Gdansk, 1980. Uganda, 2012.

Escuché que la selección de fútbol jugaba un partido ahí. No sé qué les dice a ustedes ese nombre, pero a mí me retrotrae al año 1980. Como estudiante de tercer año de medicina y desencantado con cómo se enseñaba en mi universidad, me presenté en la facultad de la ciudad inglesa de Leicester y solicité asistir a clases con los estudiantes de mi mismo año: una suerte de Erasmus cuando esa posibilidad ni se intuía. Llevaba una carta de presentación del vicedecano de la facultad de Zaragoza, que como estaba escrita en español nadie entendió, pero me dejaron sumarme a las clases y aprendí mucho, sobre todo una forma de enseñar y aprender basada en el estudio personal y la tarea en pequeños grupos, la discusión y la reflexión, que me han acompañado hasta hoy.

Pero no sólo aprendí medicina: también mi mente se abrió en una sociedad que se ocupaba y preocupaba por el exterior, por los conflictos en sus antiguas colonias y por lo que ocurría más allá de sus fronteras, entre otras cosas por el movimiento nacido en agosto de ese año en los astilleros de la ciudad polaca de Gdansk, acaudillado ahí por Lech Walesa y articulado en el sindicato Solidarnosc (Solidaridad en español). Asistí a varias asambleas estudiantiles en las que se hablaba de ese movimiento, aun cuando nadie intuía todavía la extrema importancia que tendría para todo el hemisferio norte en los años siguientes.

Por eso ahora, cuando escucho Gdansk, recuerdo aquellos años y todas las ilusiones de un joven estudiante de medicina y me preguntó dónde han quedado. Asimismo intento sacar enseñanzas del ayer para el hoy, tal vez recuperar al menos parte de aquellas ilusiones.

Ahora la realidad es posiblemente más compleja, teñida de tonos grises, hace ya tiempo que ha dejado de ser blanca o negra, tanto la personal como la social. El momento económico continúa siendo malo y eso afecta fuertemente a mi hospital, como a tantos otros. Nadie sabe dónde quedará parte del personal investigador ni si cesarán los interinos. Intentamos que la incertidumbre no afecte al cuidado de los pacientes pero eso no es fácil, porque todos estamos más susceptibles y con menos aguante y los roces son frecuentes. Los excesos de antaño se pagan ahora y eso mueve al resquemor de por qué se han consentido tantos desmanes por parte de tantos, un sentimiento comprensible pero poco productivo.

 También en relación con los recuerdos, en el año 1980 comenzaron los conflictos mineros del carbón en el Reino Unido: tras meses de huelgas y enfrentamientos violentos, nunca antes vistos en Inglaterra, los poderosos sindicatos mineros fueron neutralizados y las minas cerradas. Con eso concluyó un episodio de la historia de ese país y las cuencas tuvieron que reorientarse. Las minas (que yo conocía bien porque durante los fines de semana hacía de ayudante de un conductor de camión; íbamos a por carbón a las minas de los Midlands para llevarlo a los puertos del norte) son hoy prácticamente lugares turísticos, y así habría de ser en España: el carbón es un combustible fósil dañino para quien lo extrae, que ha supuesto un modo de vida para poblaciones enteras pero uno nada sano ( los mineros silicóticos son una triste prueba);  por eso debe ser sustituido por formas de conseguir energía más limpias y menos tóxicas. Cuáles deban ser éstas no es fácil de contestar, porque la pregunta que se plantea es si estamos dispuestos a renunciar a comodidades a las que estamos acostumbrados (calefacción, agua caliente, consumo eléctrico, coche) para reducir el gasto energético.

 Para concluir las reflexiones de hoy, me hizo gracia escuchar al presidente del gobierno decir que “España no es Uganda”, tal vez porque ese es mi destino para este verano y porque hoy mismo he recibido la copia de mi certificado de colegiación temporal en el Consejo de Médicos de ese país, requisito para ejercer en el Kitovu Hospital. Todavía no tengo los billetes de avión pero me ilusiona volver al trópico y conocer un nuevo país y ver qué puedo hacer y aprender allí, seguro que un montón de cosas interesantes que me ayudarán a relativizar y ver con otros ojos los problemas de aquí. Espero poder contárselo como en otras ocasiones.

 Recen por los pacientes y por quienes los cuidamos.

One Response to “Gdansk, 1980. Uganda, 2012.”

  1. Hoy he estado en Toledo c on mi marido, sólo paseando. Me he acordado de ti cuando contemplaba el río Tajo. He rezado por ti y tus enfermos

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