En medio del mundo

Graduación de Maestros en Educación Infantil

Todos los medios de comunicación destacan hoy, en lo que se refiere a la nueva ley de educación- LOMCE-, aspectos sobre la religión en la escuela. La ley otorga a esta materia el reconocimiento que se le concede en los acuerdos internacionales en los que se indica que debe ser tratada como una materia más del currículum.  Su lugar será el de la optatividad, sin entrar en competencia alternativa con otras materias y dándole valor y rigor académico en todos los sentidos, entendiendo claramente que estamos tratando de una materia curricular de conocimiento y no de enseñanzas catequéticas, que tienen su propio lugar en los ámbitos eclesiales. Me alegra a mí personalmente este tratamiento, que considero justo y que puede dar beneficios en el ámbito escolar a los alumnos que la elijan libremente, pues es de oferta obligatoria pero de libre elección, atendiendo tanto al derecho ciudadano como a su libertad.

Se puede entender que no sea extraño en mí este contento, aunque más me gustaría que fuera una ley consensuada por todos para no estar al pairo de cada uno que va ganando elecciones… Soy profesor de las materias de Pedagogía y didáctica de la  ERE (enseñanza religiosa escolar) en Infantil. Pero de lo que quiero hablar es de ayer mismo y de una celebración entrañable, la graduación de casi ciento  cincuenta alumnos de cuarto de magisterio de Educación Infantil de la facultad  de Educación de Badajoz. Los he conocido este curso, a partir de febrero, que comenzamos la materia en cuestión. Con la reforma realizada a la sombra de Bolonia, nos castigaron en nuestras materias y redujeron a seis créditos la materia, aunque es deseada y valorada por los alumnos en mayoría significativa; no siempre los planes  de estudios se hacen mirando a los usuarios. Por eso este curso ha sido el primer contacto con ellos en el aula. Tengo que decir que ha sido una experiencia de gozo y de realización docente para mí. Se han matriculado en la materia ciento diez alumnos, pleno total; la he impartido en dos grupos, uno de mañana y otro de tarde. Desde el comienzo la relación ha sido de satisfacción y complicidad, los he visto trabajar y abrirse a lo planteado en la materia con una sencillez y transparencia sorprendente. Hemos caminado juntos en el descubrimiento de la fundamentación de la presencia de la religión en la escuela desde el ser transcendente de la antropología humana,  de la pedagogía religiosa en el referente teológico y vital de la existencia cristiana como configuradora de un modo de ser profesor y enseñar, la adecuación total y completa de este enseñar en la filosofía, currículo y didáctica propio de la educación infantil, y desde ahí el diseño de la programación y organización de unidades didácticas propias, con su dimensión  religiosa. Hemos trabajado de un modo sistemático, participativo, e interpelador, porque según hemos avanzado en la materia, la reflexión se ha hecho personal, inquietante y transformadora para muchos de ellos, que sentían la religión desde la clave de la institución de un modo lejano y extraño, han pasado – gracias a Dios, pienso yo- a un nuevo sentimiento y a un deseo de entrar en lo religioso por las puertas de la conciencia, del sentimiento, del sentido, de la verdad y la vida. ¡Cómo no voy a estar contento¡

Eso ha hecho que el encuentro no sea sólo en el aula, sino en los pasillos, en las celebraciones, en la cafetería, en la conversación pausada, en el conocimiento mutuo… y todo ello ha derivado en que ellos querían que yo estuviera en su graduación, que les impusiera las becas, que compartiera su aperitivo de final de carrera, y que estuviéramos en una celebración de la vida. Así fue ayer, ellos de fiesta desbordante, con brillo en los ojos de una vida interior llena de esperanza e ilusión, sus padres con la gracia de que los hijos avanzan y son ellos mismos en cada paso académico que dan, los profesores contentos de sentir culminada esta  promoción del grado de E. Infantil, que por ser la primera ha tenido sus luchas y dificultades propias, ahora ya con el gozo de lo acabado. El acto  fue sencillo, amable, cuidado, artístico, entrañable, emocionante, y sobre todo familiar. Me sentí de todo: padre, hermano, amigo, maestro, discípulo, divertido, y sobre todo querido y queriendo. La universidad es una fuente de gracia y ayer bebimos en ella de un modo único. No sé qué pasará con la  nueva ley, pero ayer para mí, la presencia de esta pequeña materia en el aula fue bien transversal, y nunca olvidaré esta primera promoción del grado  de Educación Infantil. Seguro que esta relación iniciada como docente me llevará a ser compañero de camino de muchas de sus vidas y sus historias; ya ayer algunos buscaban mi compromiso para cuando llegara el momento de su matrimonio con sus parejas allí presentes. Espero y deseo que me encontréis disponibles cuando lo necesitéis, yo estoy muy agradecido por todo lo que me habéis hecho vivir y gozar este año en vuestras aulas.

José Moreno Losada. Profesor de Doctrina Católica y su Pedagogía.

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