En medio del mundo

“DE DIOSES  Y HOMBRES”

Desde el jueves en Madrid, todo un lujo. Madrid es para mí un lugar donde es posible el silencio del anonimato, y donde haces cosas que no son de lo diario. Tras una mañana de trabajo con los consiliarios generales de los movimientos de Acción Católica donde revisamos y preparamos materiales para el día de Pentecostés,  y de comida bien preparada por el consiliario de la JOC, visito  las sedes de algunos movimientos, y como quien no quiere la cosa nos disponemos para ir un grupo de HOAC y JEC a ver una película. La verdad que fuí el provocador.

Había oído hablar bien de la película  “De dioses y hombres”  a mi compañero de facultad Alejandro, buen crítico de cine, pero también me había gustado el artículo de Francisco   R.  Pascual, cisterciense de Cóbreces, en eclesalia. En  Badajoz no estaba en cartel, y al venir a Madrid  planteé esta posibilidad; ellos también sabían ya de este filme. De broma les decía, que sería como  una noche de silencio y retiro, como cuando la gente va a Jerusalén  y vienen diciendo que ha sido como unos ejercicios espirituales, pues así: no íbamos al cine, sino hacer retiro.

La película nos impresionó positivamente a todos, no sé si el director será creyente, pero me parece que tienen que venir de fuera a revelarnos lo que tenemos en casa, en nuestra familia eclesial, así lo reconoce el cisterciense hermano de Cóbreces.

Se trata de la comunidad de cistercienses en Argelia, que  desde la Navidad de 1993 hasta el 1996 en que son martirizados viven una situación de proceso de discernimiento personal y comunitario, en orden a su fidelidad  a Dios y a los hombres, apasionante y referencial que les lleva a ofrecer sus vidas en altar.

Es radical su lectura creyente de la situación del proceso a la luz de la encarnación, La navidad,  momento litúrgico con el que corresponde el inicio de la tensión y de la angustia. El verdadero sentido de la vida entendido desde Cristo, el Dios de los hombres, el crucificado que ha resucitado y vive para siempre. Aceptar  completar los sufrimientos de Cristo en su pasión sólo es posible si se tiene el poder de la resurrección, pero éste sólo se recibe en la debilidad,en el día a día,  en la intemperie, en el huerto de los olivos y en medio de la tormenta. Es impresionante cómo la película presenta lo diario de  la evangelización en medio del pueblo y el compromiso fiel del que evangeliza hasta la muerte por no abandonar el proceso iniciado de seguimiento en el amor, aunque ello suponga la crisis personal y comunitaria.  Lo diario se hace  extraordinario cuando se cristifica en el altar de la vida entregada en la radicalidad de la fidelidad, tomad y comed este es mi cuerpo es la clave última de esta comunidad cisterciense.

Cada uno se llevará momentos de esta película ,  a mí, como a Isaac el consiliario de la Hoac, me impactaron muchos, pero ahora mismo me quedaría  con aquél cuando uno de los monjes, el de rostro más humano y bondadoso. el doctor, saca sus dos botellas de vino en la solemnidad,  pone la música del lago  de los cisnes y comienzan unas  escenas donde se van mostrando  los rostros que silenciosamente gritan,  mudamente  hablan, en profundidad gozan, lloran y sufren en la comunión con el  Maestro de la vida cuando se arroja en el vértigo del misterio entregado y no comprendido, pero amado. Impresionante¡

Y por  último una clave para ver la película e interpretarla, unas palabras de mi amigo cisterciense  cibernético Francisco R. de Pascual en su comentario en Eclesalia, refiriéndose al  superior y la comunidad de Argelia: “Hablé algunas veces con el P. Christian con motivo de reuniones de nuestra Orden, hace años. Me pareció un monje sencillo, fino, agradable y casi tímido, nada singular, como hay tantos en nuestra Orden. Quizá en la misma Orden tampoco teníamos conciencia de lo que pasaba en Thibirine hasta que pasó lo que pasó. Una casa más, unos monjes más, una situación difícil como otras, y hasta pensábamos que para lo que hacían quizá fuera mejor se hubieran ido a otro sitio más “rentable” vocacional y monásticamente “productivos”.

¡NO OS LA PERDÁIS¡

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