Flores: a veces y para siempre

“Las vecinas y su corona de gloria”

dibujo1Más de una vez al pasar por la floristería del barrio, en estos últimos años cuando mi madre ya no salía apenas a la calle, he entrado y he comprado unos claveles rojos y blancos como a ella siempre le gustaban, especialmente para adornar las tumbas de los seres queridos en Granja. Recuerdo el cuidado y esmero con que ella y mi tía Victoria, su hermana, ponían esas flores en esos floreros sencillos y elegantes que jugaban con el blanco brillante y limpio del mármol,  tallado con la imagen de san José, del que se sentían contentas y orgullosas. Yo las he comprado siempre con ese criterio de “las flores en vida”, y porque sabía que le encantaba verlas en su contraste junto  a la talla sencilla de la virgen y entre las fotografías de mi padre, la abuela, el tío…

Alguna vez hablamos del tema de las flores  y de los entierros,  yo manifestaba mi opinión de que me parecía una exageración esos gastos inútiles de flores para tirarlas en menos de veinticuatro horas, que prefería hacer limosnas para los pobres. Pero ella me decía que se podían hacer las dos cosas, y me avisaba para que cuando llegara el momento no pusiera  ninguna pega a todas las personas que quisieran hacerse presente con este don de color, contraste y belleza, para acompañarle en su despedida, porque a mí me encantan y quiero tenerlas cerca como signo de todas las personas que me quieren y que yo he querido. Intenté ser fiel  a su deseo y tengo que confesar que me alegré de verla rodeada de flores de seres queridos por todas partes, ya nos encargaremos los hijos de hacer las obras de limosnas pertinentes para que se hagan las dos cosas, como sé que ella hacía en lo oculto.

Ella siempre estaba preocupada cuando sabía del fallecimiento de algún vecino de participar en el regalo de la corona, llamaba a Justi, Carmelita, Mercedes…para que la tuvieran en cuenta que ya ella pagaría cuando fuera al pueblo. Se trata de un rito de vecinos con un significado  real de reconocimiento y de cariño para la persona que marcha junto al Padre y de consuelo para los que quedan en este mundo. Así lo sentí yo cuando a llegar al pueblo y entrar en la iglesia vi desfilar a los vecinos con su corona de flores elegida con cariño y belleza para su vecina Dolores, la mejor corona posible. Lo había visto muchas veces, pero este sentimiento fue especial. Siempre hemos vivido con gozo la vecindad, primero en Guadalupe, y después muchísimos años en Cervantes. Puedo decir que mi madre sentía próximos a todos, y lo de todos le afectaba. Así nos lo transmitió. La corona de los vecinos la vi como  la corona de gloria que no se marchita, mis flores –las que hemos comprado en la casa- habían acompañado a mi madre a veces, estas le acompañaban en el “para siempre”, era como la fuerza de la comunidad vecinal y universal que la celebraban ante Dios y querían acompañarla en su entrada de triunfo en el cielo de la gloria donde se encontrará con todos los vecinos que ya se fueron delante de ella, también con su corona de gloria.

geranio El jaleo me impidió detenerme con cada gesto de flor y belleza, pero me alegró que se saliera con la suya y que en ese momento estuviera cubierta con una montaña de flores, que gritaban: “no está muerta, está dormida en las manos del Padre”, de alguna manera me dieron el calor que le faltaba al último beso frío que le pude dar en esta orilla.  Sentí  como mi madre me estaría mirando emocionada y cómplice  diciéndome: “¿Ves Pepe lo que te decía…? GRACIAS”. Allí estaban flores de la vecina especial, la corona de la calle, la de los movimientos cristianos JEC y PX – no por mí, sino por ella-, la de los amigos y familiares de mis hermanos, de personas de Mérida, Cheles, Olivenza, Equipos de Nuestra Señora, Facultad , Departamento…Abrazos en la belleza del color festivo que consuela y anima en la esperanza de lo definitivo. Por eso esta tarde, tras pasar esta mañana por la floristería sin ser todavía capaz de entrar para traerle flores junto a su foto –mañana lo haré- , quería agradecer desde las flores de las vecinas de Granja, en esa  sacramental de la corona de gloria que no se marchita, a todas las personas que nos habéis acompañado en este trance y nos habéis mostrado el cariño que tenéis hacia nosotros y sobre todo el amor y la estima que teníais a mi madre Dolores. Ojalá sepamos corresponder con el mismo cariño y consuelo que estamos teniendo de todos vosotros. Seguro que ella os estará abrazando y besando para siempre con ese cariño que la identificaba.

One Response to “Flores: a veces y para siempre”

  1. Que bonito Pepe.Es verdad que en los pueblos se viven esos detalles finos.me gusta mucho eso que ella te decia, se pueden vivir los detalles de las flores y la limosna con los pobres.
    Aùn sigues con esa nostalgia materna y es normal, ella desde la otra orilla seguirà dandote eso que dan los seres queridos:cercania y ternura