En medio del mundo

“UNIVERSIDAD, ESPACIO DE VIDA”  ha sido el lema que  ha congregado al comenzar el curso a casi cien jóvenes universitarios del campus pacense de la universidad de extremadura. Convocaba la delegación de Pastoral Universitaria, que coordino, junto a la delegación de pastoral juvenil. El objetivo era comenzar el curso, inaugurarlo creyentemente en comunidad. Ya no estamos presente de un modo oficial en las inauguraciones institucionales, pero nada de eso quita para que nosotros como creyentes nos reunamos y busquemos el sentido teológico de nuestro quehacer en el ambiente universitario.

Han participado jóvenes que venían por primera vez a la universidad, a ellos pretendemos acoger y ayudarles a integrarse universitariamente en todos los aspectos, también en el de su fe cristiana. Allí se encuentran con otros jóvenes cristianos que llevan más tiempo en la universidad, y con los que pueden compartir su andadura y su compromiso creyente.  También están los jovenes que ya llevan recorrido en  la universidad, que pertenecen a parroquias distintas de las diócesis, así como a grupos y movimientos de colegios, o de acción católica especializada como es la JEC, dedicada al mundo estudiantil y que tiene como espacio eclesial prioritario la pastoral universitaria. 

 Fue un encuentro de conocimiento y reconocimiento  mutuo, a la vez que de reflexión y de oración compartida, para terminar con una cena  aportada por todos en la que la distensión y la alegría alentaba a volver a encontrarnos  y marcarnos objetivos comunes.  Como centro tuvimos para orar la cruz, que este año se llamará en muchos momentos “de los jóvenes”, ante ella descubrimos debilidades y obstáculos para ser testigos y apóstoles del Evangelio en el medio estudiantil, así como de los retos y disponibilidad para arriesgar este curso por una presencia significativa y fecunda.

El  encuentro ha supuesto, como cada año, una inyección y un impulso para seguir trabajando en este campo tan específico, pero tan fundamental para la conexión fe-cultura, así como de relación de la Iglesia con el mundo, y de una opción clara por los jóvenes como protagonistas en la Iglesia.  Ante este encuentro reflexiono y comparto algunas consideraciones:

– La Iglesia,  que en casi todos sus discursos oficiales quiere recordar que fue cuna y fuente de las universidades, al día de hoy se encuentra muy lejos de la universidad, especialmente de la pública. En este sentido pienso que no tenemos derecho a seguir quejándonos de la lejanía de la universidad con respecto a la Iglesia, somos nosotros los que tenemos que buscar caminos y modos universitarios de estar en este espacio e institución, con actitud de servicio y acompañamiento, a la vez que diálogo y encuentro. Unrge una renovación del planteamiento de pastoral universitaria en España, en la conferencia episcopal española y sus  comisiones creadas al efecto. En esta renovación han de tener especial implicación y decisión los laicos, adultos y jóvenes, que están en las universidades públicas y quieren vivir adultamente su fe, en una vida unificada, donde el estudio, la investigación, su ser universitario y su ser cristiano vayan al unísono y se iluminen mutuametne. Las orientaciones pastorales de la conferencia episcopal,  elaboradas hace  unas dos décadas, son riquísimas, pero estamos muy lejos de ellas.

– A los jóvenes cristianos universitarios tenemos que ayudarles a descubrir la posibilidad de unir su fe y su estudio. Hay un modo de estudiar que responde  al Evangelio, y que se hace levadura en la masa y signo en las aulas y los laboratorios. No tendría sentido acompañar en pastoral a jóvenes y no  trabajar con ellos su dimensión estudiantil y su futuro profesional desde las claves del Reino de Dios. Cansa la gente de iglesia que llega a la universidad a ganar adeptos  para sus historias propias  en lugar de acompañarles y hacerles apóstoles en su propio medio y ambiente, son muy pocos los que trabajan con jóvenes universitarios y hagan pastoral universitaria.

– Los profesores, tanto en su dimensión docente e investigadora,  quieren ser acompañado en el sentido creyente de su quehacer como el lugar prioritario para construir el reino y avanzar en la construcción de un mundo según Dios, que es lo propio del laicado.

– Y todo con el deseo de ser levadura de una nueva cultura  que genere otro mundo que es posible.  Estar fuera y lejos de la universidad,  vivirla y juzgar desde el prejuicio, cuando no desde la desconfianza, no lleva a buen puerto ni es lo propio del cristiano que ama al mundo y da la vida por él.  Hoy como nunca es necesario y urgente estar en este medio universitario con nuevos modos y brios,  muy dentro del mismo, en el fondo, no con el deseo de poder y de privilegios, sino de servir y colaborar en esa calidad que la universidad quiere tener y en la que nosotros desde nuestra fe y el evangelio tanto podemos aportar, desde la implicación y la verdadera participación de los que creen en la autonomía del mundo y de su cultura, y de las posibilidades de humanización y de justicia que esta autonomía encierra.

Estoy en la delegación de pastoral universitaria y vivo en y de la universidad, en todas las dimensiones de mi persona y del ministerio, y me siento afortunado. Creo que el reto y las posibilidades de la universidad pública hoy para los creyente son tremendas y  que  podemos vivir y aportar un montón formando parte de ella y entregándonos de verdad en el deseo de construirla para que tenga vida abundante para todos los que forman parte de la comunidad universitaria  y se rica para lo sociedad y especialmente para los últimos.

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