Desasosiego e inquietud

Creo que son las dos palabras que definen hoy la situación en mi hospital (y tal vez en el sistema sanitario español en general). Los cambios se suceden uno tras otro y resulta difícil encontrar en ellos una lógica o un orden. Eso provoca una profunda incertidumbre con resultados muy peligrosos: personas desmotivadas e inquietas no pueden desempeñar bien su tarea, y no hay que olvidar que cuidamos personas enfermas o dependientes. Cuando las conversaciones giran sobre la pérdida del empleo o sobre qué salas se cierran y no sobre casos clínicos o publicaciones científicas, mal asunto.

 Es triste pero lo cierto es que se está desmontando un sistema que era insostenible y en muchos casos inadecuado, eso no debe perderse de vista: hace más de treinta años (informe Abril) que se demostró esto pero nadie escuchó. Lo malo es que se pierden puestos de trabajo y resulta sumamente doloroso, infinitamente más que la pérdida de sueldo o prebendas. Por que esa es otra: nadie puede entender que los funcionarios tuviésemos tal cantidad de días libres (“moscosos” y “canosos” les dicen) además de las vacaciones reglamentarias, puentes, días festivos de la respectiva comunidad autónoma, etc. Eso era y es inviable y nadie cuyo juicio sea bien intencionado debería protestar porque se supriman: debo ser raro pero es mi forma de pensar. Con toda certeza hay plantillas laborales que están hinchadas y ahora cuesta reducirlas. Por usar un símil de mi profesión, todo lo que se está haciendo es pura cirugía, que siempre resulta dolorosa y una agresión al organismo, por más que pretenda erradicar un mal. Tomen por ejemplo el absentismo laboral del personal sanitario, uno de los más altos de la Unión Europea: en ese capítulo se han cometido abusos sin cuento y ahora los pagamos todos, porque apenas se cobra en las bajas laborales por justificadas que sean.

No dejo de pensar que se hacen muchos recortes (justificados o no, justos o no) pero no se ataca uno de los pilares del problema: la existencia de diecisiete sistemas sanitarios con la burocracia que llevan consigo, los altos cargos que no desaparecen, en muchas ocasiones derroches de los que nadie se ha hecho ni se hace responsable (el nuevo hospital de Toledo que iba a ser el más grande Europa, ahora una obra detenida, con las grúas paradas y los ratones enseñoreándose de los edificios vacíos; los hospitales construidos a escasa distancia de centros sanitarios que ya funcionaban y que ahora hay que reconvertir, privatizar o quién sabe qué puede hacerse con ellos). Tal vez si las cosas de hiciesen de otro modo no haría falta recortar en las personas que atienden directamente a los pacientes (por aquí dicen ahora que se cesará al personal interino).

 Por todo esto vivo nuestro momento con inquietud: aun siendo consciente de la necesidad de muchos cambios que racionalicen lo que existía y que no es momento de detallar aquí, veo personas valiosas que pierden su empleo y eso es de largo lo peor. Mi nómina mengua pero eso, con toda sinceridad, no me preocupa mucho porque me sigue siendo más que suficiente para vivir bien.

 Y por ello intento dedicarme a la razón de ser de mi profesión: el cuidado de los pacientes. Estudiar, planear la formación continuada, una estancia de colaboración para este verano en Uganda … buscar pues motivos para ilusionarse y continuar haciendo bien lo que me toca hacer bien, más allá de las miserias y los sinsabores de una cotidianidad estropeada por personas ambiciosas, que no pensaron en el interés general y gastaron a manos llenas lo que no era suyo. Disculpen que pinte la realidad de color gris tirando a negro, pero así es vivida hoy y aquí. Aunque estoy seguro de que vendrán tiempos mejores. En último caso, recuerdo el dicho sajón: “Do not take life too seriously: it´s only a temporary situation” (no hay que tomarse la vida demasiado en serio: es solamente una situación temporal).

 Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos

One Response to “Desasosiego e inquietud”

  1. Esta misma mañana, sin ir más lejos, se me quejaba una paciente de nuestro Hospital, Ángel, del lastre que está dejando esta situación y de cómo está recayendo en los pacientes, algo a lo que no se debería de haber llegado.

    ¿Cómo vamos a pedirles ahora que confíen en los profesionales que les “cuidan” si de un día para otro se quedarán sin su fisio, psicólogo, terapeuta, médico, celador o enfermero!

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