Andando por el camino

camino primaveralUn corazón que arde

(III Domingo de Pascua)

Había venido a pegar fuego a la tierra y ardía en deseos de que así ocurriera. El amor del Padre quemaba en su corazón y desde ahí se encarnó, se hizo uno de tantos, llegó incluso a la muerte y una muerte de cruz, y ahora resucitado es luz de la mañana que rompe como la aurora en toda noche deseperanzada, ante todos los crucificados de la historia.

jaraLa humanidad sumergida en dolor de la crisis necesita hoy como nunca que el fuego de la vida, de la verdad y la justicia arda como antorcha en la mañana. Necesitamos la luz del resucitado para que alumbre todas nuestras angustias, tristezas, fracasos, desesperanzas…Necesitamos una Iglesia que nos traiga la palabra del maestro al corazón y que nos haga arder en la ilusión de que otro mundo es posible, de que se puede vivir más con menos, de que el pan partido se multiplica, que el camino tiene vuelta de gloria y esperanza. No hay dolor ni pena que no hayan sido tocados por la cruz de Cristo y que no tenga una palabra de aliento en el fondo que anuncie la resurrección, su transformación en salud y alegría.

Evangelizar es hacer que la palabra de la Vida llegue a la vera del camino y buscando compañía se haga necesaria para los caminantes que necesitan ser esperanzados e ilusionados. Nosotros somos los discípulos de Emaús del siglo XXI, lo hemos encontrado en el camino de nuestra historia y hemos sido elegidos para llevar el grito de su resurrección, su calor de vida, a todos los hermanos que sienten el frio de la soledad y el fracaso. Ojalá sepamos hacer arder nuestra tierra.