“Por ellos”: porque he visto he creído

BRINDIS: POR ELLOS

PLa imagen puede contener: 6 personas, calzado, árbol, cielo, exterior y naturalezaorque has visto has creído… sí, hoy sí

Sí, porque he visto he creído. Acabo de llegar a casa en este domingo de la octava pascual, ya atardece, bajo una lluvia generosa y remecida que a algunos les parece exagerada, aunque hace poco gritábamos que lloviera a cántaros. Debe ser verdad eso de que nunca llueve a gusto de todos. Y necesito adentrarme en el silencio para acoger lo que he vivido hoy y dejar que me fecunde por dentro, tomar conciencia viva de lo que he visto y de lo que creo y siento en mi interior. En la mañana pensaba en la tarea del día y me levantaba con preparativos para la acción, café compartido con compañeros, misa -adelantada media hora-  con los mayores y el joven Javi, conocido en el triduo pascual, que se incorporaba hoy allí a esa pequeña comunidad. Para después recoger a Asun y José María -antiguos compañeros de la universidad-  y encaminarnos a Mérida, para ir a la sede de la asociación por ellos, donde nos esperaban madres y padres que están unidos por el dolor y la pérdida de alguno de sus hijos, asociación que pronto cumplirá sus diez años de existencia y que la comenzó Maribeli de Esparragalejo, con motivo de la pérdida de su hijo adolescente.

Desde el silencio…

Resultado de imagen de clavos y lanzada tomas resucitadoFue ella, Maribeli, la que hace tiempo con motivo de un café compartido para una actividad escolar de su hijo universitario me dijo que tenía que volver a estar con ellos y compartir reflexiones, que lo habían hablado y que ya me llamaría Asun.  Así fue, al poco tiempo recibía llamada telefónica para vernos y hablar de mi encuentro con los miembros de la asociación en la próxima convocatoria regional. Al pensar de qué hablar les ofrecí el tema que ahora traigo más entre manos acerca del silencio, como clave de vida. Realmente es una necesidad para todas las personas y seguro que ellos que tienen su interior tan vivo e inquieto, le vendría bien cómo están gestionando sus silencios y cómo fecundarlos activamente en la elaboración y proceso de lo duelos, tan duros en la mayoría de los casos, en padres que han visto morir a sus hijos.La imagen puede contener: 3 personas, personas sentadas e interior Les pareció bien y yo he reelaborado un tema ya preparado para situarlo en su contexto y en sus vivencias. La estructura era muy sencilla:  porqué el silencio y la necesidad de él, las dificultades para silenciarnos y meditar, los caminos para conquistar el silencio que nos conecta con la vida y posibilita vivir en la verdad a fondo, en el ser de cada día y en todas las relaciones. Aquí se trataba de considerarlo a partir de esa experiencia de radical de pérdida en un hijo amado.

Hoy Domingo de octava pascual: de la misericordia

El eco  resucitado del dolor de la ausencia viva y amada

La imagen puede contener: 9 personas, personas sentadasAl terminar mi exposición les pedí como en otras ocasiones que entabláramos conversación que deseaba que compartieran el eco que estas ideas provocaban en ellos, al punto comenzaron a darse en lo profundo de sus sentimientos con una transparencia que para mí es novedosa y resucitada, por su verdad y su profundidad, sentencias que se grababan en mis dedos y manos al tocar sus vidas y sus sentimientos:

Un padre de Zorita me habla de corazón y me sobrepasa en una afirmación transcendente: Pepe, cuando estabas hablando yo no te escuchaba a ti, estaba oyendo a mi hijo, a todos nuestros hijos animándonos a vivir lo que tu planteabas, a mirar la vida y escucharla con la atención, la conciencia y la fecundidad que la propia realidad tiene para nosotros, llamándonos a abrir nuestras ventanas y puertas vitales para no encerrarnos en nosotros mismos, en nuestra pena o dolor entregados a la esterilidad.

Otro señor que recuerdo que eran de Pueblo Nuevo, junto a su esposa, que en su duelo han conocido a la gente verdadera, a aquellos que se acercaban y no les hablaban sino que se silenciaban y les escuchaban sin reparo y su querer darle respuestas. Ahora ellos ha conocido la pérdida del marido de su vecina y van allí, todas las tardes que pueden, sólo para escucharla y que ven la cara de satisfacción de esta mujer. Sólo desde un silencio es acogida se hacer la verdadera escucha que sana.

La imagen puede contener: 7 personas, personas sentadas, comida e interiorUna madre de Villanueva de la Serena, confirma que la muerte te hace sensible y viva a realidades que antes se daban pero no entraban dentro de ti. Pone como ejemplo a otra señora de su mismo pueblo, cómo cuando murió su hijo –estando ella en un duelo muy reciente por la muerte del suyo- , sin conocerla, se plantó en su casa simplemente para estar con ella y escucharla en el mismo dolor. Desde ella se incorporó a esta asociación y este camino de vida que están compartiendo a partir de la muerte. Se trata de una sensibilidad que conoce desde el sentimiento profundo, en el silencio y el dolor se gestionan las amistades y las relaciones más profunda.

Así lo confirma otro padre pacense, expresando que lo vivido con su hijo recuerda como momentos esenciales y vitales aquellos que compartieron en medio de la naturaleza en silencio, buscando por ejemplo espárragos, alejándose uno del otros, volviéndose a encontrar, descansando juntos, volviendo a caminar y regresando serenos y alegres llevando a casa lo que cada uno había encontrado pero unidos en mismo manojo o maceta. El silencio vivido en la serenidad y en la paz… como aquellos abuelos que sentados en la puerta de la calle al atardecer, cada uno en su silla, ven irse el sol sin decirse nada, porque todo está dicho y el amor sigue vivo, vivo.Otra madre se hace eco que cómo la meditación le está ayudando a entrar en la reconciliación con su dolor, que está notando como en su interior el dolor se está transformando en amor. Aunque hay algo que todavía se le resiste, siente mucha envidia y pena cuando ve a otros de su edad, en sus amigos o propios familiares, que disfrutan de sus nietos en el parque. No lo puede remediar, le queda todavía mucho en este camino de silenciarse y acogerse en el dolor.

Un padre se une en este momento y confirma esa sentencia de que el duelo no está acabado hasta que comienzas a vivir acercándote a otros y dejándote afectar por su dolor, llevándole consuelo y vida, más allá de mirarte tu propio ombligo y tu propia pena. Cuenta la parábola que a él le abrió los ojos en esta asociación y que se la contó otro padre: Un señor le insistía a Dios que le permitiera ver a su hijo fallecido, aunque sólo fuera un minuto, para ver cómo estaba… insistía, insistía y Dios, por su pesadez, se lo concedió. Se abrió una ventana y comenzaron a aparecer jóvenes fallecidos, con paz y serenidad, todos portaban unas velas, pero unos las tenían encendidas y otros apagadas. Apareció su hijo, y lo vio bien, habló con él… pero vio que su hijo llevaba la vela apagada y le preguntó por qué él la llevaba apagada, el hijo le respondió: Papá, todos los días en la mañana la saco encendida, pero al poco rato, tú con tus lágrimas me la apagas. El coordina y se compromete en una asociación de Alcohólicos y ahí es donde más ha crecido como persona.

La imagen puede contener: 16 personas, personas sonriendo, personas de pie, personas sentadas e interiorY termina una señora mayor que hace ya tiempo que murió su hijo confirmando que todos los que estamos aquí no tenemos dudas de que ahora somos mucho más humanos y sensibles de lo que éramos. Nuestros ojos están más abiertos, nuestros corazones más vivos, nuestra esperanza más comprometida, y nuestros lazos de relación muy sinceros y cariñosos.

Acabamos con un ejemplo muy sencillo como el de la cinta en la empresa que si va muy ligera es imposible poder actuar en ella y hacer las cosas bien, para intervenir hay que levantar el acelerador, y así en la vida. Y sólo parando y haciéndonos conscientes, sin huir de nosotros mismos, de la realidad, de nuestros sentimientos y abriéndonos ala comunidad  podemos encontrarnos con nosotros mismos, con los demás, con la vida en general, y sólo así podremos reencontrarnos con nuestros hijos de un modo nuevo y verdadero más allá de la mentira de la vida, en la verdad que nos llena de sentido, aunque todavía cubiertos de dolor y de ausencia.

El brindis: POR ELLOS

La imagen puede contener: 2 personas, personas sentadas y bebidaEl reloj nos impidió continuar, yo, como el apóstol incrédulo, en mi interior estaba musitando: “Señor mío, y Dios mío”. Allí, “Por ellos”, esta comunidad volvía a ser mi cenáculo en el que Jesús, entrando por las ventanas cerradas del dolor y la muerte, me estaba mostrando sus señales de clavos y lanzada en estas madres y padres, que son únicos en su grandeza, para dar testimonio del crucificado y la fuerza del resucitado que les empuja a no morirse, sino a seguir viviendo y hacerlo de un modo nuevo, aunque sea con un corazón roto. Nos trasladamos a un restaurante copioso en buena comida y asequible precio, junto a Trujillanos, allí gozamos de la mesa, el vino y el pan compartido.  Compartí la mesa con dos matrimonios que eran nuevos en el grupo, uno de Torrejoncillo y otro de Almendralejo, me hablaron de sus experiencias y de sus hijos, uno en plenitud de vida cuando iba a dirigir la empresa de su padre con casi cien trabajadores, el otro recordando a su hija que murió con once años y que toda la vida estuvo sufriendo y luchando con la enfermedad, a la vez, que era un ejemplo de superación y alegría para toda la familia. Mi corazón volvió a ser tocado por su ejemplo y su lucha para vivir bien el duelo. Al comenzar la comida, Alejandro, nos recordó que faltaba el ritual principal: alzar la copa todos juntos y, en un solo grito, brindar con claridad y amor POR ELLOS. Está claro que en Pascua no cabe otro grito que el de la vida y el amor, “por ellos” hoy me volvía a saber a resucitado, a paz y alegría, venciendo el dolor y el miedo, no los quieren olvidar, los quieren resucitar amando.. Así, hasta siempre.

One Response to ““Por ellos”: porque he visto he creído”

  1. Gracias por compartir tus experiencias y las de esos padres
    . Acercarnos y sonreír al que sufre, sentir la vida de nuevo a nuestro lado, escuchar, dejar nuestro hombro y sobre todo trasmitirles que esos hijo VIVEN. Los cristianos tenemos que creernos de verdad que Jesús ha resucitado y todos (no muchos) resucitaremos con Él.