Píldora cuaresmal (I) Miércoles de Ceniza

Convertirse y abrirse al Evangelio, con una fe renovada. Entrega de un ego que imposibilita el yo que emerge en el nosotros de la fraternidad y la justicia. Ahora es el momento de responder con nuestro yo comprometido y despierto, a la vez que arrepentido y converso, a la realidad actual, se necesitan seres humanos espirituales y profundos, que saben vivir de otra manera, porque piensan, siente y actúan desde lo común, desde la verdad, la belleza y compasión.

YO

Entre el “ego” y el “yo”, me quedo con el yo, y con él subo al monte de las tentaciones. La razón fundamental es que necesito del nosotros, del Tú de lo divino y de lo humano. Los egos no llevan a la comunidad, la paralizan y la destruyen, adelgazar el ego es el camino para la liberación del yo.

Cuando el ser humano, reconociendo su creaturidad y limitación, se abre al todo y se encuentra como parte de un proyecto amado y querido, descubre su valor de absoluto que nace de la mayor donación del Dios que le ama sin límites.

La cuaresma es camino para el descubrimiento del yo sin antifaz de egos, los que encumbran el éxito rompiendo la virginidad que facilita la fecundidad de los frutos del amor.

La cuaresma es tiempo de liberación del yo, reencuentro conmigo mismo, en la mayor mismidad de mi interior, en la desnudez donde encuentro la verdadera imagen, el reflejo que tiene sed de ver el rostro de Dios que se nos ha revelado en la humanidad de Jesucristo, donde encuentro la sangre que me hermana con toda la humanidad y con toda la creación.

Entrego mi ego porque amo verdaderamente mi yo más original, el realmente amado y donado.

Por eso ayuno… y miro a Ucrania.