Sacerdotes ¿Para qué?

LOS BIENES INTERNOS DE NUESTRA PROFESIÓN

DSC02014_editedHoy hace 33 años que nos ordenamos de sacerdotes siete compañeros. Permanecemos en el ministerio, gracias a Dios, y solemos reunirnos para celebrarlo. Comparto esta reflexión que tiene que ver con el movimiento de profesionales cristianos que acompaño y con la tesis doctoral que pronto defenderé, si Dios quiere, sobre el estudio con-sentido y el bien interno de las profesiones.

META Y FINALIDAD DE MI PROFESIÓN

–          En primer lugar manifestar que el ámbito en el que yo me he movido es bastante amplio y plural: sacerdote, profesor en la universidad, director del servicio de asistencia religiosa en la misma, profesor también  en el Seminario Diocesano, Director y profesor del Instituto de Ciencias Religiosas de Mérida-Badajoz, delegado de Pastoral Universitaria en la diócesis, compartido con otras responsabilidades de consiliaria en la JEC y profesionales. Este maremagnun enriquecedor del que he formado parte hace que me sea difícil definirme profesionalmente y  responder a esta encuesta del movimiento. De todos modos me ceñiré al hecho de ser sacerdote y desde ahí intentaré hacer mi reflexión, tal como me habéis pedido, con el fin de poder profundizar también en las mismas claves que los demás militantes del movimiento y hacer este sugerente planteamiento del sacerdocio como profesión, pues normalmente al entenderlo como una vocación específica y consagrada, que conlleva estado de vida propio pues no se ha considerado o reflexionado de esta manera.

–          Principal meta, finalidad y sentido del ser sacerdote en la sociedad :

  E. Bloch, filósofo marxista, decía que las religiones habían dado un gran servicio en la historia humana porque habían mantenido la esperanza dentro de ella con sus utopías religiosas, aunque al día de hoy ya no eran necesarias, Creo que algo de esto puede iluminar el sentido de mi profesión: llamados a ser “hombres de esperanza”; o trabajadores de la esperanza en medio del pueblo. Desde que me ordené sacerdote tengo en la mente un slogan que considero fundamental: me hacía sacerdote para servir a los hombres y a Dios; sin poder separar una cosa y otra. Una esperanza que está alimentada del evangelio de Jesús de Nazaret y que se ofrece desde el quehacer comunitario de la Iglesia en medio del mundo.  Ahí entendía que estaba la meta de esta profesión, ponerme al servicio de los hombres en nombre de Dios, para acompañar en la construcción de una Iglesia que sirviera al mundo y transmitiera esperanza a las personas. Ni que decir tiene que el centro de esta profesión está en las personas humanas y el servicio a las mismas en orden a su construcción interna y a la búsqueda de sentido.

–          Servicio a la sociedad y criterios de calidad de dicho servicio:

  • grupo-gente-laicos-GLos que estudian el hecho religioso nos hablan de que en la ciudad de Madrid, por ejemplo, deben vivir –  y bastante bien a nivel económico y de consideración social- casi tres mil adivinos, vedores, nigromantes,etc… más que sacerdotes católicos. Eso en una sociedad donde parece que lo  religioso se  desprecia y está llamado a desaparecer. Menos sacerdotes, más adivinos… algo debe necesitar y demandar la sociedad cuando puede haber tanto vividor de este tema. Entiendo que la sociedad, en cuanto es una sociedad religiosa y está preocupada por el horizonte de sentido de su vida y su existencia, necesita acompañamiento e iluminación en sus vidas, para leer creyentemente su propia vida, para celebrarla, compartirla comunitariamente, etc… Así se demanda un sacerdote para la celebración de oficio de difuntos, como  para tomar un café y plantear cuestiones de vida interna o de moral, así como formarse para ser catequistas,  para conocer la palabra de Dios, para acompañar la comunidad cristiana, aportar valores al a sociedad, etc… Se necesita en una sociedad religiosa, donde tiene gran implantación la Iglesia católica, personas consagradas ministerialmente que se ofrecen y viven desde ese ser Iglesia que quiere vivir y ser en medio del mundo. En este sentido creo que podemos hablar de un servicio social desde lo religioso, llevado a cabo por los sacerdotes. Cualquier persona de nuestra sociedad, al menos en nuestros ámbitos, ha tenido relación con sacerdotes y muchas de la vidas personales tienen o han tenido conexión con este servicio de una u otra manera.
  • El servicio ha de serlo:
    • De la Palabra: expertos en la Palabra de Dios para servirla al Pueblo de manera que la pueda digerir y unirla y conectarla con  la propia vida.
    • De la celebración: Servir a la comunidad y las personas dentro de ellas para llevar a la celebración sus vivencias y experiencias de sentido realizadas desde la fe en la historia personal y comunitaria.
    • Atención y cuidado especial de la comunidad cristiana, para trabajar en comunión y corresponsabilidad, potenciando la participación de todos como adultos cristianos en la Iglesia y en el mundo.
    • Animar y acompañar la presencia de los laicos cristianos en el mundo y en los ambientes en los que construyen la sociedad según Dios  desde todos los ambientes y espacios.
    • Con la preocupación especial por los más pobres para que se haga evidente el Reino de Dios en medio de los Hombres, con su predilección por los mas pobres y más sufrientes.
    • Trabajo en equipo compartido: no existen misiones sino una única misión que viene del Padre en Cristo y que quiere llegar a todos los hombres como amor. Miembros d e un presbiterio diocesano y en comunión con el laicado en orden a realizar la presencia de la iglesia y el evangelio en medio del mundo.
    • Lo criterios de calidad han de ir  al hilo de estas dimensiones del servicio, se trata dehacerlo con conciencia, preparación y dedicación, amén de la gratuidad y generosidad que siempre han de estar presente.

–          Principales medios que se precisan:

  • Formación continuada y profunda. Expertos en lectura creyente de la vida.
  • Verdadero proyecto personal y comunitario del quehacer ministerial y planificación pastoral en coordinación con los demás responsables de la pastoral..
  • Equipo sacerdotal.
  • Trabajo con verdaderos equipos:  sacerdotales y laicos.
  • Cuidado personal y espiritual.

–          Corrupción:

  • exposición 2El trigo y la cizaña van juntos en mi propia persona y en mi propio ejercicio de la profesión. No todo en mí es trigo limpio, aunque sí tengo el deseo  de serlo.
  • Considero que se dan  porcentajes de corrupción, a veces solapado por entender que es una vocación sagrada, pero entiendo que  según esté la construcción y la madurez de la persona, pues esto acaba afectando a la realización del ministerio. En nosotros considero que la cuestión afectiva es un elemento determinante del ejercicio del ministerio y de la relación con las personas; no es fácil estar equilibrados para realizar  bien la misión de verdadera entrega.
  • De todos modos más que corrupción: se trataría de posturas ideológicas que sitúan a las personas de modos muy determinados en el  ejercicio de la profesión sacerdotal en  medio de la iglesia.
  • Al día de hoy, el peligro que pervierte: es el desencanto y la desilusión en una sociedad que ya no da significación social a esta profesión y eso puede llevar a la pasividad, al mantener y aguantar perdiendo el verdadero espíritu  y empuje evangélico que nuestro tiempo demanda y necesita de un modo u otro. Por ejemplo son muy pocos sacerdotes los que trabajan realmente con jóvenes, o con obreros y profesionales, o en ámbitos de pobreza y marginación…
  • También está la tentación de comodidad y la seguridad; incluso el amor al dinero, o a lo poco que se tiene; cuando no un excesivo amor al cargo propio.
  • Después están las  perversiones de personas enfermas pero que esto es lo común en todas las profesiones, pienso.
  • La prevención está en el cuidado de la persona, en el equipo, en la verdadera coordinación y preparación de los aspirantes al sacerdocio, es decir, los seminaristas.

–        017  Formación ética:

  • Considero fundamental la formación de la persona integralmente y que desde ahí se entienda el quehacer de la profesión. La profesión no es un poder en tus manos para ti ante los demás, sino el modo de ejercer tus ser para los demás, son ellos los que han de estar en el centro. La profesión responde a lo que el otro realmente necesita de ti.
  • El quehacer y el ser sacerdote ha de responder a una Iglesia comprometida y encarnada en el ahora, con un talante evangelizador que renueve el rostro de la Iglesia para que anuncie con alegría y ardor el verdadero evangelio de Jesucristo y esto no puede si no nos hemos preparado para eso.
  • El mismo seminario se debería repensar en este contexto para responder a una persona situada en el mundo enriquecida con la experiencia del pueblo, con la formación teológica y la experiencia de Dios amasada de vida y de Palabra en medio de la comunidad.
  • La estructura del ministerio también requiere el trabajo corporativo y comunitario de una Iglesia verdaderamente diocesana y sinodal – camino  juntos y unidos-. Esto conlleva una ética del evangelio que ha de nacer del seguimiento de Jesús y en la que necesitamos apoyarnos unos a otros para hacerla posible.