“Bendita rutina”

farola¡BENDITA RUTINA¡

 Hoy, al levantarme he realizado ese ejercicio que es costumbre desde mis primeros años de cura en  el pueblo, ir a uno de esos lugares donde acuden las personas del barrio antes de ir a trabajar ,cuando todavía la luz del día no se ha impuesto, para tomar un café y comenzar la jornada. Allí te encuentras con la gente del día a día, las conversaciones de la vida, y acabas conociendo a personas en principio extrañas. El encuentro y la conversación esta mañana ha sido con un taxista que conozco de la parroquia, nos hemos saludado y hemos comenzado a charlar, con los preguntas de rigor  y entrañables acerca de su familia y sus hijos. Su respuesta ha sido precisa:”bien, con la rutina de cada día, mis hijos en el colegio y la tarea de siempre”. Pero inmediatamente ha reflexionado y me ha dicho: ¡Bendita rutina¡ Porque en los tiempos que corren es para dar gracias a Dios poder vivir lo de cada día sin sobresaltos.

A partir de ahí, comenzó una reflexión de ciudadano preocupado e interesado por lo que está pasando en la sociedad y en la calle, sus reflexiones fueron las siguientes:

“He venido escuchando en la radio todo lo que se refiere a la inflación y al aviso que desde el banco central y la comunidad europea se está dando al gobierno y a la economía española. Se trata de un asunto que puede afectar a las pensiones, la cosa es seria y parece que no acabamos de darle la importancia que tiene. Unos liados con la corrupción en el caso Gürtel, otros con  historias de otros mundos, otras alianzas, con historias del aborto, y diciéndonos que esto ya se está pasando. Uno no entiende nada y la verdad es que es para preocuparse. Ya lo decía mi padre que el modo de vida y de organización que estábamos teniendo en la sociedad no podía seguir así, que esto tenía límites y tenía que llegar  el fin de este modo de consumir y vivir por encima de las posibilidades”.

Seguimos la conversación  y me comentó que las personas que les acompañaban son trabajadores del Juzgado. El trabaja como taxista llevando comunicaciones del Juzgado a particulares y a empresas, y transportando a estos funcionarios para realizar acciones legales de desalojo y embargo. Con discreción, me comentaba lo que estaba viendo y oyendo diariamente y cómo le afectaba en sus propios sentimientos; si antes las comunicaciones eran de diez a quince, ahora estaban en setenta, ochenta…. Se trataba de empresas que ya habían quitado sus carteles de anuncio, y habían desaparecido. Llamaban a sus puertas y nadie respondía, se respiraba silencio y miedo en la mayoría de ellas. Empresas que nacieron rápidamente y que se han hundido y esfumando con la misma rapidez. Pero a todo esto se unía el llanto  y el dolor de todos aquellos a los que se embargaba sus viviendas porque ya no podían pagarlas. Situaciones de paro de personas que antes trabajaban los dos en la pareja, y que les entraban cantidades pingues en dinero negro por horas trabajadas en la construcción, etc. Y que ahora se veían abocadas a dejar sus casas porque no podían pagarlas. Eso lo estaba viviendo día a día.

No es extraño que mi amigo el taxista exclamara ¡Bendita rutina¡ Terminé de tomar mi café, lo despedí y yo también le di gracias a Dios por la rutina del día que había comenzado a vivir, y la deseé para todos los que  están sufriendo  las consecuencias de esta crisis, anunciada por los mayores que también tienen sus dimensión profética. Me fuí musitando aquello tan central de la oración cristiana. “danos el pan nuestro (la rutina) de cada día” y guardando en mi interior esta conversación que me servía de alimento para seguir contemplando la vida y cómo la crisis bendice la rutina.