En casa de Gloria Fuertes
Hoy Damián se ha reído como nunca. Y no es para menos. En sus manos ha caído un divertido poema que Gloria Fuertes le ha dedicado. Es ése que comienza con este sonoro verso:
Beato Damián,
que comías espinas con pan.
Damián se ha imaginado, por unos momentos, a Gloria con su simpática nariz pinochil y su famosa voz ronquil. Y, ni corto ni perezoso, se ha ido a casa de la singular poeta.
– ¿Cómo se te han ocurrido, Gloria, estos versos para mí? (Le pregunta Damián emocionado).
Y Gloria se lanza y le cuenta sus sentimientos:
Me va la buena gente.
Y que no puedo amar a quien no ama.
No puedo amar a quien no compadece a la pobreza,
al dolor, a la fealdad física, al llanto.
La mirada de Damián y la de Gloria se funden instantáneamente, en el rostro de ella se dibuja una lágrima que enternece al santo leproso.
– Sí, querida amiga, ¡hay que amar tanto y hay tanta gente buena para hacerlo! Recuerdo que fue ese corazón de buena gente, que todos llevamos en nuestro interior, el que impulsó el cambio de Molokai, “Isla del dolor”, en una gran casa, un hogar en el que cada uno hacía lo imposible por reconocer en cada rostro deformado una criatura hermosa, a la que ninguna debilidad puede desfigurar totalmente.
Gloria guarda en su interior esas palabras de su amigo Damián y con un guiño, (te guiña a ti y a mí, amigo lector), nos dice:
Soy tan rebelde
que me resisto a ser poeta de encargo,
pero a Damián ¡lo quiero tanto!
Y lo bueno que tiene Gloria es que es medalla de oro en saltos de ternura. Y quiere a Damián, y a los viejecitos de la cuarta edad, a Jenny y a los drogadictos del portal. ¡Ah!, no se nos puede olvidar el gato perdido de Leganés, al que quiere mucho también.
Como Gloria tiene un corazón que no para, la inquieta compañía de su diablito de la guarda anda revolucionada estos días. Está convenciendo al diablillo para que se convierta en un ángel de la guarda, dulce compañía.
¿Seremos también nosotros capaces, queridos amigos, de persuadir a ese diablillo nuestro y hacer de nuestra vida un poema de fino tacto?
Un corazón bueno, el de Gloria Fuertes