Correo de un cisterciense

cisterciense1Este mundo informático es un lugar de vida, de gozo, de encuentro, de comunión, de humanidad y de iglesia… a veces sorprendente. Hace poco la reflexión que compartía a partir de la inauguración del porche de la parroquia ydel aperitivo solidario que hicimos  se paseó por el mundo, amén de nuestra revista RS 21, por ese medio hermano que es eclesalia. A partir de ahí he recibido montones de comunicaciones y puntos nuevos de encuentros con hermanos por todo el mundo, es una gracia de Dios sin ninguna duda las posibilidades de estos medios. 

 Algunos de esos comentarios los podéis encontrar en el blog, pero he querido reservar uno  para compartirlo desde aquí. Es de una hermano cisterciense que con sus palabras me interpela y me ha hecho reflexionar  y profundizar  en el sentido de la conexión entre liturgia y vida,  cuestión fundamental  en la iglesia de hoy. Con su permiso me permito compartirlo con todos vosotros:

Querido hermano:

 He leído con gusto y satisfacción su colaboración para Eclesalia.

 Yo soy un monje cisterciense. Durante años he atendido ocasionalmente, por enfermedad del párroco, los dos pueblitos a él confiados: Cóbreces y Toñanes, en la “Cornisa Cantábrica”, entre Comillas y Santillana del Mar. La Abadía está en Cóbreces, y a escasos cien metros de la parroquia. Toñanes está a dos Kms., lo cual facilita los desplazamientos, hoy en coche.

 Los monjes, habitualmente, no salimos a “decir misas” por ahí.

toñañes La iglesia de Toñanes es pequeña, no tiene porche; pero está bien orientada al sol, y tiene un banco-tapia de piedra delante de la entrada. Era una satisfacción ver a los pocos asistentes a la misa dominical esperar a la llegada del cura sentados en la tapia-banco, y a la salida despedirse y charlar. Dos partes muy importantes de la eucaristía: acoger, compartir la vida, preguntarse unos por otros, interesarse por los enfermos, echar de menos a los ausentes…

 En Cóbreces la iglesia tiene un hermoso porche, y un hermoso prado antes del porche. Eso facilita mucho las cosas.

mar cobreces Lo malo es que a veces el cura tiene que ir deprisa, salir deprisa (pues tiene varias misas sabatino-dominicales…). Cóbreces es más numeroso que Toñanes en habitantes; pero el compartir antes o después de la misa es importante. Las abuelas llevan a sus nietos para que los vea el personal (aunque los padres de algunos de esos niños no suelen ir… signos de los tiempos… ¡Dichosos los niños que aún tienen abuelas que los llevan a la iglesia!).

 La liturgia en la Abadía es otra cosa, como en otras muchas Abadías: es más rica que en las parroquias, es cantada, generalmente; viene bastante gente, que no va a sus parroquias, o que está de vacaciones o fin de semana por esta zona. Los monjes empezamos puntualmente y tratamos de ejecutar los ritos con exactitud y cierta elegancia.

 liturgiaLa iglesia no tiene porche, sólo un “recibidor” antes de la entrada (donde hay un letrero que ruega “silencio”). A los monjes no les gusta que “la gente” hable en la iglesia después de misa, o antes, y una vez acabada la “ceremonia” casi como que se apresuran a cerrar las puertas, y a urgir con la mirada que “el personal” abandone el lugar.

 Las homilías, generalmente, están bien preparadas; pero, como ya he dicho alguna vez en mis homilías, no nos interesamos por nadie de los asistentes. Los llamamos “queridos hermanos y hermanas” en varias ocasiones de la celebración, pero como somos monjes y no hablamos con la gente, pues no sabemos quién viene o no, o quien ha estado enfermo y acude de nuevo tras varias semanas de ausencia (porque ha estado hospitalizado); en la oración de los fieles pedimos por todo lo habido y por haber, y por las cosas más teóricas y raras, y lejanas… pero no está bien visto descender a lo concreto, nombrar a nadie de los asistentes, y menos aún ”personalizar” (dicen los liturgistas que no es “prudente”, y que no está en las “normas”), que los aludidos se pueden sentir “cohibidos”… que eso es caer en “particularismos”…

 Una persona, que había estado varias semanas ausente por enfermedad, al volver se quedó extrañada de que nadie apenas le dijera nada (de entre los monjes, con quienes esa persona tiene amistad desde hace años…). Comprende que, como son “monjes”, tras la misa desaparezcan y se esfumen. Lo comprende, pero no se lo explica…

 Bueno, pues seguiría comentando cosas como esta… Luego nos dicen en los “documentos” muchas cosas bonitas sobre los monjes y tal, sobre la liturgia y tal, sobre la Palabra de Dios y tal, sobre las normas litúrgicas y tal… sobre la misa en latín y tal y tal…

 Por favor, conserven el porche, cuiden el porche, disfruten el porche…

 En Toñanes hay un señor que va siempre a misa con el perro, y éste le espera hasta la salida de la misa… de hecho nos espera a todos.

 Es el perro más “católico” que he conocido…

 Un cordial saludo.

 

 FRANCISCO R. DE PASCUAL ocso

 Dirección de la Revista CISTERCIUM

 Abadía Cisterciense de Viaceli

 39320 CÓBRECES (Cantabria) ESPAÑA

4 Responses to “Correo de un cisterciense”

  1. Una vez me contaron un parroquiano de una parroquia alemana, que los domingos, como el tiempo no suele ser bueno, habilitan un gran salón y tras la eucaristía se quedan a comer todos juntos haciendo una pequeña fiesta cada domingo con lo que cada uno lleva. Sentí envidia. Creo que lleva toda la razón el bueno del cisterciense … Y, además, todos lo echamos de menos.

  2. “que sensación más extraña ,cuesta reconocer alegría en este hombre entregado
    totalmente a la oración. se siente tan alejado de la vida de los hombres y mujeres
    que comparten la Eucaristía con ellos….creo que este monje cisterciensel esta
    seguro que Jesus de Nazaret vino al mundo, para compartir los dolores y las alegrias
    de todos los hombres y mujeres y que compartió el porche y la vida de todos ellos .”

  3. QUE LECTURA TAN HERMOSA, GRACIAS! DIOS LOS BENDIGA!

  4. Me ha encantado la carta del cisterciense de la estrecha observancia.
    Efectivamente observa con rectitud su elegante y rica liturgia…pero ¡como echa de menos la cercanía con “las células” del cuerpo místico de Cristo!.
    Después de meditar un rato, yo me preguntaba, si en el siglo XXI no podría haber un movimiento de Reforma a la ya reformada Regla de S. Benito y que en lugar de observar tan estrechamente a S. Bernardo de Claraval y considerar el silencio una ayuda para la oración, se diesen cuenta que el mejor sacramento de la presencia de Cristo es la acogida del “hermano”, el hacerle sentir “alguien” en alguna parte, y esa acogida dependerá de lo grato y cercano que hagamos el ambiente que nos rodea.