“El bien interno militarizado”

controladores-normal-1-365xXx80VOLVER AL ESPÍRITU

Hoy cuando nos hemos levantado con la posibilidad de que haya un consejo de ministros para ver la prolongación  del estado de alarma en la nación para “controlar a los controladores aéreos” de cara a la navidad, y del posible llamamiento al congreso para que lo aprueben; me acuerdo que estoy explicando a los alumnos del instituto de ciencias religiosas  diocesano,  lo que San Pablo en su antropología nos descubre cuando nos describe que el hombre puede vivir en dos dimensiones o direcciones opuestas, con dos términos claves que utiliza “Katasarka” (según la “carne”)  y “katapneuma” (según el Epíritu). La carne no se refiere a la materia, ni tampoco a la sexualidad, sino a la condición del hombre sometido a la debilidad, cuando no es realmente libre y entonces se busca a sí mismo y se enrosca y se encierra buscándose en la seguridad, en el placer, absolutizándose frente al mundo y los demas. 

 El hombre, según el Espíritu, no se refiere al “espiritual” frente al “material”, sino al hombre abierto, no atado a nada ni nadie, que tiene la fuerza del Espíritu y se deja conducir por lo más alto y noble, porque su felicidad  y su libertad está en la capacidad de autodonarse sin miedo alguno. Para él el centro de su vida está en los otros.

En este sentido ando trabajando ministerialmente, en la universidad le llaman investigación pero por ahí también va mi tarea pastoral universitaria, en lo que llamamos el bien interno y de las profesiones y su relación con los bienes externos.medicos Entiendo que el bien interno de una profesión es  aquello que la justifica, la necesidad que ha dado lugar a ella; por ejemplo,  el enfermo necesita del médico,  y el bien interno de este quehacer  sanitario será servir a favor de la salud del enfermo, la razón funamental de su profesión es servir curando al otro, ahí debe estar el centro de su felicidad y realización profesional. Es cierto que con eso el médico obtendrá también bienes externosn necesarios y dignos también, como su paga, el reconocimiento personal de su labor, su consideración social,etc.

El  problema grave de una sociedad es cuando los bienes externos se absolutizan,consagran y divinizan de tal modo que los bienes internos quedan supeditados, cuando no perdidos y olvidados. Si eso es así,  estamos en una situación de debilidad social, en la que la fuerza “katasárkica”  destruye el verdadero “espíritu” (Pneuma). Cuando ocurre este proceso de debilitación,  podremos tener todas la leyes y constituciones que queramos, pero si no tenemos el espíritu de las mismas, de nada nos sirve. Algo de esto nos está pasando en nuestra sociedad, y lo de los controladores no es sino una punta del iceberg.

Es cierto que en situación dramática tedremos que recurrir a la militarización y a la obligación para que se cumpla el bien interno de las profesiones, pero qué mal anda una sociedad que tiene que ir poniendo detrás de los profesionales un soldado para que responda con obediciencia militar obligada, a lo que tiene que amar y servir por vocación, o un juez  para que los padres cumplan los deberes familiares con sus hijos,  o una retirada de carnet para que un conductor se abtenga de beber y no mate a su vecino en la carretera…

Tendremos que volver a la antropología  de la que nos habla Pablo y trabajar  en una dirección más pneumatológica, en la que el buen  espíritu conduzca los corazones de los hombres, y la felicidad la encontremos más en el bien interno que en el bien interno. Para eso el mercado y la sociedad en general  tendrá que dejar paso al  humanismo y poner a la persona como centro de todo. Será el objetivo fundamental de  toda educación, familia, escuela, sociedad, iglesia,etc… o caminamos por aquí o la “sarx” (debilidad y muerte) nos hará sufrir a fondo a todos.

  Vale que una ética cristiana no tenga que ser, ni pueda ni deba  ser la ética civil de un país y una sociedad, pero tampoco se sustituye por leyes, si falta el Espíritu para cumplirlas, no puede ser el  estado de alarma la medida de obtención de la ética profesional, ni de ninguna ética. A ver como nos la apañamos pero hay que volver al  verdadero “Pneuma” (Espíritu de amor, bondad, felicidad y entrega), a la convicción interna, y los ciudadanos y profesionales cristianos tendremos que aportar algo en esto ¡ digo yo !

IMG_2136  En mi trabajo de Pastoral Universitaria  y de consiliario de la Juventud EStudiante Católica, me parece que  es algo fundamental que debemos vivir, asumir y aportar en el ámbito estudiantil universitario. Si algo debemos trabajar juntos eclesialmente, los cristianos que vivimos en la universidad, junto a los demás ciudadanos de buena voluntasd, ya  sea como profesores, como alumnos,  o agentes pastorales, es precisamente la apertura al Espíritu, y el trabajo de un sentir y valorar el auténtico bien interno de las profesiones, que es para los creyentes   el verdadero sentido cristiano del estudio y de la investigación, no en vano la campaña de este año  de la JEC nos  plantea un interrogante fundamental:  ¿PARA QUIÉN ESTUDIAMOS?   POr ahí va lo del bien interno que nunca se podrá militarizar, el militar podrá vencer, pero ya lo decía Unumuno a Millán Astray en Salamanca,  eso  no es “convencer”.

2 Responses to ““El bien interno militarizado””

  1. ¡Qué maravilla! Vivir el minuto presente, hacer lo que debes hacer sin necesidad de imposiciones externas; la libertad de saber que pones lo que buenamente puedes para el funcionamiento inmediato de tu pequeño entorno, pero que eso puede hacer sonreir a la persona que se cruza contigo o que tiene la suerte de que la atiendas en tu trabajo… Eso es consecuencia de saber que eres persona y que los demás lo son, lo que viene a ser razón de tu existencia.
    Con mi afecto, Juan Santiago

  2. Pepe, cuando mencionas que para que trabajen los controladores ha sido necesario “imponer la ley” me he acordado también de san Pablo, que tan duramente critica lo farisaico, donde lo importante es cumplir la ley. Querer imponer desde fuera unos valores a fuerza de leyes no deja de ser una contradicción para quienes no cesan de hablar de “libertad”. Es sencillamente una contradicción inadmisible teóricamente, aunque tenga una “lógica peligrosa” en la práctica.
    ¿Cómo se construye una sociedad libre? ¿Imponiendo la ley o educando para el bien común? ¿Para qué se está educando en España? ¿Por qué esa obsesión en reducir la tarea de institutos y universidades a fábricas de “bienes externos”? ¿Quién puede amar una sociedad que eleva a categoría cuasi divina las matemáticas, biología, química, física, y demás ciencias positivas duras en detrimento de la filosofía (metafísica, antropología, estética,…) o teología?
    Como dice un amigo al que tú también conoces (Arturo Picazo), a esta cultura del colchón y la subvención (katasarkika) le quedan dos días si no corrige el rumbo hacia lo espiritual. Parece mentira que algo tan elemental como que “tan o más importante que lo que se hace es el espíritu con que se hace” no encuentre eco en nuestro mundo. Es una pena que la asistencia social, la atención a los más desvalidos, sólo tengan el apoyo de la ley (¿basta legislar para solucionar los problemas?). Está bien que existan leyes de protección al desamparado, pero ¿qué ocurre -como ocurre ahora- cuando no hay dinero para hacer efectiva esas leyes? ¿De qué sirve una ley de protección de los más débiles -enfermos, parados, excluídos,…- si no hay espíritu que, en tiempos de crisis, lleve a los más privilegiados compartir sus bienes? De nada. Es triste comprobar cómo la falta de recursos económicos va poniendo en evidencia la debilidad de nuestra cultura consumista, montada sobre el culto a la “carne”, y además ahora legalista.
    Nos queda la esperanza de que todavía (¿por cuanto tiempo?) siga viva la familia, la auténtica “sociedad del bienestar”, donde la primacía del espíritu y es capaz de aportar un poco de calor interno en tiempos de frialdad. Porque cuando te veas en la fila de los desempleados sin derecho a subvención ¿a quién vas a acudir? De ahí la necesidad de proteger el bien que es la familia y cualquier tipo de “comunidad humana” (espiritual) que quiera ser algo más que una “asociación” para obtener subvenciones y otros beneficios “katasárkikos.
    Gracias, Pepe, por el artículo, y por tu trabajo -investigación- sobre la importancia de equilibrar “carne” y “espíritu” para construir la sociedad nueva (Reino).
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    Nota: hay un error en el párrafo 6º, por si lo puedes corregir: “a felicidad la encontremos más en el bien interno que en el bien interno (¿externo?)”