Crónica Quebrantahuesos 2012

La vida de un médico no es sólo pacientes y problemas sanitarios, hay otras facetas, en mi caso la afición por el ciclismo. Un resultante es esta crónica de la reina de las cicloturistas españolas, la Quebrantahuesos, que partiendo de Sabiñánigo (Huesca) entra a Francia por el Somport y a través del temido Col de Marie Blanque regresa a España por el Portalet, tras 205 kms. A los de ustedes que les guste el ciclismo tal vez les resulte interesante.  Es larga, tómenla con tranquilidad, tal como hago yo con esa marcha cicloturista.

“Como he hecho intermitentemente desde 1994, este 2012 acudí a la QH, la reina de las cicloturistas que se celebran en España. También lo hice con amigos, de hecho es la única excusa para ir de los últimos años: encontrar allí gente o facilitar la “experiencia” a nuevos amigos que nunca la han hecho. Este año venía ex profeso Martin Krause, un fisioterapeuta australiano que conocí y con el que anduve en bicicleta en Toledo hace dos años, al poco de mi llegada a la ciudad. Y, como “capitán de ruta”, venía Hilari, mi amigo bombero, siempre una garantía a la hora de afrontar una salida cicloturista de estas características. Es un ciclista experto y además un excepcional compañero y mecánico, así que poco más puede pedirse.

 Si tuviese que destacar algo, diría que pasamos un buen día: tras casi once horas de pedaleo, contando las paradas, llegar sanos y salvos es lo más importante, del mismo modo que cuando se asciende un pico alto o se hace un viaje largo. Con los años me he ido tomandola QHcomo un buen día de campo en el que puedo pasar mucho tiempo sobre la bici con posibilidad de avituallarme en ruta y sin casi miedo a los coches. Es un día privilegiado para los aficionados a la bicicleta en unos paisajes excepcionales, por poco que el clima respete: lo hizo este año, con sol en la parte española pero sin excesivo calor y nublado en la francesa, con niebla pero sin lluvia.

 Lo ideal es llegar unos días antes para entretenerse con el ambiente ciclista de toda la comarca. Como Martin aterrizó en Barcelona el viernes por la mañana no pudimos hacerlo esta vez y llegamos a Jaca a la hora de comer. Ese es uno de los aspectos a destacar de esta prueba: da vida a la comarca entera durante una época –el mes de junio- normalmente baja para la hostelería. Hay que tener en cuenta que pueden ser más de 25.000 personas las que se junten parala QH(11.000 participantes y acompañantes), y eso es mucho para bares, restaurantes, comercios, hoteles … no es raro que las instituciones (ayuntamiento de Sabiñánigo, DGA, etc, cuiden la prueba). Así que paseando por Jaca se ven grupos de ciclistas y por lo general el ambiente es bueno. Este año puede decirse quela QHse ha privatizado, habiéndose hecho cargo una empresa, aunque en colaboración con el club organizador y las autoridades. Con toda sinceridad, no he notado grandes diferencias con respecto a ediciones anteriores.

 Otro hito de la víspera es la recogida del dorsal: no suele ser muy agradable porque hay mucha gente y hace calor, aunque este año había mejorado algo: además de los stands en la nave habitual del polígono industrial habían colocado otros en el exterior, y aunque de todos modos seguía habiendo mucha gente, al menos no hacía tanto calor. No suelo dedicarles mucho tiempo y casi nunca compro nada, aunque a veces es interesante ver en directo bicis y componentes que de otro modo sólo pueden verse en las revistas especializadas. A veces te encuentras conocidos deambulando por allí y pueden intercambiarse saludos y deseos de buena suerte. De cualquier modo siempre me resulta cansado, se cargan las piernas y lo mejor es volver a casa a preparar la cena, otro de los ritos dela QH, la cena del día antes, por lo general pasta y ensalada. Casi siempre también es momento de recordar anécdotas de los años anteriores y hablar del tiempo que va a hacer: el ciclismo, como toda actividad al aire libre y más si como en este caso es por alta montaña, depende mucho del clima. En mis recuerdos estála QHde 1998, con temperaturas de 40º y el asfalto derritiéndose y pegándose a los neumáticos, o la de otro año con mucho frío y lluvia.

Uno de los inconvenientes de esta prueba es el madrugón: la salida es a las 7.30am y hay que llegar en coche hasta Sabiñánigo, aparcar y vestirse, lo cual exige salir al mínimo una hora y media antes de Jaca, por lo que hacia las 5.30am hay que levantarse. Hay quien desayuna copiosamente, a mí me cuesta coger el apetito así que un té y algo de pan son todo mi desayuno, ya habrá tiempo de comer durante la prueba. Martin, sin embargo, se encajó un gran plato de muesli con yogurt y bastante fruta.

Siempre hay lío de tráfico para llegar a la salida y este año no fue una excepción, a pesar de que habían habilitado campas algo falló en la distribución de los coches y fue complicado llegar, apenas un cuarto de hora antes de la salida, de modo que cuando sonó el cohete de salida nosotros estábamos saliendo en bici del aparcamiento, de todos modos no hay mucho problema porque sabíamos que íbamos a salir muy atrás y teníamos tiempo. De hecho tardamos diecisiete minutos en comenzar a movernos y circulamos un buen rato sin acabar de enganchar las zapatillas, salimos hacia el 6.600 según dijeron por megafonía. Y ahí propiamente comenzóla QH.

 Cada año salgo más tranquilo y voy más lento: no me encorre nadie, tengo un montón de horas por delante y sé por experiencia que la mayor parte de caídas se producen en esos primeros kilómetros, y este año no fue una excepción. No hubo problema durante la circunvalación y al atravesar la ciudad, pero nada más entrar en la nueva autovía hacia Jaca empezamos a ver ambulancias y asistencias sanitarias, lo cual es difícil de entender porque teníamos dos carriles para nosotros, imagino que la gente que ha salida atrás y tiene prisa comienza a adelantar nerviosamente, se intentan hacer pelotones y vienen las caídas. Parece que este año no hubo problemas graves, aunque sí huesos rotos y algunos traslados al hospital. El resto, abrasiones y contusiones que se tratan en el momento. Tengo que decir que no vi maniobras demasiado arriesgadas en los descensos, al contrario que otros años, pero creo que es porque salimos muy atrás, con gente que no tiene mucha prisa.

 Por lo general es Hilari quien pone el ritmo y yo le voy diciendo cómo me va, y así fue este año. Rodamos sin problemas hasta el inicio del Somport, no sin antes saludar a un compañero de colegio que hacía años que no veía: no es la primera vez que me encuentro conocidos que ni sabía montaban en bici. Este amigo siempre fue buen deportista y tras muchos años con bicicleta de montaña hace seis meses comenzó a salir por carretera. Compartimos algunos kilómetros y le perdí de vista en la cima del Somport, luego he sabido que acabó exitosamente en menos de diez horas. Esa es una de las ventajas de ir en la cola y sin prisas: puede charlarse, comentar algo con compañeros de fatigas, al contrario que los de delante, cuyo único objetivo es pedalear lo más rápido posible. No saben que con ello se pierden un cierto compañerismo, que aunque con los años ha ido disminuyendo, es uno de los encantos de este tipo de pruebas de resistencia.

 Nuestro plan este año era parar a tomar café en el primer pueblo francés, pero para eso hay que subir primero el Somport. Afortunadamente no se me hizo muy duro, Martin se fue por delante e Hilari subió conmigo casi todo el puerto, no hacía viento ni calor y se subía bien. Ya en la cima comer algo, ponerse el paravientos porque suele hacer frío y con precaución comenzar el descenso, ya que los primeros kilómetros son revirados y la bici coge mucha velocidad por la pendiente. En la primera curva de herradura que hay, con un refugio, ya se veía que más abajo estaba la niebla, en la que te sumergías de repente, era bonito de contemplar pero luego había mucha humedad y molestaba un poco. Yo bajé rápido y sin problemas, conozco el recorrido y no arriesgo nada, así que enseguida llegamos al primer pueblo y nos detuvimos a tomar algo caliente. Sabíamos que el tiempo perdido era bien invertido para luego.

 El trozo hasta el inicio del Marie Blanque, el segundo puerto del día, suele hacerse muy pesado, sobre todo si ruedas solo: casi siempre hay viento de cara y aunque es básicamente cuesta abajo, hay algún tobogán y puede hacerse muy penoso. Por eso es tan bueno contar con alguien experto como Hilari, que casi siempre forma pelotones con un ritmo constante, este año no fue una excepción. Yo no fui mal pero notaba que en los repechos me forzaba demasiado. Paramos para una pausa-pipí antes de llegar a Escot, donde comienza el temido puerto.

El M-B nunca me ha parecido bonito, aunque hay mucha vegetación (lo cual condiciona mucha humedad y que se sude mucho) y un arroyo fluye al lado de la carretera casi permanentemente. Pero es tan duro y tan rectilíneo que se hace muy penoso. Con el menor desarrollo posible (en mi caso 30×29) subí a ritmo bastante constante, el velocímetro marcando entre 6 y 7 kph casi todo el rato y el pulsómetro entre 160 y 167. Ahí quien más padece son los ciclistas que no tienen suficiente desarrollo y se ve gente muy fuerte caminando por ese motivo. No es mi caso, yo simplemente intento pensar en otras cosas y no en el dolor de riñones y esperar que pasen los kilómetros, si no recuerdo mal la secuencia de porcentaje es 8-13-9.5-12-11 o algo así, de modo que a menos que seas un peso pluma el rato hasta llegar a la única curva de todo el recorrido, una curva a izquierdas que supone los últimos doscientos metros, se hace eterno. He subido en circunstancias variadas, algunos años rodeado de mucha gente, incluso un año iba tan lento que toqué a otro ciclista, nos fuimos al suelo y acabé con puntos en un codo, pero esta vez fui haciendo y sin demasiados problemas coroné, Martin e Hilari ya llevaban un rato y me esperaban en la cima, donde comienza un falso descenso hasta el avituallamiento, en mi caso el más esperado del recorrido.

 Los avituallamientos de la QHsiempre han estado muy bien, yo diría que este año incluso mejor, incluso las bebidas estaban razonablemente frías. Es difícil no encontrar algo que apetezca o guste dado que hay fruta, frutos secos, sándwiches, pastelitos, barritas, todo lo necesario para poder comer y beber, recuperarse y continuar. Porque hay que tener en cuenta que en mi opinión la verdadera QH comienza después del M-B: éste, aun siendo muy duro, señala solamente la mitad del recorrido y hay que ir reservando fuerzas para lo que queda después. Quien crea que una vez vencido el M-Bla QHestá ya hecha se equivoca: los peores momentos, las pájaras y los calambres sobrevienen en el larguísimo Portalet con sus 29 kms.

 Tras el avituallamiento comienza la bajada real del M-B, con buen asfalto (estupendo si está seco), cerrada al tráfico y teniendo cuidado de las vacas y sus excrementos y de los otros ciclistas. De nuevo precaución y sin problemas porque la conozco bien y nadie molestaba. Noté además que al girar a la derecha camino de la frontera tendríamos viento a favor, de modo que llegar a Laruns fue fácil. De nuevo Hilari, con su rodar regular, formó un pequeño grupo y en seguida llegamos al inicio del Portalet, donde me di pronto cuenta de que no podía seguir el ritmo de Hilari y tenía que encontrar el mío propio. 

El Portalet es muy largo y, hasta la presa de Artouste hacia el kilómetro 15, muy irregular, alterna porcentajes duros, de hasta el 10% con fragmentos casi planos, de modo que puede variarse mucho de desarrollo, eso es bueno pero impide coger un ritmo. Martin e Hilari pararon a tomar otro café en uno de los pueblos por los que se atraviesa pero yo preferí seguir a mi paso, lento pero seguro, viendo quien comenzaba a sufrir con la distancia o con los calambres. No es que yo fuese para tirar cohetes, pero sabía que poco a poco llegaría.

El avituallamiento tras la presa es de nuevo muy completo y viene precedido por una corta bajada que sirve para relajar. Paré, comí, bebí y dejé que mis colegas partiesen, consciente de que debía coger mi ritmo en lo que quedaba, lo más duro del puerto, aunque el paisaje es bonito una vez se deja atrás el bosque, se abre el valle y comienza a verse la carretera ascendiendo y la zona de los túneles antiavalanchas. Formamos un rosario de corredores ascendiendo, a veces animados por los aficionados que han ido a echar el día en la cuneta, con sus caravanas y sus mesas de camping, tan abrigados que puedes ver que hace frío, aunque tú tengas calor. Es mejor no mirar mucho hacia arriba y ver la carretera serpenteando a lo lejos, mejor coger un ritmo y dejar que vayan pasando los kms, no sólo ya pesa la distancia sino que son los más duros de la ascensión, con porcentajes mantenidos entre el 7 y el 9% casi todo el rato. No fui muy bien este año pero tampoco muy mal, ciertamente mejor que el 2011, cuando subía apajarado. Da tiempo para tantas cosas, pensar, rezar, recordar otros años y otras circunstancias. Ese es otro de los encantos del ciclismo, te lleva a convivir contigo mismo en esos largos ratos solitarios.

Finalmente, tras mucho sudar, ves aparecer los edificios de la frontera, con más gente conforme te aproximas a ella, me esperaban Martin e Hilari, que debían de llevar un buen rato, y les pedí que me trajesen una coca-cola que me vino de perillas. Comí algo, me puse de nuevo el paravientos y a seguir. La bajada por la vertiente española no suele ser grata, casi siempre con viento que inestabiliza la bicicleta, con tráfico abierto y asfalto deteriorado, además hay que cruzar el túnel de Escarra y nunca es agradable. Fui a mi aire adelantando gente y recordé a mi familia cuando veraneaban en Escarrilla y les visitamos en bici un año, allá por el 1979, cuando éramos estudiantes, todavía vivía mi cuñado Paco, a quien tanto le gustaba aquella zona.

Tras más de nueve horas en la bici apetece llegar, pero todavía falta Hoz. Para llegar hay que atravesar el Pueyo, desde hace años en obras y que más parece una pista de tierra que una carretera, y subir Hoz, sólo dos kms pero muy duros, al 9.5% y al 6.5%, además comienza bruscamente y hay que cambiar de desarrollo de golpe. Tal vez por eso comencé con calambres, vinieron de golpe y por poco me tiran de la bici, suerte que tuve tiempo de desenganchar del pedal y poner pie a tierra. Decidí caminar y esperar a ver si se pasaban, por fortuna en la curva que hay a derechas la pendiente suaviza y pude coronar sobre la bici, aunque temeroso de que repitiesen. Hilari me esperaba en el pueblo y nos fuimos para abajo sin poder tomar mucha velocidad porque nos precedían varios coches y tuvimos que frenar continuamente. Al llegar a la general me comí un plátano que llevaba y me dejé caer tras Hilari, esperando a ver si mis piernas se recuperaban un poco, al menos parcialmente así fue.

La bajada hasta Biescas es rápida y fácil, de ahí los últimos kms de toboganes, de nuevo Hilari formó un pelotón y fuimos alcanzando algunos ciclistas, unos podían añadirse al grupo y otros no por ir demasiado justos de fuerzas. Suerte que me puse a rueda y los repechos que quedan no son duros, porque yo tampoco iba sobrado precisamente. Pero todo llega, así que tras un rato llegamos a meta, un año más, y por fortuna sanos y salvos. Martin había llegado como un cuarto de hora antes, aunque tardamos tiempo en encontrarlo. En total 10h 44 minutos desde la salida, aunque de pedaleo real fueron –según mi velocímetro- 9h 59 min.

 Tras un largo rato nos encontramos con Martin y fuimos a por los diplomas y la medalla, en nuestro caso de bronce según el tiempo invertido. Cansados pero contentos nos volvimos a Jaca, desdichadamente Hilari tenía que marcharse porque trabajaba el domingo. Martin continuaba su periplo por los pirineos y al día siguiente partió cargado con una pesada mochila hacia Francia. Yo volví a casa pasando por Zaragoza para comer con mi anciana madre y algunas hermanas, y por la noche ya estaba en mi cama, con lo que di por concluida la QH 2012.

Es muy probable que no repita la QH y, de volver, opte por su hermana pequeña, la llamada Treparriscos (la mitad de distancia y sólo por suelo español). El motivo es que ya no me apetece dedicar tanto tiempo a la preparación, una prueba tan larga exige entrenamientos largos y son demasiadas horas, es una cuestión de prioridades y de intereses, tal vez cuando uno es más joven apetecen ese tipo de retos, no es ya mi caso, aunque indudablemente tener un objetivo ayuda a mantener una actividad deportiva regular. Pero eso ya lo he dicho y pensado otros años y el tercer sábado de junio me vuelve a encontrar en Sabiñánigo. Tal vez porque pienso que llegará un día que ni la una ni la otra podré hacer y me digo “mientras pueda” … “

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

2 Responses to “Crónica Quebrantahuesos 2012”

  1. Después de leer tu crónica tan sólo transmitirte mi ¡enhorabuena! y animarte a seguir adelante en esta bonita y sufrida afición que nos une. Sabes que no estás solo y puedes contar con tus amigos y el año que viene “Dios dirá”….

    Un abrazo

  2. Hola Doctor, en hora buena por tu magnifica crónica, yo hice la QH en el 2000 con 48 años, ahora me estoy planteando hacerla de nuevo, la cuestión es que acabo de cumplir 60 y no se si seré capaz, practico el ciclismo en BT y en carretera con salidas los domingos y una o dos veces entre semana con un total entre los 3 dias de unos 200 km a buen ritmo con medias entre 23 a 28 km dependiendo de las subidas del recorrido, en 2010 hice el camino desde Roncesvalles en 11 dias por Caminos con MB y las mochilas de 12 Kg y no tuve problemas, pero sé que esto es un poco mas complicado, que te parece la idea, me parece que tu eres mas joven pero supongo que tendrás mas de 50 años, y tu opinión por tanto doblemente valiosa, muchas gracias
    Un cordial saludo.

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