Testimonio para la Natividad de María
Del libro “María, la primera en armar lío”, de editorial San Pablo, ofrecemos el testimonio de María José Pérez González, carmelita descalza. Nos ayudará a ambientarnos en la fiesta de la Natividad de la Virgen María.
AMIGOS DE MARÍA, HOY: María José Pérez González, carmelita descalza[1].
Me levanto cuando aún está oscuro.
Abro suavemente la ventana, para no hacer ruido, y mi piel recibe, como una caricia, la brisa húmeda y fresca de la madrugada.
Todo duerme a mi alrededor. Dormitan también los naranjos que cercan la casa, y el mismo mar, que se adivina al fondo, respira entre sueños hasta que el sol lo despierte. Solo la luna, que se mece en sus olas, vela silenciosa y limpia, en lo alto.
Permanezco unos instantes contemplando las sombras nocturnas, escuchando esa atmósfera sigilosa que me acompaña, como acompañó a María, aquella madrugada del anuncio, cuando aún titilaba el lucero del alba y no podía imaginar cuánto iba a cambiar su vida…
Estás aquí, Señor, como una incontenible ola de ternura. Aunque no haya rubios ángeles que se inclinen reverentes y me traigan tu saludo. Tu gracia, mi Señor, lo invade todo.
Solo puedes ser Tú. No está en mi mano modelar esta paz y este dulce desasosiego. Solo Tú eres el que vuelves cielo cuanto tocas con tus dedos.
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Tu palabra siempre bendice, siempre agracia y convida a la alegría.
Vienes porque quieres. No, no vienes. Vives en la hondura de todo, palpitas dentro y fuera. No vienes, porque ya estabas… Pero, de pronto, me abres los ojos para percibir tu hermosura. Y todo parece recién salido de tus manos alfareras.
Y entonces, ya nada tiene la misma importancia: todo se torna insignificante excepto Tú. Y a la vez, todo se vuelve importante, y el servicio más pequeño, ese gesto que nadie ve, se convierte en el ámbito donde puedo devolverte tantos besos.
“Llena de gracia, alégrate, el Señor está contigo”.
A esa palabra tuya, que me nombra y me recrea, que me bendice y me agracia, solo puedo responder, rendida, como María: “He aquí tu esclava”.
Porque ya amanece, y he de cerrar la ventana y comenzar el día en tu nombre. Pero no te dejo.
Y sobre todo, no me dejas Tú. Vives entrañado en mi seno, como un hijo.
[1] Vive en el Monasterio de la Sagrada Familia de Puzol (Valencia). Es responsable del blog “De la rueca a la pluma”, con amplia información actualizada sobre santa Teresa de Jesús.
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