“El adios agradecido al tío Ángel”

tio angelLos último días del año que ya estamos viviendo, nos hablan de la debilidad de lo vivido e incluso de lo amado. Miramos lo vivido y son tantas cosas para no olvidar… algunas de ellas  son huecos y heridas que necesitan de la resurrección para curarse totalmente, aunque la buena noticia del REsucitado  ya nos consuela y nos esperanza.  Entre los recuerdos entrañables está la figura del tío Ángel que se marchó en octubre cuando era tiempo de siembra, que era lo mejor que sabía hacer él. Así  lo proclamaba mi primo JOsé Angel, su hijo querido en nombre de la familia,especialmente mi tía Antonia y  mi prima Isabel,  en el día de su entierro, cuando todos los que lo amábamos entendíamos que no lo estábamos enterrando sino sembrando:

“Cuando va a comenzar la sementera… como una llamada a preparar la tierra, abonar, abrir surcos, escoger una buena simiente…como una llamada a la esperanza, porque el trigo que muere en el surco resucita espiga, porque la muerte ha sido vencida en el amor, en la presencia en nuestro corazón de los que queremos, en el Señor de la vida que murió por nosotros y por nosotros ha resucitado.

 Como no dar gracias a Dios por ser el Dios de nuestros padres, el Dios de la Alianza, el Dios que en su Hijo Jesús es el buen Pastor que nos guía, que repara nuestras fuerzas, que viene con nosotros compartiendo la vida, compartiendo todos los acontecimientos.  Gracias, buen Dios, porque en tu Espíritu te haces presente en nuestro corazón y desde El podemos llamarte Padre.

 Gracias, Padre Dios, por nuestro padre Ángel, por su vida, por su presencia en nuestra historia, por su sencillez, por el trabajo de sus manos

 Gracias desde los sentimientos de mi madre y mi familia,  a los que nos acompañáis, al Sr. Arzobispo y en el a todos los que compartís nuestro dolor y nuestra esperanza.

 Gracias por vuestra cercanía, apoyo y cariño en todo este largo proceso que debilitó su cuerpo y nos hizo experimentar la fragilidad y junto a ella la fortaleza que viene del precioso regalo de la fe, de la familia, de la amistad…

 Gracias padre Dios por mi padre, por su vida, por su presencia en nosotros, por tu continuo amor siempre arropándonos y protegiéndonos… cuando va a comenzar la sementera”.