En medio del mundo

Esta tarde me he acercado a celebrar la eucaristía en la parroquia en la que estoy adscrito, y junto al párroco estaba una feligresa que en bromas me ha comentado que me va a decir una adivinanza  a ver si la acierto.

“Es un señor muy conocido por el Párroco, don Paco, también lo conoces tú, y de él sabe mucha gente aunque poca trata directamente con él… está en los almacenes Carrefour..empuja un carrito de compras  y mete en él una  sombrilla de verano-playa pasa por la  fila de la caja y paga… y le acompaña  alguien que siempre va con él” ¿QUIEN SERÁ?

La verdad que no se me ocurría quién podría ser… pues era el Señor Arzobispo de Mérida-Badajoz, don Santiago Garcia Aracill. La feligresa se mostraba extrañada y lo había comentado con alguien que se encontró por allí, manifestando su perplejidad.  El arzobispo se prepara para los calores veraniegos, hoy hemos tenido más de cuarenta grados, y se busca su protección como cualquier ciudadano pacense y va a buscarlo donde toda la gente.

 Parece algo extraño pero es de lo más normal del mundo, más todavía si hubiera ido solo como vamos  casi todos con nuestros respectivos carros. Algo ha cambiado desde la época medieval  en la que los arzobispos eran virreyes , a éstas en las que por su propio pie y con la ayuda del carrillo se carga con su sombrilla  y se apaña para sus vacaciones y su verano; así debe ser para que sea creíble aquello de que estamos en medio del  pueblo, mientras más se normalice este  modo de hacer y ser mucho mejor.

Sería fenomenal para los obispos oir lo que se oye en la frutería, pescadería, barbería, autobús, cine,  en la cafetería de al lado,  en el semáforo… y a ser posible sin protección, sin cerco de seguridad para que la realidad sea tal cual.  Eso posibilitaría sin duda  que las homilías, los escritos, las conversaciones, los encuentros, los documentos, los consejos, etc… fueran tocados de vida diaria y entrañable, que les permitiera meter la levadura en medio de la masa, la palabra de Dios y la historia de la humanidad en la que estamos inmersos, a lo mejor perdían “rigor teológico y canónico”  pero ganarían en cercanía, al estilo de Jesús, que siempre les pareció a los del “rigor” un poco  heterodoxo y hereje. Alguna vez le oído a mi arzobispo que en vacaciones le gusta ir a la eucaristía anónimamente y escuchar las homilías de los curas, es algo parecido a lo de comprar como uno más. En Jaén se extrañaron porque uno de los primeros días de su  episcopado allí bajó a la tienda a comprar unas bombillas que le hacían falta.

Recuerdo que D. Antonio Montero, también estuvo ingresado  para ser intervenido  en urología en el hospital de Badajoz del SES, en una habitación con  otro enfermo al azar, un vecino-feligrés de Zahínos (Badajoz) y de allí  salió uno de los escritos más entrañables y más cercanos, hablando de esa relación y encuentro desde y en el dolor.

Ni que decir tiene que obispos así  haberlos haylos… y yo los conozco y me encantan que sean así. Por de pronto me alegra que mi arzobispo pasee con carrillo por el carrefour en este tiempo de crisis cuando la población pone su corazón en la roja del campeonato mundial y la sombrilla verde la ponen en el patio de sus casas. A ver si nos tomamos algo juntos debajo de esa sombrilla….¡Es broma¡  Pero no puedo decir muchas de estas cosas que me juego mi puesto… aunque él también bromea con cariño poniéndome la cruz pectoral  y diciéndome que tengo muchas ganas de ser obispo… de llevar “esa cruz”- Yo creo que no.

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