En medio del mundo

Otra experiencia de fondo, otro trozo de resurrección con bocanada de espíritu  para mi persona. Hace meses que Enrique, el cura de Miajadas y consiliario del Movimiento Rural, me pedía que participara con los curas rurales en el encuentro nacional que se celebraría en Noviembre, los días 17 y 18. Me comprometí a preparar las líneas de reflexión para dicho encuentro que tenía como objetivo fundamental profundizar en la espiritualidad de encarnación del consiliario y de los sacerdotes en el mundo rural.

Dices que sí a algo que te parece que está lejos y que no va a llegar, pero a principio de mes te ve buscando ratos para plantear el tema y tener algo interewsante que aportar.  Puesto ya en Madrid me encontré con una treintena de curas rurales de muchos puntos de España (León, Logroño, Palencia,Avila, Coruña, Cáceres, Plasencia, Badajoz, Huesca…) con edades muy distintas, pero todos ellos con un opción clara y decidida por los pueblos e inquietos por la misión pastoral en los mismos: curas de pueblo de verdad. Al saludarlos, ver sus rostros, su acogida, su estar y hasta su modo de vestir, sentí el vértigo de hablar ante personas maduras y auténticas en el ministerio sacerdotal, con un currículum de servicio y entrega que para mí lo quisiera yo. Recordé mi origen e identidad, soy de pueblo por los cuatro costados, me ordené para ser cura de pueblo y tras andar cinco años por ellos, ando dando vueltas pr otras tareas pastorales, sin olvidarlo y tocando diariamente esa realidad en las personas que trato, la mayoría estudiantes universitarios de pueblo.

Al entrar en los temas y trabajos por grupos, así como en las puestas en común, descubría valores fundamentales en ellos:

– Sencillos y humildes a fondo perdido, agradeciendo y valorando cualquier idea que les puedas aportar.

– Afectados y tocados por las realidades de sus pueblos; conscientes de los cambios que la globalización y la crisis está teniendo entre ellos tanto a nivel económico, político, cultural y, cómo no, religioso.

– El sentido profundo de su opción por el éxodo en el acompañamiento a la gente y la opción por lo parcial, lo pequeño, lo insignificante como lugar privilegiado de la manifestación y de la experiencia de Dios.

– El deseo de un trabajo eclesial en comunión y misión  que favorezca: el protagonismo laical; el paso de la cristiandad a cristianismo personal y maduro; la conexión fe-vida; la cercanía de una iglesia que se renueva con rostro de buen samaritano para el hombre caido y necesitado de ternura y compasión.

-El reto de iluminar las nuevas situaciones y acompañar experiencias de fe en la apuesta por la construcción de las persona. Tienen claro que el tesoro del reino no va por el éxito y la eficacia, sin por lo fecundo y lo realmente significativo; que sigue siendo verdad que la señal es “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” y que Jesús de Nazaret nos salvó desde su vida oculta, más de treinta años en el anonimato de lo rural y lo pequeño. 

Fue un verdadero gozo y una revitalización para mí, a veces agotado por lo urbano y lo universitario. Gocé en todos los momentos del encuentro. De la celebración, del momento de confidencias y conocimiento de la realidad eclesial española con Juan Rubio,el director de Vida Nueva, y  hasta disfrutamos de un economista-teólogo como es Pedro José Gómez Serrano que habló de los retos planteados al mundo rural en la situación actual y que culminaba su intervención diciéndonos, por aquello del año sacerdotal, que :

“El cura es el que cura” (Talante y acciones que llevan ternura y compasión y levantan el ánimo)

“El cura necesita cura” (La necesidad de ir a las fuentes para no caer en el agotamiento físico, anímico y espiritual)

“El cura no cura solo” (La importancia del tejido comunitario para poder ser lo que somos y servir a la comunidad)

Pero ya lo contaré en otra ocasión, porque esto tiene migas.

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