Adviento en BlaBlaCar

Adviento: pasado, presente y futuro en un solo abrazo.

Han sido dos días de esperas y esperanza, mezcladas y tensionadas como corresponde al tiempo escatológico de nuestro adviento ante Aquel que era, es y siempre será.

Ayer madrugaba para ir a Mérida y allí encontrarme con una persona anónima y desconocida, Charo que en su coche, junto a otra pasajera Loly -también anónima para mí-, vía Blablacar íbamos a realizar un viaje hasta Madrid, en un camino en el que se iban desvelando concepciones y visiones de la vida, con sencillez y sin profundidad al principio para ir ahondando después. Compartían su visión crítica de la ciudad de Mérida, unas personas de fuera  que viven allí por motivos familiares, por hijos que tienen unas necesidades especiales y que en esta ciudad se aliviaban.

Ellas, ambas funcionarias con responsabilidades de cierta singularidad en sanidad y política social, viajaban por motivos de trabajo y de visita al hijo universitario en la capital madrileña.
La razón de mi viaje era de otro, mi compañero Eugenio presentaba su tesis doctoral, y digo presentar porque no tuvo que defenderla. Su presentación bastó para que el tribunal, a una, sólo dijera alabanzas y bendiciones del trabajo elaborado durante cuatro años por este doctorando. Su aportación se consideraba singular y única  en su investigación en torno al pensamiento y formación,  de Diego Sánchez de Badajoz, sacerdote talaverano del siglo XVI.  En su presentación entraban ganas de leer este trabajo, que un extremeño –rememorando a otro paisano-  presentaba en la sede de la UNED en la facultad de Humanidades en Madrid. Lo rodeamos un buen coro de compañeros y amigos llegados de Extremadura y gozamos con su éxito, del que nos hacemos portavoces como testigos de primera mano que brindamos con el champán oportuno en la cafetería académica. Allí la espera daba su fruto, signo de escatología presente: “los que sembraban con lágrimas, cosechaban entre cantares”.

Aprovechando el viaje, vivía con gozo el encuentro con Carmen Ledesma y Álvaro Mota, jóvenes estudiantes que componen el equipo permanente y liberado del movimiento de  la Juventud Estudiante Católica. Pasear con ellos por las calles madrileñas, tomar un bocadillo de calamares junto a la plaza mayor en el contexto del mercado navideño, un dulce con café en la Mallorquina, paseo por el palacio real, la Almudena, momentos de reflexión para compartir vida y preocupaciones… para después cenar con un grupo de personas que se adentran en el silencio acompañados por las dominicas  y que desde ah
í se encuentran y se hacen familia en la vorágine de la masa de lo anónimo y lo desconocido para no perder la identidad y querer que el Reino siga avanzando y siendo levadura en la masa, porque otro mundo es posible.
Mundo del que hablaba Álvaro en la entrevista grabada, que en la mañana de hoy viernes, le hacía Jesús Bastante de Religión digital, acerca del movimiento de la Juventud estudiante católica, la iglesia  en la universidad, el sentido del estudio y  la clave evangelizadora de unos jóvenes que creen, siguiendo a Jesús, que la fuerza de la resurrección ya está actuando.  Esperanza que  corresponde a una escatología de plenitud y de futuro, ya incoada, porque aunque su Reino no es de este mundo, sin embargo habita ya dentro de nosotros y nos mueve más allá de nosotros mismo y nuestros límites.

Esta tarde volvía con jóvenes de Calamonte hasta Mérida, también en el quehacer del Blablacar. Estos hablaban de su deseo, como pareja,  de algún día poder dejar la vorágine de Madrid  y poder vivir en la paz y la serenidad de nuestra tierra extremeña y de la ciudad de Badajoz, apenas valorada durante sus carreras universitarias de Ingeniería y Economía y hoy deseada.  Yo venía con el deseo  y la ilusión de llegar a la residencia de Mayores de la Granadilla, donde se  iba a desarrollar el concierto regalado por el coro Vocalis a  nuestros mayores, con los que celebro la Eucaristía todos los domingos.
Todo un  lujo,  diría yo, de escatología consecuente. Ahí están todos nuestros mayores, los que no saben mucho de doctrina ni de futuro, quizá solo de un presente condensado de pasados en los que han ido dando a jirones sus vidas preparando una sociedad mejor para los que ahora vivimos y vienen, en una postguerra de esfuerzo y sacrificio, a la vez, que de austeridad. Hoy se movían en sus corazones con unos villancicos que les avivaba el alma y las palmas con los que acompañaban. Gozaban y eso les bastaba, se sentían privilegiados y señores, teniendo a ese coro de más de treinta personas que  “gratis et amore” que les hacían sentirse importantes y queridos. Estaban allí dando su arte melodioso, con cariño y ternura, para estos mayores que han dado su vida, y que viven el presente, mirando al pasado y confiando en un horizonte de descanso y de luz. Descanso luminoso y alegre que hoy  culminaba con tono de África, en una canción graciosa y bailable, en un idioma africano que nadie sabíamos pero que a todos nos alegraba, como será el idioma y el canto de Dios cuando  nos lleve a su gloria. Así cantaban:así cantaban

Al llegar ahora a casa, me adentro en los sentimientos vividos en estos días, y me siento esperanzado y con ganas de esperanzar a otros. Mañana será el encuentro con los jóvenes estudiantes de la diócesis de Badajoz,  donde la alegría y la esperanza será de futuro y de deseo de vivir  en un mundo mejor, que están dispuestos a construir  con la fuerza de lo alto. En ellos las escatología será tensional y luchadora, bipolar, ellos tratan de  ir a por todas arriesgando en el presente, porque otro mundo es posible,  ya tienen y buscan animosos  la fuerza de Jesús de Nazaret que  inició ese nuevo mundo imparable en la sencillez y pobreza de su nacimiento en Belén.