía y la desidia postmoderna no está en el discurso trasnochado e injusto de que todos tenemos lo que nos merecemos y hay que educar en el sacrificio personal para una superación que, a la postre, no es más que medrar. Lo humano, lo verdaderamente social y revolucionario, será poner en valor que la excelencia propia se mide por el servicio a otros.

Jesús Sánchez Martín:  jsanmar@unex.es

 

Profesor en Universidad de Extremadura

Miembro de Profesionales Cristianos

One Response to ““Dios es EXCELENTE””

  1. ¡Excelente!
    Hasta en zapatillas, podríamos aspirar a ser excelentes.
    ¿O quizás con esto rayo lo sobrehumano?