Jesús nos sostiene aunque no le veamos
En “Kamiano y yo” leemos lo siguiente:
Una mañana temprano, Hoku escucha voces en la playa. Un barco se aleja en el horizonte. Y una balsa de troncos, medio hundida a pocos metros de la orilla, sujeta a algunos enfermos que no tienen fuerzas para alcanzar tierra firme.
– ¡Socorro, nos ahogamos! ¡Ayuda! – gritan los pobres leprosos.
– ¡No os preocupéis! ¡Mantened la calma! – les responde con fuerza Damián.
El Padre Damián lucha por ayudarlos a todos a llegar a la arena seca. Hoku vence su miedo y se acerca. Le ayuda a echar alguna manta sobre los cuerpos que tiritan de frío. Así llegan muchas veces los enfermos a Kalawao. Si el capitán tiene miedo, no para el barco y arroja a los leprosos a unos cientos de metros de la orilla, para que lleguen por sus medios. Hace tiempo que Kamiano vigila la costa y ayuda a los que intentan completar el viaje.
En este dibujo de Patxi, vemos a Jesús que es el que sostiene la barca de los discípulos. Aunque parezca que no le vemos, Él siempre se hace presente en medio de nosotros, en los buenos y en los momentos difíciles. Kamiano actuó como Jesús y ayudó a los pobres enfermos a llegar sanos y salvos a la orilla. Necesitamos personas que nos ayuden a vencer el miedo y la dificultad, para poder nosotros seguir luego alentando a otros.
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