En medio del mundo

CRISTIANOS EN LA UNIVERSIDAD

Ante la fiesta de Sto. Tomás, patrón de la universidad, queremos recordar  que la afirmación de la Evangelii Nuntiandi sobre la ruptura fe y cultura sigue siendo evidente y afecta a la presencia de la Iglesia en la universidad, ya no tenemos “conditio possidentis” dentro de ella.  Nos urge  evangelizar la universidad, pero esto no es viable siendo cristianos en la intimidad o sólo en la parroquia. Evangelizar la universidad es ser cristiano en la universidad, cristiano que testimonie su fe y de razones de ello; que intente ser fermento en medio de la masa; que trabaje con otros; que realice un anuncio explícito; que se forme aprovechando todo lo que la universidad nos brinda; que realice un estudio serio pero sin absolutizarlo; que tenga presentes a los más débiles de dentro de la universidad pero también de fuera, del barrio pero también del pueblo de al lado, o de otra ciudad o país o continente.

¿Es esto posible? Nuestra experiencia nos dice que sí, ahora bien, no es tarea fácil. Es claro que la Universidad es actualmente un desierto, que es un espacio árido y difícil, donde los valores evangélicos van justo a contracorriente de lo que oímos en la Universidad y en la sociedad en general:

• Cuando una dice competitividad el otro dice estudio solidario y compartido (en la biblioteca, haciendo ejercicios, preparando trabajos, estando disponible cuando te necesitan),
• Cuando hablamos de individualismo, el Evangelio nos dice solidaridad y comunidad,
• Cuando se habla de titulo nosotros hablamos de estudio al servicio de la sociedad,
• Cuando se habla de futuro laboral oscuro nosotros defendemos la esperanza,
• Cuando nos dicen pasividad gritamos compromiso,
• Cuando nos dicen que agachemos la cabeza, la levantamos más alto y somos testimonio,
• Cuando nos dicen “cállate y no seas crítico” nosotros nos implicamos en los órganos de gobierno para ser críticos y transformar la realidad,
• Cuando nos dicen tenéis que llenar pabellones decimos debemos ser levadura en medio de la masa, o un grano de mostaza que crezca desde lo insignificante y lo pequeño,
• Cuando nos hablan de que las cosas no pueden cambiar nosotros demostramos que sí  aumentando  el número de participantes en las elecciones o llenando un consejo de alumnos.

En todo el proceso de Convergencia europea  que estamos viviendo nos toca apostar por cuestiones fundamentales , de enraizamiento cristiano, que se convierten en verdaderas oportunidades; desde este proceso apostamos  por una universidad:

–          Donde el saber se conciba como un bien social, al servicio de la sociedad. Capaz de dar respuestas y ofrecer soluciones.

–          Donde la innovación tecnológica y la investigación produzca resultados accesibles para toda la sociedad, en una perspectiva de desarrollo social y ecológicamente sostenible.

–          Donde el perfil profesional y humano de los estudiantes responda a valores sociales y no sólo a criterios económicos o impuestos por el mercado laboral.

–          Donde la participación política de todos los grupos y estamentos se desarrolle el claves de democracia real, apostando por fórmulas más participativas y asamblearias.

–          Donde el alumnado asuma la responsabilidad que tiene de elevar su voz, expresar sus intereses, expectativas y propuestas para la mejora de la institución de las condiciones en que se desarrolla la vida académica.

–          Donde los grupos de representación y responsables políticos asuman sus cargos con actitud de servicio, y no como oportunidad personal de promoción o beneficio privado.

–          Donde la presencia de un verdadero tejido asociativo se vea favorecida y potenciada con recursos materiales y apoyo institucional, ofreciendo información, creando espacios de diálogo, aportando todo lo necesario para que la vida cultural y asociativa de la universidad sea uno de los elementos de apoyo en la formación de personas.

–          Donde el estudio se plantee como una tarea seria y rigurosa, pero también con actitud crítica y propositiva, de una manera cooperativa y no competitiva, buscando respuestas a los problemas sociales en equipo, a través de los propios temas y materias.

–          Donde existan espacios para que los estudiantes se puedan plantear en serio y con profundidad la dimensión ética y deontológico de su profesión y del propio estudio, para acceder al mercado laboral no sólo con conocimientos teóricos, sino con conciencia ciudadana, con capacidad de ejercer la profesión desde la responsabilidad, la honestidad, la transparencia, el compromiso, la justicia y la autocrítica.

–          Cuyos planes de estudio y organización académica permitan al alumnado configurar personalizadamente su itinerario formativo, con análisis sociales críticos y asignaturas sobre cooperación al desarrollo, justicia social, solidaridad, educación en valores, etc.

Teniendo esta visión como horizonte, sólo es cuestión de ponerse manos a la obra.

José Moreno Losada.

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