Los signos del “tiempo interior”

Fue de Arrupe de quien aprendí la expresión “signos de los tiempos”, pero tal vez se acuñó en la “Gaudium et Spes” del Vaticano II, no lo sé con exactitud. Luego Nolan la enfatiza mucho en casi todos sus libros. Pero no me refiero a ellos como se hace normalmente: no sólo existen los “signos de los tiempos” externos, que nos van señalando la acción de Dios en el mundo. También existen los internos, y como médico los oriento como aquello que va ocurriendo en nuestra persona con el paso de la vida. De hecho acontecen sobre todo en nuestro cuerpo, en nuestro organismo, pero afectan a la persona toda.

 Creo que debemos aprender a aceptar y acoger el paso de la edad, con las pérdidas y mermas que supone. Aceptar que cada vez nos cansamos más y cuesta más recuperarse de los esfuerzos físicos y psicológicos, y darse tiempo para descansar, saber escuchar esos mensajes que nos envía el organismo. Respetar los nuevos “tempos” que nos impone la fisiología y acogerlos, no pretender “funcionar” y rendir como lo hacíamos cuando éramos más jóvenes. Tal vez acoger las nuevas épocas vitales como tiempo de tranquilidad, ojalá acompañados por las personas queridas, sin hacer un reproche a lo larga que resulta la vida y el declinar inherente a la misma. Aceptar las limitaciones y las carencias que la acompañan y verlas en perspectiva, como una pequeña parte de lo que tal vez ha sido una vida llena.

 Cuán difícil es aceptar de forma serena, profunda y agradecida las pérdidas inherentes al paso del tiempo y los sufrimientos que éstas llevan aparejadas: se deteriora la vista, el oído, incluso el gusto y el olfato. Deben abandonarse costumbres que se habían tenido siempre, como viajar de forma independiente, llenar el tiempo con aficiones como la escritura y la lectura. Hay que reorientar el tiempo y la vida. Eso entiendo yo por los signos de nuestro tiempo interior.

 Y aún más, aceptar con paz que la vida no se acaba cuando nosotros quisiéramos, sino cuando ella decide, no pretender violentar el ritmo de la vida, querer que termine cuanto antes porque no toleramos las pérdidas fisiológicas que acontecen con la edad. “Hay que vivir hasta morir”, expresa certeramente Elisabeth Kübler-Ross. Me viene a la cabeza el libro de Job: “Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿por qué no aceptaremos también lo malo?”. Si durante años hemos gozado de buena salud y hemos sido capaces de una vida productiva, por qué no acoger el deterioro de la vejez o las enfermedades que puedan sobrevenir a lo largo de nuestra vida, al fin y al cabo estos fenómenos acompañan de forma inexorable a todos los sistemas biológicos, y aunque tengamos espíritu y seamos criaturas de Dios, no dejamos de ser seres vivos y estar sujetos a sus reglas físicas y químicas.

Escribo estas líneas al regreso de visitar a mi madre, que con 91 años me despedía triste esta mañana. Ojalá Dios la ayude en esta etapa postrera de su vida.

 Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

2 Responses to “Los signos del “tiempo interior””

  1. Es difícil aceptar los “tempos”, cuando las más de las veces, no nos aceptamos a nosotros mismos y menos a los demás.
    Pero sería bonito que fuéramos capaces de incrustar nuestro yo, en cada paso del tiempo.

    Saludos Angel.

  2. Suerte la tuya, Ángel, que aún puedes “disfrutar” de tu madre.

    Ya que nombras a E. Kübler Ross, aprovecho para recomendar un libro que escribió junto a David Kessler, fruto de su trabajo en cuidados paliativos : “Lecciones de vida” de Edit. Luciérnaga. Un libro muy sugerente que nos traslada lo que aprendieron con los moribundos para que los demás tengamos en cuenta estas enseñanzas en vida.

    Comentaban los autores que, repetidamente, las personas antes de morir, expresaban las mismas quejas o carencias : el no haber vivido lo suficiente y el haber trabajado demasiado.

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